CADA VEZ CUESTA MÁS VIVIR… AUNQUE NO PARA TODOS

Cada vez cuesta más vivir…

No existe ninguna duda de que nuestras vidas son cada día más duras y más difíciles. Estamos viviendo la mayor caída de salarios en 40 años por la diferencia que hay entre la subida de la inflación y la de los salarios. La continua alza del precio de los alimentos, hasta un 15% de momento, se unen a la de las hipotecas, con un Euribor disparado, y a la de los alquileres. Ya son el 36% el que debe dedicar casi la mitad de sus ingresos a pagar su vivienda, sin contar con la luz o el gas, más caros una media del 33% y 12% respectivamente, quedando 3 millones de trabajadores y trabajadoras sin poder tener una temperatura adecuada en su casa, así como otros 3 millones que no pueden pagar sus facturas. A esto hemos de sumar la destrucción de los sistemas de servicios públicos como la sanidad de la educación, con el gobierno PSOE-UP destinando 4 veces más a defensa que a la enseñanza o la salud y los gobiernos autonómicos aplicando brutales recortes. Mientras nuestra juventud vive asolada por un paro crónico, un tercio tiene que abandonar sus estudios por temas económicos y su capacidad para emanciparse es nula, se rebaja la cuantía de las pensiones a nuestros y nuestras mayores.

Aunque no para todos

De igual manera, tampoco existe ninguna duda de que no todos viven en estas condiciones, pues mientras la clase obrera es golpeada una y otra vez, los beneficios de la patronal y la banca no dejan de aumentar trimestre a trimestre. En el Estado español tenemos que 6 millones de personas están en situación de pobreza severa y 11 millones en riesgo de exclusión social, pero también tenemos que los 100 españoles más ricos aumentan su riqueza 6,8 millones cada día. El presidente de la CEOE dice que 24.463 € de sueldo medio anual es una locura, pero el suyo supera los 400.000 €. Sanitas aumentó su tasa de beneficio hasta los 206 millones de € y Repsol lo hizo en 4.564 millones solo en 9 meses, mientras el sistema sanitario público es desmantelado y pasábamos frío en invierno. Mientras no podemos pagar nuestra casa, 3,5 millones de casas vacías (el 80%) están en manos de los bancos para especular con los precios y que éstos no dejen de aumentar. Por supuesto, los hijos de los que más tienen nada de lo que preocuparse. Un buen ejemplo es el caso del sobrino del Rey, colocado en un puesto en la petrolera más importante de los Emiratos Árabes Unidos, donde podrá mantener, junto a su abuelo, su desenfrenado nivel de vida.

¿Existe una alternativa?

Ante este escenario, las preguntas más obligadas son: ¿existe una alternativa? ¿Cómo la alcanzamos? Desde IZAR tenemos claro que la respuesta a la primera de ellas es un rotundo sí. Para ello es necesario cambiar la lógica del sistema, para que los y las que producen las riquezas no sean expoliadas por unos pocos; para que los y las que hacen funcionar todos los aspectos de la sociedad, sean quienes decidan sobre lo que nos afecta en el día a día y para que lo se imponga sea el bien social de la mayoría frente a los privilegios de esa minoría acaparadora.

La respuesta a la segunda pregunta no puede ser otra que para alcanzar esa alternativa es necesario enfrentarse a los intereses de los capitalistas. No es posible cambiar nuestras vidas sin asumir eso. Nuestros salarios no suben como sí lo hacen el precio de la luz y el gas porque la patronal no quiere dejar de aumentar sus beneficios. Por lo tanto, es necesario poner en el centro del debate una serie de reivindicaciones de urgencia social, que defiendan los intereses de la inmensa mayoría de la población:

Para hacer frente a la subida de la inflación y los precios, es necesario aumentar los salarios al precio del coste de la vida. Para asegurar nuestra salud, es necesario reincorporar la sanidad privada al sistema público y derogar el art. 135 de la Constitución que prioriza el pago de la deuda al gasto social (el presupuesto de sanidad no llega al 25% de lo que pagamos solo en intereses de la deuda). Para acabar con la pobreza energética y la escalada de las facturas, hay que nacionalizar el sector energético y ponerlo bajo control de los y las trabajadoras y usuarias. Para que nuestras jubilaciones sean dignas, es necesario establecer la edad de jubilación a los 60 años y las pensiones al mismo nivel que el IPC. Para asegurar que nadie se quede si un techo, hay que expropiar las viviendas vacías en manos de los bancos y crear un parque público de viviendas, con un alquiler social. Para darle un futuro a la juventud, hay que darles acceso a un salario, una vivienda y unos servicios públicos dignos.

Hay que imponer ese programa mediante las huelgas y la movilización

Un programa de estas características no se logrará mediante procesos electorales ni debates parlamentarios. A lo largo de la historia, todas las conquistas sociales han sido alcanzadas mediante la movilización de los y las trabajadoras y de la juventud.

Los más de tres años del Gobierno Sánchez demuestra que la participación en este tipo de Gobiernos sólo conlleva acabar aplicando políticas antisociales que al final acabarán reforzando a la derecha y a la extrema derecha. No existen atajos posibles. Ningún Gobierno va a enfrentarse por decisión propia a los intereses de los más ricos. Sólo la movilización sostenida en el tiempo de los y las que hacemos funcionar esta sociedad puede conseguirlo al temer los de arriba perder mucho más.

Para reforzar esta idea es necesario organizarse. Hacerlo de manera colectiva con más compañeros y compañeras que piensan de esa forma. Esto conlleva la construcción de un tipo de organización que no se activa cada 4 años en periodos electorales sino que día a día y durante todo el año se preocupa por construir movilizaciones y generar contradicciones con el sistema capitalista en los barrios, en los centros de estudio y en los centros de trabajo. Una organización militante que parta de las luchas y de las contradicciones de hoy para proponer y visibilizar una sociedad alternativa sin ningún tipo de opresión y de explotación: una sociedad comunista.