Entrevistamos a Gaël Quirante, sindicalista en La Poste y militante del NPA-Révolutionnaires, quien junto a sus compañeras y compañeros protagonizaron una huelga ejemplar hace 10 años y por la que ahora quieren juzgarlo, en un nueva demostración de que la justicia burguesa es un recurso más de los capitalistas para la represión sindical.
Hola Gael, cómo ya sabes para IZAR vuestra victoria en aquella huelga histórica supuso una de las primeras y sin duda la experiencia internacionalista más importante para nuestra militancia. Por eso cuando hemos querido que nos cuentes de primera mano este nuevo episodio de represión contra las y los trabajadores que luchan por sus derechos. ¿De qué os acusan concretamente?
No acusan de violación de domicilio, es decir que consideran que en el 2014 cuando ocupamos por dos veces como una acción simbólica la sede estatal y Consejo de Administración de correos para reivindicar el hecho de que se abrieran negociaciones, después de más de un mes sin tener ninguna forma de negociación por parte de la empresa, pues entienden que eso es lo que en el Estado español se denomina “allanamiento de morada”. Evidentemente nos parece algo absurdo y disparatado que se pueda reprimir de esta forma a huelguistas por ir la sede estatal de su empresa para exigir que se abran negociaciones. De hecho esa acción simbólica nos permitieron que se abriera una vía de discusión y de negociación que no existía de manera previa.
Por otro lado nos acusan también de violencia e intimidación hacia la responsable de la seguridad de Correos, lo cual obviamente negamos rotundamente y de hecho consideramos que las imágenes recogidas por las cámaras de seguridad permiten demostrar que las acusaciones a los cinco compañeros y compañeras de violencia e intimidación hacia la responsable de seguridad, no no tienen fundamento alguno.
¿Cuándo se celebra el juicio?
El juicio es el doce de junio de 2025 a las 12 horas en París. Hemos aplazado ese juicio que tenía que celebrarse el 12 de noviembre porque no esperábamos esta acusación y no nos daba suficiente tiempo para prepararlo, ya que hablamos de hechos que se desarrollaron en febrero del 2014. Es decir más de 10 años después nos están acusando de agredir a la responsable de seguridad y de violación de domicilio, todo eso con el factor agravante de que se ha hecho por una banda organizada, lo cual es aun más surrealista.
¿Qué penas os están pidiendo?
Pues nos están pidiendo la pena máxima, que puede ser en algún caso hasta de cinco años de cárcel y de 75.000 euros de multa. Obviamente nos parece una locura que 10 años después llegue un juicio de la justicia burguesa, en la que un juez ha mantenido abierta una instrucción sin concretar una acusación formal por más de 10 años, para finalmente tratar de procesar a trabajadores y a representantes sindicales respecto a hechos que se produjeron en el contexto de una huelga que precisamente acabó con un acuerdo entre las partes para finalizar la huelga.
¿Qué acciones tenéis previstas?
El mismo día del juicio, el 12 de junio en París, queremos organizar una movilización muy importante contra la represión patronal pero de manera más amplia contra la imposibilidad dentro de la empresa de poder expresar lo que piensan los trabajadores sin que haya en ningún momento una forma de represión por parte de la empresa.
¿Cómo podemos ayudaros?
Evidentemente para nosotros y nosotras es muy importante la solidaridad obrera e internacionalista en contra de una represión que lo que lleva como objetivo es sobre todo intentar acabar con un sindicalismo que sobre todo pone en tela de juicio el poder del patrón y el poder de dirección del patrón dentro de la empresa, porque defendemos un concepto básico que es decir nosotros somos los y las que hacemos funcionar esta empresa, que hacemos funcionar La Poste, pues nosotras somos las y los que deberíamos de dirigirla entonces. Cuando se dice eso desde la minoría pues no le da tanto miedo a la empresa pero cuando eso se convierte en un discurso, como ha sido en nuestra provincia, mayoritario pues obviamente el patrón, aunque sea de una antigua empresa pública, pues quiere acabar con ese discurso y quiere amedrentar al conjunto de la plantilla para que nunca levante cabeza y luche por sus derechos.