¡NO A LA REPRESIÓN DE LAS 7 DE SOMOSAGUAS!

El pasado 13 de febrero, el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense fue escenario de una contundente respuesta antifascista. Centenares de estudiantes salieron a las calles para impedir que la extrema derecha, representada por Iván Espinosa de los Monteros (exdiputado de Vox), utilizara la universidad pública como plataforma para expandir su discurso de odio. Aquella acción no fue un delito, fue un acto legítimo de defensa: defensa de una universidad pública, crítica y antifascista.

Hoy, sin embargo, siete de esas estudiantes —conocidas ya como las 7 de Somosaguas— enfrentan una brutal campaña de criminalización. Han sido citadas a declarar ante los juzgados de Pozuelo acusadas de delitos tan graves como desórdenes públicos, coacciones e, irónicamente, delito de odio. Esta acusación no sólo es absurda, es profundamente ofensiva. ¿Desde cuándo oponerse al fascismo es un acto de odio?

Una estrategia represiva para callar a la juventud combativa

Las 7 de Somosaguas no están solas. La suya es una más entre muchas causas abiertas en todo el Estado español contra jóvenes activistas, estudiantes, sindicalistas y militantes de izquierdas. Desde Zaragoza hasta Granada, pasando por universidades en Madrid y Barcelona, lo que estamos viviendo es una ofensiva judicial e institucional para sembrar miedo, desmovilizar y neutralizar a la juventud organizada.

La extrema derecha, respaldada por sectores del poder judicial, policial y mediático, ha lanzado una cruzada contra quienes se atreven a levantar la voz. Pero su verdadero miedo no es a siete estudiantes, su verdadero miedo es a lo que representan: una juventud consciente, rebelde, organizada y dispuesta a luchar.

No nos van a callar

Desde Izquierda Anticapitalista Revolucionaria (IZAR) denunciamos esta persecución política. Las 7 de Somosaguas son el blanco de una estrategia represiva que busca equiparar el antifascismo con la violencia, y presentar a Vox y sus cómplices como víctimas. ¡Nada más lejos de la realidad! Son ellos quienes promueven el racismo, el machismo, la transfobia y el negacionismo climático. Son ellos quienes pretenden convertir nuestras universidades en trincheras del odio y la ignorancia.

Frente a eso, la protesta es no sólo legítima: es necesaria. Como dijo una de las compañeras encausadas, “la extrema derecha ataca a los estudiantes porque somos una fuerza capaz de enfrentarlos”. Y tienen razón: la juventud combativa, cuando se organiza, es capaz de frenar al fascismo, de defender derechos, de conquistar espacios.

Por una universidad al servicio de la mayoría

Lo que está en juego no es solo la absolución de estas siete compañeras. Lo que está en juego es el futuro de nuestras universidades: si serán espacios para el pensamiento crítico y la lucha por la justicia social, o si serán secuestradas por los intereses de los reaccionarios y sus cómplices institucionales. La universidad no puede ser neutral frente al fascismo. La universidad debe ser trinchera de quienes luchan, no refugio de quienes oprimen.

Desde IZAR queremos mostrar toda nuestra solidaridad con las 7 de Somosaguas!. No podemos permitir que el fascismo, las ideas de odio y sus representantes campen a sus anchas por nuestras universidades.

Porque si tocan a una, nos tocan a todas.

Porque protestar no es un delito.

¡Absolución para las 7 de Somosaguas!

¡Basta de represión al movimiento estudiantil!

¡Por una universidad pública y antifascista!