Con la vulgaridad y la brutalidad mafiosa que les caracteriza, Donald Trump y su vicepresidente. J.D. Vance, han dado una gran lección de imperialismo frente a las televisiones del mundo entero. Frente a Zelensky, el dirigente ucraniano no suficientemente dócil a sus ojos, han subido el tono, al considerar tener todas las “cartas” en sus manos.
Desde su vuelta al poder, Trump no esconde su voluntad por imponer al mundo la potencia americana. Multiplicando las felicitaciones a Putin, pretende participar junto a él al desmembramiento de Ucrania: para Putin y sus oligarcas, las tierras conquistadas al precio de centenares de miles de muertos; para los trusts americanos, los minerales del resto del país. ¡Y qué más da el destino de los pueblos en medio de ese reparto entre superpotencias! Y cuando Zelensky se atreve a reclamar que le garanticen que la guerra de conquista lanzada por Putin no volverá a iniciarse en cualquier momento, es Trump el que le recuerda que no es nada frente a los poderosos y que no puede exigir nada.
Los países europeos tratan de invitarse a la mesa del banquete
Puestos de lado por su tutela americana, los dirigentes europeos están desconcertados. Cumbre europea con Kiev este pasado domingo en Londres, Consejo europeo extraordinario en Bruxelas el jueves 6 de marzo, las comunicaciones se multiplican. Pero los dirigentes europeos no tienen mucho más que ofrecer al pueblo ucraniano. En realidad, quieren ante todo obtener su parte del pastel. Sébastien Lecornu, ministro francés de Defensa, ha anunciado por cierto el pasado 27 de febrero que deseaba, al igual que Trump, cerrar un acuerdo sobre los minerales con Kiev…
Desde Keir Starmer, Primer ministro británico, hasta Giorgia Meloni, Primera ministra italiana de extrema derecha, que no esconde su admiración por Trump, todos dejan clara, más allá de sus divisiones, la voluntad común de dedicar cada vez más presupuesto en armamento y en gastos militares. Con la excusa de que es necesario que “nos” defendamos, al haber retirada del apoyo americano en Europa. Como si pudiéramos confiar en ellos cuando son estos mismos que, hoy como ayer, no dejan de enfrentarse a las clases populares: quién puede aún creer que Macron, el presidente de los ricos, erigiéndose líder de la Europa de la defensa y llamando a “comprar europeo”, tiene otra cosa en mente que los intereses de los industriales franceses del sector – Airbus, Thales, Safran, Dassault…
Frente a la unión de los explotadores y de los multimillonarios, tenemos que oponerle la unión de los y las trabajadoras
Trump, Macron, Putin y consortes moldean un mundo de paro, de miseria… y de guerra. En el Estado Español, la dinámica es idéntica. Así, el presidente Pedro Sánchez ya ha anunciado que enviará 1.000 millones anuales en ayuda militar a Ucrania hasta 2029. Y como el objetivo es alcanzar en 2029 el 2% del PIB, el presupuesto militar en ese año rondará los 32.000 M€, y si se le añaden los gastos militares en otros ministerios superará la colosal cifra de los 42.000 M€. El gobierno de coalición PSOE-SUMAR, contribuye plenamente a que resuenen cada día más los tambores de guerra y todo eso por defender una causa que nada tiene que ver con los intereses de los y las trabajadoras aquí o en Ucrania.
En Ucrania, la rabia es profunda, no solo contra Putin, sino también en contra de Zelensky el cual ha facilitado despidos y cerrado numerosos servicios públicos, mientras que un número relevante de patrones ucranianos multiplican sus beneficios. Pero también es profunda en contra de los dirigentes del mundo imperialista a los que poco les importa su porvenir.
Cada declaración bélica, y sobre todo cada aumento de los presupuestos militares, aumentan la probabilidad de guerra, y nos acerca a ella peligrosamente. Es el riesgo al que nos estamos enfrentando si dejamos que hagan lo que quieran los capitalistas así como a los jefes de Estado que están a su servicio. Ninguna solución podrá venir de su parte, ni de aquellos que se someten a ellos, como lo ha hecho Zelensky alineándose totalmente tras las grandes potencias occidentales.
En contra de la militarización creciente de la sociedad, en contra de las rivalidades imperialistas, lo que necesitamos, es la unión de todos/as las trabajadoras, explotadas, oprimidas, para acabar con este sistema.