En este dossier analizaremos cuáles son los intereses del imperialismo europeo para continuar la guerra en Ucrania, por qué la UE aumenta el gasto militar, cómo desde el gobierno de PSOE-Sumar se han plegado completamente a estas políticas, conduciendo sin remedio a la clase trabajadora hacia una escalada bélica desastrosa, pero también cómo podemos evitarlo.
Un aumento del gasto militar, ¿para defender al pueblo ucraniano?
El pasado 24 de febrero Pedro Sánchez visitó Kiev y aseguró que “España aportará más ayuda militar y con más determinación”, para lo que se comprometió a destinar a Ucrania ayudas militares anuales por valor de 1.000 millones de euros durante 10 años. Zelenski, que ha firmado otros acuerdos parecidos con otros 28 países, agradeció a Sánchez que ya en 2023 se implicara en la defensa aérea de Ucrania suministrando seis baterías de misiles Hawk. Frases de Pedro Sánchez como “nada sobre Ucrania sin Ucrania, y nada sobre la seguridad europea sin Europa”, que Ucrania entre en la UE “lo antes posible” o que “todos los aliados aporten garantías de seguridad a Ucrania” demuestran que el PSOE está totalmente alineado con las políticas de la UE, que recordemos tiene en mente un plan de rearme por valor de 800.000 millones de euros.
Un gasto que solo puede salir del endeudamiento de los países europeos, y en concreto de las clases trabajadoras europeas a través de recortes sociales que permitan aumentar los gastos militares y el negocio que ello encierra. De nuevo, nuestro gobierno actúa como el alumno más aplicado en materia de gasto militar, con un Gobierno que anuncia en Bruselas que el Estado español llegará al 2% del PIB (unos 36.650 millones de euros) antes de 2029, declarando, Pedro Sánchez, que “es evidente que todos debemos hacer un esfuerzo anticipado con respecto a 2029”. 10 días después en El País [1] podíamos leer que el Gobierno planea traspasar entre 3.500 y 5.000 millones de euros a Defensa desde otras partidas presupuestarias sin pasar por el Parlamento.
Esta política militarista, que solo puede conducir hacia más guerras, no tiene nada que ver con proteger y ayudar a la clase trabajadora ucraniana. ¿Desde cuándo se preocupan nuestros gobiernos europeos de las condiciones de vida de la clase trabajadora y de la juventud? Por mucho que traten de esconder las verdaderas razones, esta carrera al rearme de los países europeos solo responde a los intereses imperialistas que los capitalistas europeos tienen en Ucrania en contraposición, hoy, con los intereses estadounidenses y rusos debidos a las rivalidades interimperialistas existentes que nada tienen que ver con los intereses de la clase trabajadora americana, rusa o europea. Pero, ¿cuáles son estos intereses?
Un aumento del gasto militar para que los imperialistas puedan saquear y explotar al pueblo ucraniano
Obviamente, todos piensan en estar en mejor posición de cara a una futura reconstrucción en Ucrania, siempre y cuando ésta sea rentable (ya volveremos sobre eso). En este sentido se debe entender la visita de una delegación de 23 empresas españolas, varias de las cuales pertenecen a la Cámara de Comercio de España y a la CEOE el pasado junio, acompañadas por el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, el cual dijo que “el país [Ucrania] ofrece un gran potencial para las empresas españolas”.
Pero hay causas más profundas, algunas más evidentes y otras más soterradas. La potencialidad de Ucrania, que Cuerpo nombró pero no explicó se puede ver a varios niveles:
1. A nivel económico, tenemos principalmente tres elementos:
– En primer lugar tenemos la importancia de la producción cerealística. Ucrania ha servido como un modulador de precios a la baja de los cereales a nivel internacional. Si la frontera se trasladara lo suficiente al oeste y Rusia anexionase estos campos, ese papel estaría en manos de Putin. Teniendo en cuenta la dependencia de los países de la UE del grano ucraniano, pues antes de la guerra el Estado español importaba de ahí la mitad de girasol para el aceite de estas semillas, queda claro que es mucho más rentable para el imperialismo europeo que ese papel recaiga en un estado dominado y que esté dentro de la UE.
– Igualmente es importante la extracción de recursos mineros, tanto las tierras raras como otros materiales más clásicos como puede ser el carbón, que se encuentran localizados en el este del país. De ahí se entiende la prisa de Trump por firmar una paz que reparta entre EEUU, Rusia y Ucrania (de forma pasiva en su caso) la explotación de todos estos recursos.
– Finalmente, la guerra ha hecho que las importaciones ucranianas de armas se disparen hasta el primer puesto mundial, con un 8,8% de las compras totales. Empresas de hasta 35 países han vendido armas a Ucrania, con las alemanas y polacas en el segundo y tercer puesto. Es un negocio que mueve muchos millones y Francia, aunque a mucha distancia de EEUU, ya es el segundo exportador mundial y ha triplicado sus ventas a otros países europeos, debido a la entrega de cazas de combate a Grecia y Croacia y el envío de armas a Ucrania. No hace falta mucho más para entender la posición militar tan agresiva de Macron. Alemania ocupa el quinto puesto, Italia llega al sexto tras una subida del 138% y el Estado español se mantiene en el octavo puesto según un informe publicado el 10 de marzo por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI) para el periodo 2020-2024 sobre ventas de armas. Todos estos datos avalan, por un lado, las presiones para militarizar los países de la UE y, por el otro, mantener la guerra en Ucrania y que su ejército siga teniendo un tamaño considerable al que suministrar armamento para, en palabras de Sánchez, “disuadir a Rusia”[2].
2. A nivel estratégico, la posición de Ucrania es importante porque sus costas en el Mar Muerto permiten mantener una ruta comercial entre Oriente y Occidente sin necesidad de pasar por los Dárdanelos (Turquía). Además de rutas comerciales, es vital para el paso de oleoductos y gaseoductos desde Qatar o Kazajistán. Por eso hay tal cantidad de apoyo militar y logístico para mantener Odessa bajo control de Kiev, sobre todo por parte del Reino Unido, cuyos capitalistas tienen muchísimo dinero invertido en Ucrania.
3. Decíamos que apenas se habla de algunas causas más soterradas; una sería la relacionada con la mano de obra ucraniana, que si se mantiene en un número importante tras la guerra, puede permitir a los capitalistas europeos, sobre todo a los británicos, y estadounidenses realizar “dumping salarial” en un sitio donde tras la guerra la mano de obra va a estar tan necesitada como para vender muy barata su fuerza de trabajo, algo que ya se ha hecho en otros países de Europa del este. El paro y la miseria que dejará la guerra facilitará el chantaje a la clase trabajadora ucraniana, con salarios y condiciones laborales mucho peores que antes, con el apoyo de un estado totalmente sometido a los intereses imperialistas y con un ejército también muy dependiente de Occidente para que mantengan el orden y ahoguen futuras protestas sociales.
Sin embargo, todo esto depende de varias premisas: que en Ucrania el actual y los futuros gobiernos se plieguen a los dictados de la UE y EEUU; que se mantengan unas fronteras lo suficientemente amplias, que permitan que los cereales y otros recursos sigan en Ucrania y puedan ser explotados por el capital europeo y estadounidense; que mantenga una salida al mar Negro por Odessa, que asegure unas rutas rentables hacia el oeste y una mano de obra lo suficientemente joven y numerosa para explotarla. Esto y no otra cosa mantiene el interés de la UE en la zona.
Frente al nacionalismo imperialista, solidaridad entre los y las trabajadoras independientemente del país de origen. Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases. Tenemos que hacerles la guerra a los capitalistas
Los capitalistas quieren que los y las trabajadoras paguemos sus guerras y que muramos en los frentes por sus intereses. No son los hijos/as de las Botín, Amancio Ortega o Felipe VI los que mueren en las guerras. Cada aumento de los presupuestos militares nos acerca peligrosamente a la guerra, un horizonte que no desparecerá mientras sigan al frente de nuestras vidas los capitalistas y sus gobiernos títeres. El gobierno de PSOE-SUMAR, progresista de palabra e imperialista en sus actos, se ha plegado totalmente a esos intereses que nada tienen que ver con los de la clase trabajadora y la juventud. Y poco les importa si para ello es preciso conducirnos a la guerra.
Las organizaciones tradicionales del movimiento obrero nos están conduciendo sin remedio hacia una escalada bélica desastrosa. A la izquierda del PSOE, las críticas al aumento del gasto militar son muy tibias y se basan en un discurso vacío ligado a ver primero qué necesidades de defensa se tiene a nivel europeo, sin enfrentar en ningún caso el discurso dominante que trata de hacernos creer que el rearme de los países europeos se lleva a cabo por el bien de sus pueblos. Nada más alejado de la realidad. Ninguna de las organizaciones que van desde Podemos a Sumar pasando por las direcciones sindicales de CCOO y UGT plantean esta sencilla cuestión. Podemos y Sumar votaron a favor de la moción presentada por el BNG sobre la salida del Estado español de la OTAN y en contra del aumento del gasto militar, un apoyo que no conlleva ningún tipo de compromiso y que tiene un claro componente electoralista, con Sumar buscando diferenciarse del PSOE para contrarrestar las críticas de Podemos y con la formación de Belarra intentado aparecer como la alternativa a la izquierda de Sumar.
Sin embargo a través de su portavoz en el Congreso, Sumar ha dejado claro que está “a favor” de la posibilidad de enviar tropas a Ucrania para “garantizar la paz”. También Podemos ha demostrado su hipocresía y cinismo, basta con recordar que siendo parte del anterior gobierno asumieron un aumento del gasto militar en 2023 que se estimó en un 25%, con Pablo Echenique (portavoz en el Congreso de UP) garantizando que el Gobierno no se iba a romper por esa cuestión. Recordemos que Ione Belarra ya era la secretaria general de Podemos, además de ministra de Derechos Sociales en el gobierno PSOE-UP, quedando claro que el proceder actual tanto de Sumar como de Podemos, es de cara a la galería y que responde únicamente a sus respectivos intereses electoralistas.
Aun más claramente se han posicionado a favor de las políticas militaristas del Gobierno las direcciones de CCOO y UGT. Las declaraciones de Unai Sordo defendiendo una “posición del sindicalismo europeo” que propugne “incrementar la autonomía estratégica de la Unión Europea”o de un Pepe Álvarez que ha pasado de defender también esa “autonomía estratégica”a una posición claramente belicista y chovinista, porque “no son un sindicato hippie”: “Yo tengo la obligación de pensar en los trabajadores y las trabajadoras de mi país. Y por eso, no puedo ocultar que esa es una oportunidad. No para fabricar armas para matar a nadie, que yo no quiero que se mate a nadie, pero sí para estar en un mercado que existe, que va a existir, que vamos a tener las armas, porque un día vamos a ir pidiendo corriendo, si tenemos un problema de defensa, que vengan las armas y que va a contribuir al desarrollo también de la sociedad y de otros bienes y servicios que si no, no tendríamos”[3]. Simplemente repugnante.
Con esta labor por parte del reformismo político y sindical, no es casual que hasta un 75% de la población del Estado Español esté a favor de un mayor gasto en defensa según el CIS de 18 de marzo de 2025. Frente a la orientación de estas organizaciones, claramente alineadas con el imperialismo europeo, desde el conjunto de la izquierda revolucionaria, tenemos la obligación de oponernos a esta escalada bélica y de visibilizar otro relato. Este rearme es el fruto de la exacerbación de las rivalidades imperialistas, es decir de las rivalidades entre capitalistas de diferentes países. Esas rivalidades siempre han acabado en guerras mortíferas para la clase trabajadora. No queremos morir por la defensa de los intereses de los capitalistas. Al contrario, si hay una guerra que debemos emprender no es en contra de los y las trabajadoras de Rusia o de cualquier otro país sino en contra de los que nos gobiernan. Ya no les basta con aplicar políticas antisociales, para seguir defendiendo sus intereses de clase, están dispuestos a conducirnos al matadero.
No podemos confiar en las organizaciones que apoyan de alguna u otra manera esas políticas. Se hace imprescindible movilizarnos y mostrar en la calle el rechazo al aumento indecente del gasto militar y a las guerras imperialistas. Para ello, la clase trabajadora solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas. Para ello, debemos apoyarnos en nuestros métodos de lucha: las huelgas y las movilizaciones, para imponer un programa que rechace las políticas imperialistas, que frente a los aumentos de los gastos militares destine esos fondos a políticas sociales. Que combata los discursos chovinistas y patrióticos de nuestros propios capitalistas, que quieren enfrentarnos a los y las trabajadoras del resto del mundo, diciendo alto y claro a ese puñado de ricachones que no participaremos en guerras contra otros pueblos y que toda nuestra fuerza la destinaremos a luchar contra la clase capitalista y su sistema, que solo engendra explotación, guerra y sufrimiento para la Humanidad.