NUESTRAS VIDAS VALEN MÁS QUE SUS BENEFICIOS – LA LUCHA ES EL ÚNICO CAMINO

Murieron en el barro, por vuestros beneficios

La catástrofe de la DANA en Valencia ha demostrado una vez más lo que prima en este sistema. Y no son las vidas de los y las trabajadoras. Lo que prima es siempre la búsqueda del máximo beneficio por parte de una minoría de la sociedad. Y para eso todo vale. Estemos en medio de una pandemia o de una catástrofe medioambiental, la producción no puede detenerse y poco importa si eso causa la muerte de más de 200 trabajadores/as.

La manifestación masiva del pasado 9 de noviembre, con más de 150 000 personas en las calles de Valencia, así lo ha expresado. Según el manifiesto de los convocantes, las causas de la tragedia son claras. Por supuesto, la inacción de los gobiernos centrales y autonómicos que no sólo no informaron de lo que estaba por venir sino que además dejaron que la patronal obligara a los y las trabajadoras a acudir a sus puestos de trabajo en esas condiciones.

Pero las causas no sólo son coyunturales. También son estructurales. La negación del cambio climático así como la especulación y construcción de viviendas en zonas inundables explican la tragedia del pasado 29 de octubre y por eso exigen que “se prohíba la construcción en zonas inundables y en la línea de costa”.

El movimiento no parece que vaya a parar hasta conseguir que se depuren las responsabilidades políticas y penales de todos/as los/as responsables. Al mismo tiempo, exigen soluciones inmediatas que vayan en el sentido de ofrecer una alternativa habitacional inmediata a todas las familias que se han quedado sin domicilio “reconvirtiendo los pisos turísticos en hogares” (…) así como poniendo a disposición de los y las afectadas aquellos “pisos vacíos de la banca rescatada, de los fondos buitres o de la Sareb” y de garantizar que “todas las personas de rentas bajas, independientemente de su condición administrativa (personas migradas, personas sin seguros, etc) tengan acceso a las prestaciones públicas para la reconstrucción.”

El capitalismo y la vivienda: una combinación basada en la especulación para unos pocos y no en las necesidades sociales de la mayoría

Son ya muchas las ciudades que se están movilizando para denunciar la especulación de las viviendas que empobrece aún más a la clase trabajadora. Málaga, Valencia, Madrid, Tenerife, Barcelona o Cádiz han salido masivamente a la calle para denunciar que mientras los alquileres no dejan de subir, los salarios se estancan. En el primer trimestre de 2024, los desahucios aumentaron un 12% respecto al año anterior, y un 73% de ellos se debieron al impago de alquiler. Además, se estima que hay más de 3,8 millones de viviendas vacías, la mayoría de ellas en manos de bancos y grandes fondos de inversión. Desde 2008, más de 2 millones de personas han sido desahuciadas, mientras que la edad media para emanciparse es de 30,4 años.

La situación es aún más crítica para la juventud, donde la suma del alquiler y los gastos para vivir sobrepasa el 100% del salario medio juvenil. No obstante, el problema no afecta solo a los jóvenes: en 2023, los y las trabajadoras destinaron el 43% de su salario al alquiler o hipoteca, mientras que el sueldo sólo aumentó un 4% en los últimos años frente al 10% de los alquileres.

Y mientras tanto, los que salen ganando son siempre los mismos. Los que detienen en propiedad los pisos y especulan con ellos. A día de hoy, el 21% de los propietarios acumular el 60% del parque total de vivienda. La crisis de 2008 dejó miles de viviendas vacías y en manos de los bancos. Tras recibir 58 000 millones de euros en rescates, las entidades financieras no sólo desahuciaron a miles de personas, sino que también negociaron masivamente con los fondos buitres. En 2013, la llegada de estos fondos trajo consigo la compra de miles de viviendas a bancos como BBVA y Santander, que vendieron más del 70% de sus carteras inmobiliarias.

El problema es el capitalismo

A nadie se le escapa que el problema de la catástrofe de la DANA o de la vivienda tiene un mismo nombre: capitalismo. Es imposible atajar ambas cuestiones sin enfrentarse a los intereses de los capitalistas y a la propia lógica del sistema.

Durante años, los distintos gobiernos de turno nos han ido diciendo aquí como a nivel mundial que se iban a tomar medidas para responder a la problemática del cambio climático y de la vivienda. Pero la realidad es que nada cambia. La situación medioambiental no para de empeorar mientras la vivienda se hace cada vez más inaccesible para la clase trabajadora y la juventud.

Tal y como lo hemos podido ver en Valencia, la cuestión medioambiental también tiene un componente de clase claro. En efecto, mientras la DANA afecta, en primer lugar, a las poblaciones que viven en terrenos inundables, es decir en las zonas donde la vivienda es más barata, los responsables de la crisis climática se hacen cada vez más ricos. No hay que olvidar que sólo 100 empresas entre las que se encuentra por ejemplo Repsol son responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En cuanto a la vivienda, tres cuarto de lo mismo. En los últimos años, y a pesar de supuestas leyes que iban a cambiarlo todo, el 85% de los alquileres se han incrementado de precio mientras los desahucios han aumentado en el primer trimestre del 2024 un 12% respecto al año anterior.

La solución no vendrá pues de los gobiernos ni de las instituciones que sostienen la lógica del sistema capitalista. Sólo la movilización sostenida de los/as trabajadoras y de la juventud puede lograr imponer un programa de urgencia social que responda a las necesidades sociales de la mayoría. Esa lucha tiene que asumir el enfrentamiento directo con los intereses de los capitalistas cuestionando la propiedad privada de los especuladores y de las empresas que están provocando la destrucción del propio planeta.