El pasado 5 de noviembre, el Movimiento Socialista (MS) organizó en la Universidad Complutense de Madrid una serie de charlas entre las que se encontraba una titulada “Lecciones del ciclo pasado, propuestas para el presente” con la participación de Mario Aguiriano, Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández. En dicho acto se trató, entre otras cosas, el ciclo de luchas entre los años 2008-2014, la creación de Podemos y las perspectivas para afrontar el presente.
En este artículo nos centraremos en debatir con lo expuesto por Brais Fernández, dirigente de Anticapitalistas, ya que gran parte de su exposición tiene que ver con los años en los que compartimos organización y órganos de dirección antes de que la mayoría de Anticapitalistas expulsara a la mitad de la militancia de Andalucía. Tenemos, pues, una visión diferente que aportar a todo este periodo marcado por una agudización de la lucha de clases y por el nacimiento de Podemos.
Por aquel entonces, los y las militantes que hoy conformamos IZAR – y que hace justo 10 años fuimos expulsados/as – defendíamos en el seno de Anticapitalistas una posición diferente a la propuesta por la mayoría de la dirección. Esa posición – que expresamos como tendencia en unas tesis políticas alternativas durante el IIº Congreso de IA1 (enero de 2015) – hacía una crítica a la orientación mantenida por IA durante ese primer año en Podemos por no visibilizar un discurso político alternativo al de Pablo Iglesias que rompiera con la ilusión institucional y que se centrara en la intervención en la lucha de clases y en la ruptura con la lógica capitalista como medio para cambiar nuestras vidas. En ese Congreso, dicha tendencia alcanzó cerca del 20% de los votos. Un mes después se procedía a la expulsión de la militancia que la había animado.
La decisión de crear Podemos
En el acto del pasado 5 de noviembre, Brais Fernández empezaba diciendo que “la mayoría de la generación activista pero también de sectores de las clases populares apostaron por el asalto institucional que terminó en un rotundo fracaso en el terreno rupturista”. Al escucharlo, da la sensación de que esa apuesta, por utilizar el mismo término que él, nació de manera espontánea por parte de los y las activistas que estuvieron implicadas en las luchas del ciclo abierto con la crisis económica de 2008. Sin embargo, y aunque pueda estar implícito en el resto de su intervención, se olvida insistir en un elemento cuanto menos importante: Podemos no habría existido sin la apuesta política y decidida por parte de IA de crearlo junto con el sector representado por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón.
Podemos es por tanto el resultado de una decisión consciente, por parte de la dirección mayoritaria de Izquierda Anticapitalista, por crear un partido amplio junto con sectores reformistas y con fuerte potencial electoral con los que “operar en tensión”. Podemos no cambió. La idea de Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero siempre fue crear una organización política en clave reformista cuya centralidad fuera el asalto a las instituciones. Y todo eso con lo peor de la tradición estalinista en materia de democracia interna. En parte por estos motivos, los y las compañeras que hoy conformamos IZAR votamos en contra de la creación de Podemos en los órganos de dirección de Izquierda Anticapitalista aunque decidiéramos, al perder dicha votación, intervenir en su seno. Eso sí, siempre con la firme intención de construir una corriente que defendiera una perspectiva alejada de las ilusiones institucionales y centrada en la intervención en la lucha de clases para imponer un programa de urgencia social que se enfrentara a los intereses de los capitalistas y a la lógica de dicho sistema.
Entendemos que es un debate legítimo además de necesario reflexionar sobre cómo los y las revolucionarias logramos influir con nuestras ideas sobre las bases de las organizaciones reformistas con el fin de atraerlas hacia un programa de ruptura. Sin embargo, seguimos pensando que eso no pasa por compartir partido con sectores cuya finalidad es gestionar el sistema capitalista de manera más “amable” y en ningún caso derribarlo. De esa manera, no sólo las posiciones revolucionarias acaban diluyéndose e invisibilizándose sino que, además, se corre el riesgo de verse absorbido por el juego institucional y por la lógica reformista. En cambio, seguimos creyendo que la mejor forma de generar contradicciones entre los reformistas y sus bases sigue siendo mediante la intervención en la lucha de clases y la independencia política de los y las revolucionarias. Para ello, es necesario emplazar a dichas organizaciones reformistas (tanto sindicales como políticas) a que luchen por la defensa de medidas de urgencia social mediante la movilización y las huelgas de la clase trabajadora y de la juventud. En esas movilizaciones es dónde se pueden generar las contradicciones ya que dichas direcciones no están dispuestas a llevar esas movilizaciones hasta el final ni a asumir una política que se enfrente directamente a los intereses de los capitalistas.
Falta de democracia y ¿deriva?
Brais Fernández trató de sacar “lecciones de la conformación de Podemos en clave autocrítica”. Para ello se refirió, hablando de la dirección de Podemos, a “maniobras burocráticas, de persecución política contra nosotros. (…) La dirección de Podemos necesitaba destruir toda capacidad de oposición efectiva en su deriva en el terreno militante para efectuar un doble movimiento, agrupar la desafección y cambiarla posteriormente por la ilusión de la gestión progresista del régimen”. Si bien coincidimos con la apreciación hecha por el compañero, pensamos en cambio que se queda corto en el análisis. Es efecto, sería interesante preguntarse si se podía esperar otra cosa por parte de los Iglesias, Errejón o Monedero y si, por tanto, lo que sucedió fue o no “una deriva” o lo que es lo mismo, una evolución imprevisible. Desde nuestro punto de vista, rotundamente no. Era previsible y por ello era imprescindible combatir públicamente las posiciones políticas defendidas por la dirección de Podemos. La deriva no llegó al final del proceso, sino desde el principio. Y su objetivo siempre fue imponer una orientación a favor de la construcción de una organización política reformista, electoralista y vertical sin intervención real en la lucha de clases. Y frente a eso, no sólo la dirección de Anticapitalistas no optó por combatir dicha orientación oponiéndose públicamente a ella, sino que además decidió expulsar al sector interno de su partido que intentaba hacerlo a pesar de todas las dificultades.
Brais Fernández afirma que Anticapitalistas fue firme desde el principio con respecto a la crítica a la entrada de Podemos en el gobierno central junto con el PSOE. Es cierto. Sin embargo, el problema sigue siendo, en nuestra opinión, en si ese desenlace era o no previsible. En este caso, rotundamente sí. En efecto, la gestión del sistema y la salida institucional siempre fueron la perspectiva política de Pablo Iglesias. Lo hiciera junto al PSOE o no, eso sólo lo marcaría la posibilidad o no de lograr el soprasso. Pero en el fondo, aunque Podemos hubiese sido mayoría en el gobierno, sus políticas tampoco se habrían enfrentado a los intereses de los capitalistas ya que su perspectiva política no era ni es esa. Lo mismo le ocurrió a Syriza, aunque estuviera al frente del gobierno griego, y eso también era previsible aunque Brais Fernández hable de “capitulación y traición” y de “punto de inflexión a nivel europeo” al referirse a la aplicación de las políticas de austeridad por parte del gobierno de Tsipras. No por nada, los y las compañeras griegas del OKDE-Spartakos (sección griega del SU de la IVª Internacional2 y que conforman junto con IZAR la tendencia interna llamada Tendencia por una Internacional Revolucionaria-TIR) alertaban, desde los inicios a la mayoría del SU de la IVª Internacional, sobre la política de Syriza insistiendo en que llegado el momento aplicaría las políticas de austeridad sin llevar nunca a cabo una política que se enfrentara a los intereses de los capitalistas.
¿Y ahora, qué?
Es importante que los y las revolucionarios debatamos sobre estos aspectos. Esto debe servirnos para que las ideas comunistas revolucionarias puedan avanzar en el seno de nuestra clase y de la juventud. Para ello, desde IZAR, seguimos pensando que no hay atajos posibles. Sigue siendo necesario construir organizaciones revolucionarias con capacidad de intervenir en la lucha de clases. Las consecuencias dramáticas del sistema capitalista en materia de pobreza, opresiones, guerras y destrucción del planeta auguran estallidos sociales importantes que ya se están dando en algunas partes del mundo.
La tarea de los y las revolucionarias debe ser construir herramientas que permitan en medio de esos estallidos dar una perspectiva de ruptura con el capitalismo y de toma del poder de la clase trabajadora. Eso no significa que ignoremos las dificultades o que pensemos que la correlación de fuerzas está a nuestro favor. Somos conscientes de lo contrario. Sin embargo, las organizaciones revolucionarias no se construyen durante los estallidos sociales. Esa tarea debe anticiparse antes y para ello hay que marcar una distancia clara con respecto a las organizaciones reformistas. Existe un espacio a su izquierda. La tarea debe ser ocuparlo.
Para andar ese camino, seguimos pensando que el primer paso debe ser estar en capacidad, desde la izquierda revolucionaria, de intervenir conjuntamente en la lucha de clases. Existen luchas, se trata por tanto de reforzarlas y de llevarlas hasta el final gobierne quien gobierne. Sin duda esto sería un avance que nos permitiría dar saltos y visibilizar un polo que proponga una sociedad alternativa al sistema capitalista centrada en los y las que producimos las riquezas. Una sociedad en la que la clase trabajadora sea la que decida sobre todo: qué se produce, cómo y para qué. Una sociedad que rompa con la lógica de la búsqueda del máximo beneficio para una minoría.
1 Izquierda Anticapitalista se convirtió en ese Congreso en Anticapitalistas
2 Internacional de la que forma parte Anticapitalistas y que apoyó a Syriza y defendió como orientación la entrada de los y las revolucionarias griegas en su seno