75 ANIVERSARIO DE LA NAKBA: TRES CUARTOS DE SIGLO DE APARTHEID ISRAELÍ Y DE RESISTENCIA PALESTINA.

El pasado 15 de mayo se cumplieron 75 años de la Nakba. Tres cuartos de siglo ya del inicio de aquel proceso de colonización que continua aun en nuestros días. La Catástrofe (Nakba), es como denominó el pueblo palestino a la limpieza étnica perpetrada por el sionismo que expulsó de sus tierras en solo unos meses a casi un millón de palestinas y palestinos y asesinó a otros 20.000 que decidieron resistirse.

Pero la Nakba, no se quedó en 1948 sino que continuó durante toda la segunda mitad del siglo XX, se extiende por el primer cuarto del XXI y amenaza con prolongarse hasta que no quede un palmo de terreno por ocupar.

El pueblo palestino sigue a día de hoy sobreviviendo a un régimen del Apartheid que los segrega y acosa, ante la impávida mirada de la sociedad internacional, tal y como reconocen los informes de Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la reputada organización israelí de derechos humanos Btselem o las conclusiones del secretario ejecutivo de la Comisión Económica y Social de Naciones Unidos para Asia Occidental (CESPAO). La destrucción de sus casas, los secuestros de sus menores, los asesinatos y continuas vejaciones son solo la cara más violenta y descarnada del terrorismo del Estado israelí contra la población palestina, pero su estrategia colonizadora no queda ahí, sino que al genocidio físico lo acompaña un borrado cultural e histórico. No se puede eliminar físicamente a un pueblo sin borrar su humanidad, su cultura e historia previamente y así lo entendió el sionismo desde el principio, que impuso el relato por el cual la creación del Estado de Israel suponía otorgar “una tierra sin pueblo a un pueblo sin tierra”.

Junto a este borrado histórico y cultural ha operado otro elemento indispensable para justificar el genocidio, y no es otro que una victimización constante. Desde el sionismo (la ideología nacionalista que reviste al Estado israelí) se construye el relato donde el pueblo elegido de Israel es David y el mundo árabe musulmán es el malvado gigante Goliat. Las y los judíos que tanto han padecido el antisemitismo, principalmente en Europa, vienen utilizando, desde la II Guerra Mundial, las mismas tácticas deshumanizadoras que sufrieron sus antepasados, contra el pueblo palestino.

Pero el proyecto sionista no habría sido viable sin la complicidad y el auspicio de las potencias europeas primero y el imperialismo estadounidense después, con la intención de infiltrar un gendarme que defendiese los intereses de occidente en el corazón de las naciones árabes, en un contexto de pan-arabismo que reivindicaba la soberanía de estos países sobre sus recursos naturales y especialmente sobre las inmensas reservas de petróleo y gas de la región. Incluso la URRSS de Stalin participó activamente en la creación del Estado de Israel, al que tildaba de proyecto socialista que vendría a iluminar la oscuridad del mundo árabe, haciendo gala de una islamofobia, que desde entonces no ha parado de extenderse por todo el planeta.

En 2023, tal y como ya hemos apuntado, la Nakba continúa imponiendo su terror y si el año comenzaba marcado por las continuas protestas internas que culminaban en la huelga general del 27 de marzo contra las reformas de Netanyahu para debilitar el poder judicial y centralizar aún más el poder, ¿adivinan quién ha pagado los platos rotos de estas movilizaciones sin precedentes? Efectivamente, el pueblo palestino ha vuelto a servir de chivo expiatorio para limar las divisiones internas. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) ya suman más de 150 las y los palestinos asesinados por las fuerzas israelíes en Gaza y Cisjordania, solo en lo que va de 2023.

Sin embargo, el pueblo palestino continúa resistiendo y ni siquiera los intentos por parte del imperialismo del Estado racista de Israel por cooptar a las autoridades palestinas para calmar las intifadas (revueltas) de la juventud palestina, tal y como se trató de implementar desde los acuerdos de Oslo de 1993 hasta la victoria de Hamas en 2006, han logrado calmar la sed de justicia ni borrar la memoria de un pueblo digno y sin nada que perder.

Ya sea desde, Jerusalén Este; la hacinada franja de Gaza o Cisjordania, e incluso desde los campamentos de refugiados en Jordania o el Líbano, las mujeres y hombres, pero sobre todo la juventud palestina, vuelve a levantarse tras cada golpe encajado, para reivindicar su legítimo territorio y su derecho a disfrutar de una vida digna de ese nombre, sirviendo de ejemplo a las y los oprimidos del mundo.

En este sentido, la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), a la que IZAR se encuentra adscrita, basada en cortar los vínculos de la complicidad estatal, empresarial e institucional con el racista régimen de Israel desde 2005, es una buena muestra de la solidaridad internacional que despierta la causa del pueblo palestino. Con los objetivos claros de acabar con la ocupación militar israelí y su sistema de Apartheid y la reivindicación del derecho de los refugiados palestinos a regresar a su país.

Pero si en las últimas décadas hemos visto crecer por todo el mundo acciones solidarias con el pueblo palestino y de repulsa al Estado terrorista de Israel, principalmente desde organizaciones sociales, políticas y sindicales de izquierda, a su vez Israel se viene erigiendo como un referente para la extrema derecha internacional con la que viene estrechando importantes vínculos, prueba de ello es la exportación por parte de Israel de sus doctrinas militares y sus tecnologías de software espía como Pegasus de NSO, y otros servicios de guerra cibernética, desinformación y manipulación de elecciones, a organizaciones políticas y regímenes que las usan para reprimir a minorías étnicas, migrantes y trabajadores en sus propios países.

Desde Izquierda Anticapitalista Revolucionaria (IZAR) volvemos a solidarizarnos con la digna lucha del pueblo palestino para recuperar una Palestina libre desde el rio jordán al mar Mediterráneo y llamamos a todas las organizaciones sociales políticas y sindicales a participar de la campaña BDS y a seguir denunciando al régimen de terror israelí y sus hipócritas intentos de lavar su imagen internacional.