El pasado 3 de abril, diversos medios de comunicación se hacían eco del dinero hallado por investigadores/as de la Guardia Civil en el Hotel Urban Dream Granada. El diario Granada Hoy publicaba “Nene, amigo de Rubiales, tenía más de 318.000 euros en dos cajas fuertes en su hotel de Granada”; el Ideal de Granada abría la noticia con el siguiente titular: “Hallan en el hotel de Nene en Granada 318.000 euros en dos cajas fuertes”; el periódico deportivo AS afirmaba que “la UCO encuentra más de 320.000 euros en efectivo en registros al socio de Rubiales”.
¿Pero qué estaba pasando en ese hotel salpicado por un nuevo caso de corrupción?
Un conflicto laboral que empezó con represión sindical
El pasado 9 de febrero, tres trabajadoras eran despedidas del Hotel Urban Dream Granada por la única razón de haber constituido una sección sindical de la Coordinación Sindical de Trabajadores/as de Andalucía (CSTA) un día antes. Sus reivindicaciones eran el pan de cada día de cientos de trabajadores y trabajadoras: que se cumpliera el convenio y se pagaran los atrasos de unos salarios por debajo del mismo, lo que en números suponía un ahorro anual para la empresa de entre 2500 y 3500 euros por trabajadora, es decir, entre 200.000 y 280.000 euros en una plantilla de unas 80 personas. Ante este hecho, desde cargos de la empresa ya se avisó que “quien no estuviese conforme con las condiciones laborales cogiera la puerta y no viniera más”.
Seguramente, quien profirió estas palabras tendría costumbre del uso del “ordeno y mando”. Por ello, si la amenaza era realizada un jueves, el mismo viernes (ya al mediodía, no fueran a perder esa jornada laboral) las trabajadoras se enteraban del despido.La empresa, sin embargo, recibió una respuesta diferente a la esperada: las trabajadoras decidieron luchar por su puesto de trabajo y no achantarse ante un despido reconocido por la propia empresa como improcedente. Como consecuencia, el mismo día 9 de febrero hubo una concentración en la puerta del hotel convocada por la CSTA que contó con el apoyo y solidaridad de otros colectivos tales como el SAT, la Asamblea Interprofesional, Stop Desahucios, la Asamblea de Estudiantes por Palestina (AEP), CCOO o IZAR. También en ese caso pensarían desde la empresa que las trabajadoras se cansarían. Sin embargo, van ya más de dos meses de concentraciones nutridas, la última, a fecha en que se cierra este artículo, el pasado 15 de abril, pidiendo la readmisión y que se cumplan las condiciones que se recogen en convenio.
No hay dinero…según para qué
Tras las primeras movilizaciones, la empresa tuvo que reconocer en una reunión con las camareras de piso de la platilla que se había equivocado con el despido, ofreciendo la reintegración a las trabajadoras pero, eso sí, en las mismas condiciones en que estaban antes. Por tanto, seguía argumentando que el cumplimiento del convenio no era posible, porque no había dinero. El problema aquí ya no era la posición del empresario, sino que este argumento era reforzado y justificado por el propio comité de empresa, en manos de representantes de CCOO.
Efectivamente, la actitud de estos supuestos “representantes” de los trabajadores/as (de los cuales CCOO ya se ha desvinculado, asistiendo por su parte a las concentraciones convocadas) ha sido la de apoyar la actitud y ponerse de parte del empresario en todo momento frente a las despedidas, ya sea cuando las trabajadoras se sindicaron, ya sea frente a las concentraciones, sin criticar en ningún momento los despidos o intentar revertir la situación. De esta forma, han estado haciendo un flaco favor a la plantilla y un gran servicio al empresario, que se está ahorrando una importante suma de dinero.
Lo que nadie podía prever es que el conflicto sindical coincidiera con las investigaciones de la UCO y el escándalo desatado por las mismas. El argumento de que no hay dinero (como si eso fuera responsabilidad de las trabajadoras) quedó en ridículo con lo publicado en prensa, aunque no se conoce ningún posicionamiento al respecto por parte del comité que tanto lo ha ido justificando. Según la prensa, sí que había dinero, pero no eran las trabajadoras la prioridad.
Otro sindicalismo es posible
A pesar del papel jugado por el comité de empresa, no debemos olvidar que otro sindicalismo es posible, como están demostrando las trabajadoras despedidas y todas aquellas que las están apoyando y luchando por mejorar sus condiciones.
El mero hecho de que éstas se reunieran en una asamblea y decidieran organizar una sección sindical desencadenó todo. Y la verdad es que la empresa tenía razones para preocuparse: no es lo mismo trabajadoras solas, aisladas, que salen más tarde de su hora sin protestar, que cobran menos sin quejarse… que asambleas donde la plantilla decide reivindicar lo que es suyo y dónde las trabajadoras toman el timón de su lucha. Hay que romper con el miedo y con esas dinámicas caciquiles tan caras a los “buenos patrones” y supuestos “creadores de empleo”. Y eso solamente puede hacerse desde la solidaridad y las luchas entre las y los trabajadores, mediante autoorganización y un sindicalismo que no se venda al mejor postor.