50 AÑOS DESPUÉS TODO SIGUE BIEN ATADO

El pasado 8 de enero quedó oficialmente inaugurada la agenda de actos que el Gobierno ha programado con motivo de los 50 años que han pasado de la muerte del dictador Franco. La negativa del PP a participar para no perder espacio político a su derecha, unidos a los exabruptos de VOX sobre el periodo de la dictadura va a permitir a Pedro Sánchez dos cosas: por un lado, su partido aparece con un perfil de izquierdas, lo que facilita que puedan seguir presentándose como la única alternativa para frenar el ascenso de la ultraderecha al Gobierno del Estado español; por otro lado, pone en dificultades a otras organizaciones como JUNTS al votar con PP y VOX (como ha pasado en el caso del decreto ómnibus). No obstante, no es el objetivo de estas líneas profundizar en estas cuestiones parlamentarias, sino en el contenido político de lo que se va a celebrar.

Una celebración para idealizar la Transición

Este contenido no es otro que alabar el periodo de la Transición, que aunque en realidad fue la mutación de la “democracia orgánica” franquista a la democracia parlamentaria estando ambas al servicio de los mismos capitalistas, se enmascara esta cuestión con bonitas palabras como las de Pedro Sánchez al “poner en valor la gran transformación vivida en este medio siglo de democracia” y, sobre todo, con las de Carmina Gustrán, nombrada comisionada por el Gobierno para coordinar los actos: “En 2025, cincuenta años después, queremos recordar el inicio de ese proceso colectivo y celebrar el país próspero, plural y democrático en el que nos hemos convertido.” En esa línea fue también la editorial de “El País” del 8 de enero, titulado “50 años sin Franco” que plantea: “Este miércoles el Gobierno pone en marcha el programa de actos destinado a conmemorar los 50 años de la muerte de Francisco Franco […] Acertarán los organizadores si las actividades conmemorativas ponen en valor la trascendencia de nuestra democracia […] Errarán si los actos del aniversario se utilizan para la lucha partidista o para acrecentar la polarización.” No cabe duda que tanto “El País” como el PSOE son dos de los grandes pilares de estabilización del llamado Régimen del 78.

El reformismo no se opone y acepta ese discurso

Y es precisamente contra esa visión idealizada de la Transición contra la que debemos advertir al conjunto de la clase trabajadora y la juventud. Una tarea que no van a afrontar organizaciones reformistas como SUMAR, que aparte de considerar “correctos” los actos, dice que la mejor manera de celebrar la democracia es “legislando y trabajando para la mayoría” en palabra de su responsable de Organización, Lara Hernández; ni tampoco las direcciones de los sindicatos mayoritarios, que lo más que han comentado, en palabras de Unai Sordo (CCOO) es que “Cuando murió Franco, la democracia no llegó al día siguiente. Los partidos políticos y sindicatos no estábamos legalizados” y que entre 1975 y 1976 “mataron a muchas personas” para rápidamente señalar que “La democracia es un gran logro de país y por eso creo que hay que reivindicarlo”.

Ni una palabra sobre que la brújula de todo este periodo siempre estuvo en mantener los privilegios sociales, económicos y políticos de la clase dominante, con una democracia en la que el papel de los y las trabajadoras se limita a votar en unas urnas. Ni tampoco hemos escuchado nada sobre que durante la transición se ocultó y se tergiversó la etapa de la II República y la Guerra Civil, que a partir de ese momento pasó a ser una guerra fratricida en vez de una guerra social, que enfrentó a padres contra hijos en vez de intereses de clase. De esta manera se igualó conscientemente el golpe y la represión política de los fascistas con las acciones de defensa del movimiento obrero.

Pero para tener otro futuro es necesario aprender del pasado

Sin embargo, para poder presentar un relato más completo de este periodo histórico es necesario profundizar sobre varias cuestiones como la violencia que ejerció la extrema derecha y su total impunidad, el papel que juega la monarquía en este proyecto político, la respuesta del movimiento obrero, por qué nunca se depuraron las principales instituciones del estado, que fue de los capitalistas que hicieron fortuna al calor de la dictadura, qué papel jugaron el PSOE pero también el PCE en la estabilización del régimen, como se intentó cerrar la cuestión nacional, qué significó en el Estado español la creación del llamado Estado del bienestar o por qué nos oponemos a la Constitución del 78 entre otras. Algo que es imposible hacerlo en un solo artículo por cuestiones de espacio, por lo que a lo largo de los siguientes números iremos dedicando artículos por separado a estas cuestiones, para poder desarrollarlas de manera que permitan darnos una visión más amplia de la Transición y, por tanto, nos permita entender mejor la realidad política, social y económica en la que hoy vivimos y de donde vienen todas las contradicciones que hoy marcan el día a día del sistema capitalista en el Estado español, con el objetivo de entender que hoy, al igual que hace 50 años, sigue siendo posible alcanzar una sociedad alternativa, sin ningún tipo de opresión.