8-M. ACABEMOS CON EL CAPITALISMO PARA ACABAR CON EL PATRIARCADO

Los últimos datos que tenemos en el Estado español relacionados con la brecha salarial de género son del año 2023. Hace apenas unas semanas, CCOO advertía del aumento en el porcentaje de dicha desigualdad. En el año 2023, los hombres ganaron de media 29615 euros frente a los 24758 euros del salario femenino, lo que supone que las mujeres cobren alrededor de 5000 euros anuales menos que los hombres. La explicación la encontramos en numerosos factores: la alta tasa de trabajo a tiempo parcial entre mujeres (21,1% frente al 6,6% de los hombres); la discriminación en complementos salariales que beneficia en mayor medida a los hombres; o la carga de cuidados no remunerada, que afecta a 1,9 millones de mujeres que no buscan empleo por estas responsabilidades, frente a 352.000 hombres. Está claro que las mujeres seguimos ocupando el puesto número uno en precariedad, paro y tareas de cuidados.

Las políticas del gobierno ¿acabarán con la desigualdad?

En las últimas semanas, hemos visto el debate en el Parlamento sobre el decreto ómnibus. Finalmente, a mediados de febrero se aprobaron algunas medidas del decreto con el apoyo del PP y Junts. Entre estas medidas, se encuentran el aumento de las pensiones (también de las mínimas y no contributivas, estas últimas, en su mayoría, recibidas por mujeres); incremento del 9% del Ingreso Mínimo Vital; las bonificaciones en el transporte público; o la protección a personas vulnerables mediante ayudas para los pagos de luz o agua. Pero ¿favorecen estas medidas para acabar con la brecha salarial o la precariedad de los sectores feminizados? Hay que recordar que el gobierno de PSOE-SUMAR junto a la patronal y a las direcciones sindicales de CCOO y UGT, acordaban una reforma de las pensiones que aumenta, entre otras cosas, la edad de jubilación voluntaria hasta los 72 años a cambio de un incentivo posterior que incremente la futura pensión. Somos las mujeres trabajadoras las que nos veremos abocadas, en mayor medida, a trabajar hasta más tarde si queremos tener una pensión decente ya que somos las que más nos vemos golpeadas por la precariedad, el empleo parcial y por la temporalidad: el empleo a fecha de marzo de 2024 es en un 80% un empleo de este tipo. Al final, no solo no se debate una jubilación anticipada para sectores como el de camareras de piso que no llegan en activo a la jubilación ni el 5% de las trabajadoras por sus duras condiciones laborales sino que, además, favorecen el seguir trabajando hasta que el cuerpo no responda más.

Todas estas medidas son parches que suponen un avance por un lado, y un retroceso por otro. Hay que ir a la raíz del problema. Debemos acabar con el sistema capitalista que genera explotación y desigualdad, y patriarcal, que nutre y reproduce esta desigualdad.

¿Es posible acabar con la opresión específica hacia la mujer sin acabar con el capitalismo y el patriarcado?

Hace más de un siglo, las mujeres trabajadoras y revolucionarias rusas se preguntaban si era posible desligar la lucha por la liberación de las opresiones específicas de la mujer de la lucha contra el capitalismo en general. Es evidente que todas las mujeres sufrimos el patriarcado en nuestras carnes. Sin embargo, no hay que olvidar que las precarias, las que no tienen posibilidad de abandonar el hogar cuando hay maltrato, en las que recaen los cuidados y la carga de la familia, es sobre la mujer trabajadora. En el momento en el que capitalismo se desarrolló como sistema económico, requirió de dos tareas que, aparentemente están diferenciadas, sin embargo, ambas las necesita el sistema para sobrevivir. Por un lado, la producción, de la que extrae la plusvalía (la ganancia directa); por otro lado, la reproducción, que asegura varias cosas, como la disponibilidad de fuerza de trabajo, o el ahorrarse miles de servicios de los cuales ahora se encarga la familia, y especialmente, tareas de las que se ocupan las mujeres trabajadoras. Por tanto, podríamos preguntarnos si el sistema capitalista quiere acabar con la opresión y explotación específica de las mujeres. Durante la pandemia, obtuvimos muchas evidencias: las mujeres y niñas dedican 12.500 millones de horas diarias al trabajo doméstico, lo que supone un ahorro de 10’8 billones de dólares anuales. No hay mucho más que añadir.

Frente a los negacionistas de la extrema derecha y las políticas de migajas de la izquierda reformista: organización y respuesta feminista de clase.

Frente a discursos que niegan la opresión específica de la mujer, como el del señor Milei, el cual se está enfrentando a movilizaciones masivas por sus declaraciones contra el feminismo y los derechos LGTBIQ+, queriendo este, incluso, llevar a cabo mediante ley una penalización del aborto; así como Abascal, diciendo que “la brecha salarial es una gran mentira” y que tiene “tintes ideológicos” como si se tratase de una cuestión de fe y no de datos. La respuesta es la organización y la movilización. Kollontai, una de las grandes revolucionarias rusas lo tenía claro: “¿Pero de qué sirven estos derechos a las mujeres trabajadoras en el marco del parlamento burgués? Mientras el poder esté en manos de los capitalistas y los propietarios, ningún derecho político salvará a la mujer trabajadora de su posición tradicional de esclavitud en el hogar y en la sociedad.”. La historia reciente lo demuestra: solo la organización de las mujeres trabajadoras y la juventud ha podido mejorar nuestras condiciones de existencia.