FIN DEL ALTO EL FUEGO EN GAZA Y VUELTA A LA “SOLUCIÓN FINAL” AVALADA POR TRUMP

La madrugada del martes 18 de marzo el Estado terrorista de Israel rompía la débil tregua negociada con Hamás mediante treinta y cinco ataques aéreos, asesinando a medio millar de personas (casi 200 niños) e hiriendo a otros tantos, la mayoría en el bombardeo del campamento de Al Masawi, declarado como “zona humanitaria” por la propia Israel. Pero el ejercito israelí también aprovechó la misma madrugada para bombardear el sur de Libano y de Siria. Todo ello con el aval de Trump que el sábado 15 de marzo ya había bombardeado Yemen en alianza con el ejercito británico, aumentando las tensiones con Irán.

Así concluye un alto el fuego logrado el 19 de enero, que preveía 3 fases pero del que Israel ya había anunciado por medio de sus ministros que solo se comprometía a la primera, en la que Hamás entregó a 33 rehenes a cambio de 1900 palestinos presos en cárceles israelíes. Pero la segunda fase que comenzaba a principios de marzo y cuyo cumplimiento han exhortado a Netanyahu las familias de los últimos rehenes israelíes, comprendía la entrega de estos mismos a cambio de la retirada de las tropas sionistas de la franja de Gaza y la tercera etapa se encargaría de la devolución de los cadáveres y la reconstrucción de Gaza.

Pero la verdad es que Israel ya llevaba semanas forzando el fin de la tregua, volviendo a bloquear la ayuda humanitaria a Gaza; cortando los suministros de luz y agua a Gaza y aumentando la ofensiva sobre Cisjordania. Todo ello por supuesto con el silencio cómplice de las ilustres democracias europeas que están más pendientes de las migajas que puedan sobrar del acuerdo entre Trump y Putin para repartirse las riquezas de Ucrania y por rearmarse hasta los dientes para paliar los complejos derivados de la impotencia propia de su senectud imperial.

La Riviera del Medio Oriente

El genocidio contra el pueblo palestino no es fruto del sectarismo religioso, efectivamente necesita alimentarse para enmascarar las verdaderas causas, pero no es más que la quinta esencia de la naturaleza imperialista del capitalismo. La barbarie imperialista se justifica y enmaraña allá donde se ejecuta, pero siempre responde a las mismas ansias expansionistas por el control de los recursos naturales, los mercados y los enclaves geoestratégicos. Desde incluso antes de la creación del Estado de Israel el imperialismo europeo, primero y estadounidense después ya intuía indispensable este proyecto colonialista en el corazón del mundo árabe.

Los bandazos de la geopolítica norteamericana en la última década han encontrado en su patrocinio al régimen racista de Israel su valor constante. Y así lo ha querido demostrar Trump en su segundo mandato recibiendo como primer jefe de Estado extranjero al criminal de guerra de Netanyahu, al que quiso agasajar prometiéndole una “Riviera del Oriente Medio” para goce y disfrute de todo el mundo salvo para los 2 millones de gazaties, que serán expulsados a Jordania, Egipto y Arabia Saudita, si los pueblos de estos países no cuelgan a sus gobernantes antes por lo que sería ya la gota que rebosaría el vaso de las humillaciones frente a la barbarie sionista.

La solución final de Trump amenaza con hacer saltar por los aires la poca estabilidad que pueda quedar en Oriente Próximo. Ya ha declarado públicamente el regreso a la política de “máxima presión” contra Irán. Sobre todo porque la propuesta llega acompañada de un endurecimiento de la política hacia Irán, que es una de las potencias nucleares de la región. Del mismo modo ha confirmado la enésima traición del imperialismo estadounidense al pueblo kurdo, al anunciar que retirará todas las tropas de Siria para que puedan ser masacrados por Erdogan y su aliado en Siria el blanqueado por occidente y flamante Presidente sirio, Huseín al-Charaa, Emir del grupo terrorista HTS y antiguo líder de Al-Qaeda en Siria.

¡Desde el rio hasta el mar Palestina vencerá!

Pero el imperialismo genocida que occidente propugna hacia fuera cada vez requiere una mayor “fascistización” hacia dentro. Al vigoroso auge de la extrema derecha en Europa, Trump lo está acompañando con su política del terror hacia la numerosa población migrante en EEUU. Del mismo modo a Trump refleja su política en Oriente Medio a nivel interno, como ya anunció nada más ser elegido Presidente por segunda vez y como ya demostró el sábado 8 de marzo asaltando el domicilio del líder estudiantil de las movilizaciones en defensa de Palestina Mahmoud Khalil para detenerlo y deportarlo, a pesar de tener toda su documentación en regla.

Frente a su barbarie exterior y sus recortes de derechos y libertades a nivel interno, solo nos queda levantar la voz y poner nuestros cuerpos, como los están haciendo miles de jóvenes para exigir la liberación Mahmoud Khalil; como se viene haciendo en defensa del pueblo palestino a pesar de la represión policial, cómo la que vimos el 8 M en Berlín y auto-organizándose como hizo el pueblo palestino de manera ejemplar durante aquella gloriosa primera intifada. ¡Por una nueva intifada! ¡Desde el rio hasta el mar Palestina vencerá!