XABIER ARRIZABALO, ECONOMISTA MARXISTA Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

Hola Xabier, el próximo 9 de febrero acudirás al ateneo «La Morrallita» de Granada para hablar de la situación económica y política actual. ¿Qué elementos destacarías para entender la situación actual?

Por una parte, se refrenda una vez más la barbarie a la que conduce inevitablemente la supervivencia del capitalismo. Crisis, guerra, inflación… La crisis recurrente que lleva a una suerte de “crisis crónica”, la guerra que hace verificar de nuevo la acertada frase del dirigente obrero francés Jean Jaurès, de que como la nube porta la tormenta, el capitalismo lleva en sí la guerra. La inflación que, junto con las políticas de ajuste, ataca frontalmente el salario y por ende las condiciones de vida de la mayoría de la población, que somos la clase trabajadora. Unas políticas que aplican todos los gobiernos que aceptan someterse a las exigencias del capital y sus instituciones, como el caso del gobierno español actual revela con claridad (baste mencionar el aumento del 26% del gasto en defensa en los presupuestos de 2023, al llamado de EE. UU. a través de la OTAN, cuando ni en los peores momentos de la pandemia se dotó ningún plan de choque presupuestario para la sanidad pública, no digamos ya para la enseñanza pública, etc.).

Por otra parte, se refrenda también nuevamente la resistencia de la clase trabajadora, con experiencias tan importantes como, por citar sólo algunas, la huelga del metal de Cádiz de hace 14 meses, la huelga y en general toda la movilización en la sanidad pública y, muy especialmente, la lucha por la defensa del sistema público de pensiones, su carácter de reparto a través del mecanismo de solidaridad intergeneracional (también contra voces “de izquierda” que proponen romperlo apelando a que se financie por impuestos, es decir, dejarlo al albur del gobierno de turno, cuestionando así su condición de salario diferido).

Dicho de otro modo, la lucha de clases se agudiza, si bien desde el punto de vista de la clase trabajadora hay obstáculos, que tienen que ver en particular con la posición de dirigentes políticos y sindicales que tratan de imponer la adaptación a esas políticas, bajo la falacia de que hay un “ajuste bueno” o, dicho más ampliamente, con la ilusión, carente de todo fundamento, de un posible capitalismo bueno, de reformar el capitalismo.

A diario nos bombardean los medios con datos de inflación… ¿Cuáles son los efectos más nocivos de este aumento de los precios y a qué se debe?

No es fácil resumir la cuestión de la inflación, cuya explicación tiene que ver con la esencia misma del capitalismo, como modo de producción presidido por el desorden. La pérdida de poder de compra de las monedas nacionales, que es otra forma definir la inflación, expresa la inestabilidad creciente del capitalismo, es la dislocación del marcado mundial. Pero, además, como señalaba, la inflación, esto es, el aumento sostenido del nivel general de precios, supone una reducción del poder de compra de las familias de clase trabajadora cuando los salarios nominales, en moneda, no aumentan al mismo nivel. Es el caso, por ejemplo, del personal del sector público en el Estado español, cuyo aumento nominal del 3,5% en este 2023 se queda bien lejos del aumento de los precios en 2022, que oficialmente fue del 6,5%. Es decir, el gobierno ha impuesto a este segmento de la clase trabajadora una reducción salarial del 3%.

Recalco el término “oficialmente”, porque en realidad el impacto sobre los salarios es mucho mayor: los precios de los alimentos están creciendo ahora por encima del 15% y los alimentos, como es obvio, suponen un peso relativo mayor en la estructura de gasto familiar de la clase trabajadora que en la de la burguesía y la oligarquía.

Afortunadamente se están dando respuestas en numerosos sectores. Luchas por el aumento de los salarios, por las condiciones laborales y por los servicios públicos como puede ser el caso ahora mismo de la sanidad. Sin embargo, las direcciones sindicales siguen diseñando una orientación que no permite hacer converger a los que resisten. ¿Qué se puede hacer desde la izquierda anticapitalista y revolucionaria para fortalecer y unificar esas luchas? ¿Crees que los y las revolucionarios tenemos una responsabilidad también en el aislamiento de dichas luchas?

Ciertamente hay un obstáculo importante en la orientación de las direcciones de los sindicatos mayoritarios y no mayoritarios y de los partidos, que no despliegan la palanca de la que disponen, que sería la preparación efectiva de la movilización unitaria que permita lograr las reivindicaciones. Tampoco ayuda en nada, al contrario, la orientación sectaria, ultraizquierdista, de las direcciones de sindicatos y organizaciones que permanentemente ponen trabas a la unidad más amplia.

No considero que se deba partir de la “izquierda anticapitalista y revolucionaria”, sino de la clase trabajadora, de las masas que tienen las aspiraciones legítimas que son el empleo, la vivienda, la alimentación, el vestido, el transporte, la sanidad, la enseñanza, la cultura, etc. Porque se trata de articular, desde la perspectiva de la mayor unidad, la defensa incondicional de la concreción de dichas aspiraciones en reivindicaciones. Esto es, reivindicaciones concretas que se pueden ganar, constituyéndose así en conquistas, que a su vez son pasos en el camino para conformar la organización política que permita una verdadera salida a los graves problemas que padecemos.

La experiencia reciente en Francia es muy aleccionadora. Organizaciones juveniles que, en unidad con los sindicatos, mayoritarios y no mayoritarios, y con un partido político, La Francia Insumisa, combaten frontalmente contra las políticas de destrucción de derechos que trata de imponer Macron, tal y como fue el caso de la imponente movilización del pasado sábado 21 de enero, con más de dos millones de personas en la calle. O, como comentaba antes, la experiencia aquí de la lucha en defensa del sistema público de pensiones que, si bien no ha podido evitar algunos retrocesos, no es menos cierto que ha impedido que se lleve a cabo el ataque brutal que pretendían los sucesivos gobiernos subordinados al capital.

Por último, señalo en particular una iniciativa, el llamamiento “Alto a la guerra” que, en continuidad con las conferencias europeas contra la guerra y la explotación que se celebraron el pasado 9 de abril por videoconferencia y el 25 de junio en Madrid. Una iniciativa amplia que busca la intervención del único sujeto que puede parar la guerra y todas las destructivas políticas que la acompañan: la clase trabajadora organizada con sus partidos, sindicatos, etc.