A finales del pasado mes de octubre el sindicato United Auto Workers (UAW) llegaba a un acuerdo con Ford, Stellantis y General Motors, concluyendo con éxito una huelga histórica de tres semanas de miles de trabajadores contra el llamado “Big three” empresarial del sector automovilístico, que aglutina en torno al 40% de la cuota de mercado estadounidense en la venta de nuevos vehículos.
La victoria de los trabajadores ha logrado entre otras cosas: Un incremento salarial de hasta el 25%, especialmente en aquellas figuras más precarizadas como el personal temporal y de nuevo ingreso, se ha reducido o eliminado la doble escala salarial, se ha conseguido una reducción de la temporalidad en la contratación reduciendo el tiempo legal de los contratos temporales, se han introducido mejoras en determinados permisos, en los planes de pensiones y se ha abierto un marco a la reducción de la jornada laboral a 32 horas. Pero quizás una de las victorias más importantes sea el blindaje del derecho de huelga por el cierre de plantas, una importante victoria contra los posibles despidos y cierres patronales que mantiene la opción de huelga sobre la mesa en el futuro.
Por todo esto la victoria de los trabajadores de la automoción que ha liderado el sindicato UAW, marca un hito en la historia de la lucha sindical en Estados Unidos y nos enseña una serie de claves y lecciones muy valiosas para todo el movimiento obrero.
Una dirección y una estrategia sindical combativa
Una de las claves en la victoria de este conflicto ha sido el papel jugado por la dirección de la UAW que desde el inicio del conflicto ha centrado su estrategia en romper con la dinámica de competitividad y fragmentación que se ha ido instalando en las políticas de la empresa como método de contención contra la organización de los trabajadores. Una dinámica que va más allá del sector automovilístico y que es común a todos los sectores empresariales.
La UAW entendió bien está estrategia empresarial y la huelga estuvo dirigida en todo momento a romper la cadena de producción en las diferentes empresas que en apariencia no tienen relación pero que son parte de un mismo tejido, el hecho de plantear la huelga de manera simultánea en las diferentes plantas de producción distribuidoras con un discurso de solidaridad y de unidad entre trabajadores de diferentes empresas supuso un verdadero quebradero de cabeza para los empresarios que no tenían la capacidad de sobreponerse al paro, ya que estás plantas ensambladoras son propiedad de los grandes fabricantes de automóvil y a su vez son el nodo central desde el que se articula toda la producción del sector.
Herramientas de clase para una lucha de clases
Otro elemento diferenciador ha sido el uso de las propias herramientas de nuestra clase para conseguir la victoria. La herramienta de la huelga ha sido usada como un método de presión que se ha mostrado una vez más eficaz y con la capacidad de cambiar la correlación de fuerzas. La hoja de ruta era incrementar la escala del conflicto progresivamente, extendiendo la huelga de manera selectiva a otras plantas ensambladoras en función del curso de las negociaciones, incrementando gradualmente la presión. No solo a otras plantas ensambladoras, también a otras fábricas de suministros de estos grandes grupos, otros eslabones estratégicos de la cadena en los que el deterioro de las condiciones laborales ha sido significativo. La Huelga sin duda ha sido el elemento clave para la victoria consiguiendo movilizar en su momento álgido a más de 46.000 trabajadores
Otro elemento que a su vez a reforzado la estrategia de la huelga ha sido la caja de resistencia con la contaba UAW, alrededor de los 825 millones dólares, fruto del trabajo sindical previo y concienzudo que se ha hecho para preparar los mimbres de esta lucha. La caja de resistencia ha servido como sostén de los trabajadores y hubiera permitido incluso mantener la lucha en el tiempo si hubiera sido necesario.
La unión y solidaridad de clase como eje del discurso
Por último, otra de las claves de la victoria de la huelga ha sido un marcado discurso de clase, centrado en la solidaridad y la unidad, que ha conseguido ganarse la simpatía de los diferentes sectores de trabajadores y de la opinión pública en general, obligando incluso a Biden a posicionarse a favor de los trabajadores, en un intento de contener los ánimos, viendo la capacidad de aglutinamiento y solidaridad que estaba tejiendo la lucha.
Además este discurso dirigido a la clase obrera se ha articulado contraponiendo constantemente los beneficios de los que habían disfrutado las empresas desde el 2019, en concreto un 27% en el caso de Ford, en un 13% en General Motors y nada menos que en un 109% en el grupo Stellantis, frente a las pérdidas de derechos y merma de las condiciones laborales, así como la disminución sistemática de los salarios de los trabajadores, argumentados en torno a la “supuesta” perdida de beneficios de los empresarios. Lo que puso de manifiesto de manera muy clara y sencilla la gran diferencia e injusticia que existe entre nuestra clase y los explotadores, que de un tiempo a esta parte se intenta difuminar por todos los medios posibles.
En definitiva, una dirección sindical con una estrategia combativa, centrada en la solidaridad de clase y que ha usado las herramientas de las que disponemos como tal, para llevar a cabo su lucha, han sido los ingredientes necesarios que han dado finalmente la victoria a los trabajadores y trabajadoras.