DE SYNASPISMÓS A KASSELAKIS: QUÉ QUEDA DE SYRIZA

La elección en septiembre de 2023 en primarias de Stefanos Kasselakis, liberal y exejecutivo de Goldman Sachs, como presidente devolvió a Syriza a la actualidad meses después del desastre en últimas elecciones. Quienes creen que encarna la única posibilidad de vencer a Mitsotakis acusan al sector de izquierda de ser culpable de la derrota. Quienes consideran a Kasselakis un extraño han llegado a decir que fue «plantado» por la embajada de EEUU. Sólo si analizamos el desarrollo de la izquierda socialdemócrata podemos encontrar una explicación lógica.

Syriza fue creada en 2004 como una alianza electoral, a partir de Synaspismós(SYN) , del que era líder Tsipras, y otras organizaciones más pequeñas de la izquierda radical. En enero de 2013 evolucionó a partido único y sus organizaciones se disolvieron y el peso de SYN en comparación con las otras organizaciones determinó su identidad política desde el principio, ubicando a Syriza en la izquierda reformista. Se ganó el reconocimiento de sectores de la izquierda y del anarquismo por su participación en los movimientos y brindarles apoyo desde el parlamento, pero nunca tuvo relación orgánica con estos.

La crisis económica internacional de 2010 y la entrada de Grecia en los smemorándum firmados por Nueva Democracia y PASOK rearmaron al movimiento social, que logró derrocar gobiernos, se dotó de autoorganización y avanzó en un programa anticapitalista. Syriza propuso como respuesta a la crisis política un “gobierno de izquierda” y en 2012 logró el mayor porcentaje de un partido de izquierda (27%), ascenso que fue un duro golpe para el movimiento: Tsipras dio garantías e estabilidad al sistema y cultivó la percepción de que su victoria podría resolver todo.

Hasta su victoria en 2015 Syriza avanzó hacia posiciones realistas, agudizándose especialmente durante el período preelectoral cuando diputados y organizaciones de centro-izquierda alrededor del PASOK se unieron al partido. La victoria con el programa económico de Tesalónica de Yannis Varoufakis permitió una con el ultranacionalista Griegos Independientes, demostrando que no existen tabúes en el camino hacia un gobierno de izquierda. El resto de la historia hasta la vuelta al poder de la neoliberal Nueva Democracia ya es conocida.

La gestión de un gobierno burgués por un partido reformista, especialmente en crisis económica, ha marcado a toda una generación militante. Syriza firmó un 3º memorándum, una ley antihuelga, la ley Katrougalou que reducía las pensiones, amplió el eje de cooperación entre Grecia-Israel-Egipto y firmó el acuerdo migratorio con Turquía, completando el programa neoliberal de la UE. En la oposición en 2019 se decidió un cambio de nombre y se añadió la frase «Alianza Progresista», dirigiéndose explícitamente a la dirección del PASOK y reclamando la hegemonía progresista.

En las elecciones de 2023 Syriza colapsó, Tsipras dimitió y el PASOK redujo drásticamente su diferencia para reclamar la porción más grande del pastel de la burguesía. Las primarias dieron a conocer a Kasselakis sin ninguna discusión política, cuya victoria se fraguó en la telegenia y el marketing liberal de EEUU. La alternativa, exministra de Trabajo, habría enfatizado su tecnocracia y el feminismo, lejos también de cualquier análisis de clase. Kasselakis acelerará la transfiguración con el PASOK, fenómeno que responde a quienes estuvieron en Syriza y gobernaron el partido y Grecia desde la óptica de gestión capitalista.