¿Cuál es vuestro análisis de la situación social y política en Argentina desde las sucesivas crisis de estos 20 últimos años?
Un vistazo previo. La rebelión popular de diciembre de 2001 derribó a cuatro presidentes en once días y dejó en crisis al bipartidismo tradicional, sobre todo a la Unión Cívica Radical. La presión llevó a suspender el pago de la deuda externa y volcar fondos a ayuda social para descomprimir. Así llegó al gobierno en 2003 el peronista Néstor Kirchner, del Partido Justicialista. Sin romper la dependencia del imperialismo, adoptó un discurso de centroizquierda. Ese mismo año, la lucha por los derechos humanos derogó las leyes de impunidad y reabrió los juicios a los genocidas. A la vez, el país se benefició del buen precio internacional de las agroexportaciones, lo que facilitó la elección de Cristina presidenta en 2007 y su reelección en 2011.
Pero desde 2008, con la crisis global y el fin del “viento de cola”, los problemas crecieron. El gobierno peronista profundizó la sumisión estructural al FMI, al extractivismo y su contracara: el ajuste al pueblo trabajador. El descontento social y la corrupción oficial siguieron en alza y de ese modo en 2015 llegó al poder una alianza de derecha liderada por Macri. Éste tampoco pudo imponer todo su plan antipopular, y su desgaste, alternando ya no partidos sino coaliciones, permitió la victoria peronista en 2019 con Alberto Fernández y Cristina.
En estas dos décadas la matriz productiva del país se primarizó, con eje en el agro y la megaminería. La economía se concentró y extranjerizó. El salario real cayó. Y el desempleo, la precarización laboral, la inflación y la pobreza aumentaron. Aun así, la burguesía no logra derrotar al movimiento de masas para “normalizar” el país.
¿Qué ha impulsado la victoria de Milei en las pasadas elecciones? ¿Qué realidad tiene esa victoria en la calle?
En el inédito 54% de votos a la ultraderecha hay un sector reaccionario y también voto castigo al gobierno anterior. Aparte del atraso político y el empuje de los grandes medios, la responsabilidad central es del PJ gobernante, que adoptó la agenda de la derecha y así causó una gran frustración popular. Sus falsas promesas de “heladera llena” y “volver mejores” terminaron en más del 40% de pobreza, la mayor inflación del mundo, más pagos al FMI y más corrupción. Además hizo utilización política de la bandera de los derechos humanos y su novedoso Ministerio de Mujeres fue puro doble discurso.
Al no tener la izquierda anticapitalista todavia, pese al avance de los útlimos años, peso de masas y como expresión nacional del giro a derecha a nivel global, ese descontento lo capitalizó un emergente por fuera de los partidos y alianzas que gobernaron el país los últimos 40 años. En la primera vuelta electoral una franja social eligió el voto útil para frenar a Milei, pero en el balotaje definió el tremendo deterioro del nivel de vida de millones, más el apoyo del macrismo al libertario. Su partido, La Libertad Avanza, no tiene fuerza organizada de masas ni dirige sindicatos. Pero su base social existe. El sector popular que erradamente lo votó y que aún dice “hay que darle tiempo” deberá hacer su experiencia. A su vez, el mayor espacio para la izquierda es entre las y los trabajadores y jóvenes que se alejan del peronismo.
¿Qué características tiene el programa político de Libertad Avanza? ¿Cómo caracterizáis a dicho gobierno?
El gobierno de Milei expresa a la fracción burguesa más poderosa, monopólica y parasitaria: el complejo agrominero exportador, las corporaciones y los bancos. De allí que surgieron roces en el Congreso con la casta política que refleja a las llamadas economías regionales, que criticaron las retenciones a sus exportaciones. El proyecto de Milei es de alineamiento total con EE.UU. y libre mercado a ultranza, que a la vez busca producir un cambio de régimen político en clave represiva para poder imponer un brutal ajuste. En Davos se lo pudo escuchar igualar a nazis, socialdemócratas, comunistas y liberales como colectivistas, endiosar al mercado, denostar al Estado y negar el cambio climático y la desigualdad de género, en un estilo similar al de Viktor Orban. Milei es parte de la tendencia general del capitalismo a gobiernos más autoritarios, con una fuerte ofensiva contra los derechos y libertades democráticas.
¿En qué consiste la Ley Ómnibus y el Decreto de Necesidad y Urgencia que esta discutiendo el Parlamento?
Es un ataque contra todos los derechos, en una política de shock como nunca antes:
- Derechos sociales. Anulan los subsidios a la energía y el transporte, habilitando alzas de tarifas. Eliminan la movilidad jubilatoria y fijarán aumentos por decreto. Modifican la ley de salud mental para volver al arcaico modelo manicomial.
- Derechos democráticos. Restringen el derecho constitucional a la protesta social. Imponen penas de prisión efectiva por marchas, cortes y bloqueos de empresas. Legalizan el gatillo fácil y la impunidad policial.
- Derechos laborales. Despiden a miles de trabajadores estatales, reducen la indemnización por despido, restringen el derecho de huelga, amplían el período de prueba y eliminan el pago adicional por horas extras.
- Derechos de género. Cierran el instituto anti-discriminación. En la ley materno-infantil niegan a las personas gestantes e incluyen conceptos clericales: niños por nacer y cuidado desde la concepción. Anulan la paridad electoral de género.
- Derechos ambientales. Modifican la ley de bosques para favorecer el desmonte, la ley de fuego para autorizar quemas, la ley de transición energética para mercantilizar la emisión de CO2 y la ley de glaciares para facilitar el extractivismo.
- Derechos culturales. Liquidan el fondo nacional de las artes, el instituto del teatro y el precio único para los libros. Reducen los institutos de cine, de música y las bibliotecas populares.
- Derechos económicos. Desregulan la economía y anulan todo control estatal de los precios y del comercio exterior. Proponen privatizar 41 empresas públicas. Reducen el impuesto a la fortuna. Modifican la ley de tierras para favorecer la venta a extranjeros.
- Derechos políticos. El Congreso le cede superpoderes al presidente. Reemplazan el reparto proporcional de bancas por circuitos uninominales, lo que alienta el bipartidismo y proscribe a las minorías. Legalizan el financiamiento empresarial de las campañas.
¿Qué movilizaciones ha habido hasta ahora y qué perspectivas hay después de la huelga del 24 de enero?
A diez días de asumir Milei, el 20 de diciembre, ante un flamante protocolo anti-protestas, desde el Frente de Izquierda Unidad y otras agrupaciones llamamos a una marcha y acto multisectorial en Plaza de Mayo. Fue exitosa y dio confianza a otros sectores, que esa misma noche hicieron cacerolazos e iniciaron asambleas barriales. Ya hay más de cien en la capital, el conurbano y el interior del país.
Las acciones del 20 presionaron a la conducción peronista de la CGT. Ante un decreto de Milei contra derechos laborales, para descomprimir hizo una presentación judicial y llamó a una concentración el 27 limitada a las direcciones gremiales. Pero una parte de las bases trabajadoras también se movilizó y junto a la columna independiente de la izquierda coreamos “paro general”. Como ese día el gobierno envió su ley ómnibus al parlamento, la CGT y las CTA tuvieron que convocar al paro general activo el 24 de enero, algo que no ocurría desde hace muchos años. Lo hicieron para presionar y negociar, pero el gobierno les deja poco margen.
El 24 el paro general y la movilización se sintieron muy fuerte. Las concentraciones en todo el país multitudinarias, con mas de 1 millon de trabajadores y sectores popules participando. El golpe que recibio el gobierno lo obligo al otro día del Paro a retirar parte de su Ley Omnibus, como un impuesto a los trabajadores y un ajuste a los jubilados, entro otros puntos, auque la pelea por derrotarla de conjunto sigue.
En Buenos Aires y todo el país, las columnas independiente y multisectoriales que conformamos, junto al sindicalismo combativo, el sector de la cultura en lucha, las asambleas barriales, organismos de derechos humanos, ambientalistas y la izquierda fue muy importante en todo el país. Tuvimos una actuación muy destacada, que se hizo sentir, y exigió la continuidad con paros escalonados hasta derrotar todo el ajuste. A Milei se le complicó la aprobación rápida de su ley en el Congreso y tuvo que postergar el debate del 25 al 30 de enero, fecha en la que desde la izquierda y la enorme resistencia social por fuera de los aparatos burocraticos volveremos a movilizar.
¿Qué papel tiene la izquierda revolucionaria en Argentina en dichas movilizaciones como en la situación política en general? ¿Qué realidad tiene en los sindicatos que protagonizan las movilizaciones?
Desde el Frente de Izquierda Unidad, agrupamiento clasista y anticapitalista que agrupa a las principales fuerzas de izquierda y de la cual nuestro partido, el MST es parte, somos vanguardia contra el plan de Milei, lucha que sigue abierta. En la reciente elección presidencial mantuvimos un 3% de votos, lo que nos permitio lograr nuevas bancas, entre ellas la de nuestra compañera Cele Fierro y otras, pese a la extrema polarización que se produjo. Y en las últimas legislativas tuvimos una votación muy superior, que en muchos distritos obreros supero el 10 %. En el activismo obrero, juvenil, barrial, cultural, ambiental y de los movimientos sociales la influencia de la izquierda revolucionaria es mayor. Esto incluye al Plenario del Sindicalismo Combativo, con peso en la salud, educación, el neumático y el transporte, entre otros gremios.
Ahora están en conflicto las y los trabajadores estatales, la cultura, algunos gremios por aumento salarial y crecen las asambleas vecinales. En el FIT Unidad hay diferentes estrategias: a diferencia de quienes priorizan el sector piquetero (desocupados) o sólo la acción parlamentaria, desde el MST insistimos en que el frente debe ir más allá de la aparición electoral cada dos años, convocar y abrir espacio al activismo independiente o que rompe con el peronismo y así transformarse en una herramienta cotidiana de lucha y alternativa política frente a todas las variantes capitalistas. El desafío está planteado.