CARLOS MAZÓN: MENTIRAS, NEGLIGENCIA Y MOVILIZACIÓN POPULAR

El 29 de octubre de 2024, la Comunidad Valenciana sufrió una DANA devastadora que dejó más de 200 muertos y centenares de desaparecidos. Esta tragedia no fue solo producto del clima extremo, sino del abandono institucional y la negligencia criminal del gobierno de Carlos Mazón. Su inacción antes de la tormenta y sus mentiras posteriores confirman que su única prioridad es proteger los intereses de las élites económicas, mientras la clase trabajadora paga con su vida las consecuencias.

Desde hace años, los gobiernos del PP han favorecido la especulación inmobiliaria sin preocuparse por los riesgos medioambientales. Se han destruido barreras naturales, permitido la construcción en zonas inundables y eliminado medidas de prevención esenciales. Todo en beneficio de promotores y constructoras que se enriquecen mientras exponen a la población a desastres como este.

Lejos de revertir esta situación, Mazón ha profundizado en los recortes, uno de los casos más graves ha sido la eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), un servicio clave para la gestión de catástrofes. Con la excusa de acabar con “chiringuitos”, el gobierno de PP y Vox dejó a la Generalitat sin una herramienta fundamental para coordinar las respuestas ante crisis como esta.

Mazón desaparecido y sus intentos de manipulación

Mientras las lluvias torrenciales arrasaban calles y viviendas, Mazón no estaba en ninguna reunión de emergencia ni coordinando la respuesta. Se encontraba comiendo con la periodista Maribel Vilaplana, completamente ajeno a la tragedia. No apareció hasta que la presión social lo obligó, pero lo hizo sin asumir ninguna responsabilidad.

En lugar de admitir su inacción, ha intentado culpar a otras instituciones. Primero señaló a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), alegando que no avisaron a tiempo, cuando los registros muestran que las alertas existieron. Luego intentó desviar la responsabilidad hacia la Confederación Hidrográfica del Júcar, a pesar de que la Generalitat tenía herramientas para actuar y no lo hizo.

Su estrategia es clara: desinformar y evitar responder por sus errores. Pero esta vez, la indignación ha crecido hasta niveles que su gobierno no puede ignorar. Entre sus falsedades más escandalosas, Mazón llegó a afirmar que «todo estaba bajo control» cuando en realidad los servicios de emergencia estaban desbordados y sin recursos. También aseguró que la Generalitat había solicitado ayuda al Gobierno central desde el primer momento, cuando en realidad la petición llegó con días de retraso, cuando la situación ya era crítica.

Además, su gobierno manipuló imágenes y datos para minimizar el impacto de la catástrofe. En un intento de lavado de imagen, la Generalitat publicó vídeos de supuestas tareas de rescate que en realidad correspondían a operativos de otros años o a simulacros previos. Las redes sociales se llenaron de denuncias desmontando estas mentiras, dejando en evidencia la estrategia de ocultación de Mazón.

La movilización popular exige su dimisión

miles de personas se organizaron desde el primer momento para ayudar en las labores de rescate, limpiar las calles y apoyar a las familias afectadas. La verdadera solidaridad ha venido del pueblo trabajador, no de un gobierno que llegó tarde y mal.

A la autoorganización le ha seguido la movilización. Manifestaciones multitudinarias han recorrido Valencia, Alicante y Castellón, exigiendo justicia para las víctimas y la dimisión inmediata de Mazón. A pesar del silencio de los grandes medios y la represión policial, la rabia social sigue aumentando; Incluso dentro del PP hay tensiones, donde varios cargos han admitido que la crisis está dañando la imagen de su partido. Pero Mazón y su equipo siguen intentando aferrarse al poder, confiando en que la indignación se apagará con el tiempo.

Más allá de Mazón: una lucha contra el sistema

La tragedia de la DANA ha demostrado que el problema no es solo un presidente incompetente, sino un sistema que prioriza los beneficios de los ricos sobre la seguridad de la mayoría. El capitalismo no solo destruye el medio ambiente, sino que también deja a la clase trabajadora indefensa ante sus propias consecuencias.

No es casualidad que las zonas más afectadas sean barrios obreros, donde las infraestructuras están deterioradas y las viviendas no son seguras. Mientras tanto, quienes han hecho fortuna con la especulación inmobiliaria siguen disfrutando lejos de cualquier peligro. Esta crisis climática es también una crisis de clase.

Por eso, la lucha no puede limitarse a exigir la dimisión de Mazón. Es necesario un cambio profundo que garantice la protección del territorio, revierta los recortes y ponga la vida en el centro. Y eso solo será posible con la movilización y la organización de la clase trabajadora.

¡Mazón dimisión! ¡Juicio y castigo para los responsables! ¡Por una sociedad donde la vida valga más que sus beneficios!