¿HACIA DÓNDE VA LA INVESTIDURA?: MOVILIZARSE PARA RESPIRAR ALIVIADOS/AS

Los resultados electorales del pasado 23-J arrojaron una situación de incertidumbre y una necesidad de llegar a acuerdos, como ya pasara en la anterior legislatura, para la fuerza política que quiera gobernar. Se pone en marcha así todo el engranaje previsto en la legislación vigente, que solamente puede tener dos conclusiones: o investidura de un nuevo gobierno liderado por Pedro Sánchez o repetición electoral.

  1. De ¿ganadores y perdedores?

La situación salida del 23-J fue una auténtica sorpresa, que se amplificó debido a una cuestión tan simple como la gestión de las expectativas: el PP, ganador según los resultados, fue el gran perdedor de la noche, mientras que el PSOE salió triunfante, aunque quedase segundo. La posibilidad de una repetición electoral se ponía automáticamente sobre la mesa, debido a la difícil aritmética que arrojaban los resultados para la formación de pactos.

De un lado, el PP tiene pocos amigos con los que hablar. La campaña electoral ha estado marcada por VOX en todo momento. Eso explica la movilización de la izquierda, la bajada de la abstención y hasta los cambios, al menos en parte (aunque no solo), producidos en territorios como el caso de Cataluña. En consecuencia, la relación del PP con VOX lo lastra como alternativa real de gobierno. Más allá de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria (CC), no tiene posibilidad de ser investido por ninguno más mientras VOX esté ahí. Y VOX está ahí, tanto en el parlamento como en los gobiernos que ya se han formado en comunidades y ayuntamientos. En consecuencia, no le darían los números: solamente sumaria 172, no llegando ni a mayoría absoluta ni simple.

Por el contrario, y por la misma razón, el PSOE aparece como el único capaz de poder gobernar como alternativa a VOX. Ese ha sido su mayor capital político en el relato que domina la escena mediática, aunque no sea cierto. Con el apoyo (incondicional) de SUMAR, y el de EH-BILDU, PNV, ERC y BNG, solo le faltaría el de JUNTS, que se mostró más crítico la noche electoral. Y esto es mucho decir, porque si VOX ha sido el eje de la campaña, Cataluña sigue siendo un frente abierto para cualquier gobierno estatal (y para las formaciones independentistas), debido al importantísimo movimiento masas de 2017 que aun deja sentir su influencia en la escena política.

  1. ¿Conviene a alguien la repetición electoral?

Nada parece sencillo en el escenario que tenemos por delante. Aunque el rey haya encargado a Núñez Feijoo intentar ser investido, es sabido (y hasta empieza a ser asumido públicamente) que no será posible. Por tanto, hasta finales de septiembre estaremos asistiendo a una especie de teatro democrático. La verdadera partida no se estará jugando en el parlamento, sino en las negociaciones que se están llevando a cabo.

La pregunta clave es: ¿a alguien le conviene la repetición electoral? La respuesta más plausible es que a nadie o casi nadie, al menos entre aquellos que entienden que el eje del debate se sitúa en “o gobierno de progreso o extrema derecha”. Comencemos por los obvios: PSOE y SUMAR. Es lógico pensar que una repetición electoral dé alas a un voto útil más concentrado en la derecha, y también que desinfle a un electorado de izquierdas que “respiró aliviado” en julio pero que podría desilusionarse por tener que votar de nuevo. Evidentemente, es solo una hipótesis. Incluso para SUMAR, podría haber una mayor migración hacia el PSOE en una clave, una vez más, de voto útil.

EH-Bildu ya mostró su disposición a apoyar a Sánchez en los días posteriores a las elecciones. Y lo mismo ocurre con BNG. PNV ha dejado claro que no apoyará al PP mientras esté VOX, siendo por tanto lo más probable que apoye a Sánchez. La repetición de elecciones no parece ser deseable para ninguno.

La cuestión central, como hemos dicho, se sitúa en Cataluña. Es ahí donde los resultados parecen señalar más cosas: castigo a ERC por su relación con el gobierno, aprovechamiento de JUNTS de esa situación, que no obstante, también pierde; voto útil hacia el PSOE frente la amenaza de VOX. Todo eso, unido, viene a mostrar que la situación no es nada sencilla. Una visión simple podría defender que, dada la caída de ERC, JUNTS puede apretar e incluso forzar nuevas elecciones como mejor estrategia. Pero, ¿puede asumir JUNTS forzar unas elecciones y que acabe entrando un gobierno PP-VOX? Eso también tendría consecuencias en su electorado. Pero, a la vez, no puede ceder por nada, porque también lo tendría. Y del mismo modo, ERC tiene que recuperar algo del terreno perdido. Ambas formaciones tienen que maniobrar en una situación más contradictoria de lo que muchos están dispuestos a asumir.

El día 17 pareció aclararse un poco, aunque todas las formaciones se apresuraron a decir que eso no tiene nada que ver con la investidura: la constitución de la mesa del parlamento. Ese día VOX no apoyó al PP y JUNTS, como mayor incógnita, si lo hizo con el PSOE, aunque no lo dijese hasta el último momento (agotamiento de los plazos que será moneda común en los próximos meses). Aunque no sea definitivo, si parece mostrar hacia donde pueden ir los acontecimientos. El uso de las lenguas cooficiales en el propio parlamento fue el elemento que permitió ese apoyo (al menos el elemento público). No obstante, es cierto que la investidura, al menos cuando se escribe este artículo, aún está lejos.

La cuestión, como ya hemos dicho, es donde se van a situar las líneas rojas. La impresión que da: que JUNTS (y el resto) van a ceder más de lo que parece tras un cierto desgaste público, y que va a acabar formándose gobierno. Por otro lado, el PSOE podría también hacer una cesión importante que supusiera un cierto desgaste al comienzo de la legislatura pero que quedase olvidada hacia el final. Al fin y al cabo, formar gobierno puede ser la prioridad para todos/as los implicados/as, e incluso para aquellos que saben que vienen momentos de ajustes y de políticas duras, siempre más llevaderas cuando las aplica la izquierda. La cuestión que estarán trabajando es como venderlo cada uno para sacar el máximo beneficio al menor coste electoral.

  1. Movilizarse para respirar aliviados/as…y para hablar de política

De momento no podemos saber cómo se resolverá la situación existente: una vez que Núñez Feijóo intente investidura a finales de septiembre, Sánchez contará con dos meses. Que todos tengan algo que ganar y algo que perder parece señalar que acabará formándose gobierno, aunque la posibilidad de repetición electoral siga intacta, pudiéndose celebrar si se diera el caso a comienzos de enero. Nos toca asistir por tanto a tertulias especulativas y a “dimes y diretes” varios y demás hasta que haya algo tangible que contar.

Sin embargo, lo que si sabemos son dos cosas: de un lado, que se habla mucho de “pactómetros” pero muy poco de política, sobre todo de los grandes problemas que tenemos en estos momentos. ¿Dónde están las líneas rojas en eso? ¿Por qué no se habla de control de alquileres, prohibición de despidos, subida de salarios al nivel del coste de la vida? ¿dónde están las medidas reales contra el cambio climático? Si de lo que se trata es de montar un gobierno de progreso, ¿por qué esos y otros no son los debates centrales?

Y es que, y esa es otra de las cosas que sabemos, nuestras condiciones de vida no dejan de empeorar. Aunque se acabe formando un gobierno de mayoría “progresista”, no debemos olvidar que eso seguirá siendo así si este no se enfrenta a los intereses de los que más tienen. Incluso podemos ir más allá: mientras se dirime quien va a gobernar en los próximos meses, también se está dilucidando quien va a tener que aplicar las políticas que la UE comienza a pedir como pago por el dinero invertido tras la pandemia. El freno a la extrema derecha será así solo momentáneo si el gobierno “progresista” que se monte no hace políticas progresistas, sino al contrario, abona la llegada de la derecha. Ahí vendrá la desilusión y el hartazgo, porque el miedo no va a funcionar siempre.

Por tanto, es necesario que comencemos a movilizarnos si de verdad queremos “respirar aliviados/as”. Es prioritario levantar una alternativa a todo ello, desde la calle, que acabe con la ilusión de que serán los parlamentos los que solucionen nuestras vidas y que pongan sobre la mesa nuestras problemas reales y diarios. Y un buen momento para ello será la contracumbre que se celebrará en Granada desde el 23 de septiembre hasta el 6 de octubre, que reunirá movimientos sociales, organizaciones sindicales, partidos políticos y en general una buena parte del tejido asociativo en acciones comunes, lo cual puede ser el pistoletazo de salida para un movimiento que vaya más allá, que sea independiente a quien gobierne y que ponga los intereses de las y los trabajadores en el centro del tablero político.