El sector del Contact Center -también conocido como telemarketing- se caracteriza por los salarios de miseria, jornadas parciales, con contratos de 25 o 30 horas, y una temporalidad que impide a sus trabajadoras -la mayoría mujeres- alcanzar la mas mínima estabilidad laboral. Si la situación ya era insostenible hace unos años, la precariedad no ha hecho sino aumentar desde que la patronal iniciara a finales del año pasado una ola de ataques con despidos disciplinarios, Expedientes de Regulación de Empleo o Modificaciones Sustanciales de las Condiciones de Trabajo.
Es el caso de ICCS, Webhelp, Majorel, Intrum o Konecta BTO. Esta última forma parte del Grupo Konecta, un gigante que en el año 2022 obtuvo unos beneficios de más de 300 millones de euros. Sin embargo, la empresa no ha dudado en poner en marcha un ERE que le ha permitido deshacerse de más de 300 trabajadoras/es, a lo que hay que sumar las/os que se vieron forzadas/os a salir de la empresa tras la modificación sustancial que se llevó a cabo a finales de 2023, y la gran cantidad de despidos disciplinarios que se están llevando a cabo.
Así, mientras el gobierno más progresista de la historia de PSOE y Sumar nos vende que con su reforma la clase trabajadora ha avanzado en derechos, la realidad es bien distinta. ¿Cómo es posible que la primera empresa de Contact Center del estado español, con unos beneficios desorbitados, ponga en marcha un ERE con el beneplácito de CCOO, UGT, USO y Valorian? La respuesta es bien sencilla. Por mucho que se empeñe en hacernos creer lo contrario, las políticas del gobierno actual están destinadas a salvaguardar los intereses de los capitalistas. Existe pues un marco legislativo que, lejos de proteger a las/os trabajadoras/es, sirve de base a las empresas para precarizar nuestras vidas.
Los adornos, las florituras y las buenas palabras esconden una cruda realidad. Según datos del diario El Economista, en el año 2023 los despidos aumentaron un 83,2%. Todo ello teniendo en cuenta que con el gobierno de Sánchez y sus socios, la indemnización sigue siendo la misma que contemplaba la reforma laboral de Rajoy tras el recorte, y que además, los despidos disciplinarios, que representan más del 50% del total, no llevan aparejada una compensación.
Ya lo decía el director de Recursos Humanos del Grupo Konecta, Jaime Castel, cuando en plena negociación por la modificación sustancial en Konecta BTO que implicaba el cambio de turno de cientos de trabajadores, y mientras algunas organizaciones sindicales como CGT pedían una reubicación de las/os afectadas/os en otras empresas del grupo, dijo que “Konecta no es una ONG”. En efecto, el gigante se define más por sus prácticas que buscan maximizar los beneficios a costa de fijar unas condiciones laborales de miseria.
Otra de las empresas de Contact Center con presencia en nuestro país, Intrum, ha puesto en marcha un ERE que dejará en la calle a 581 trabajadoras/es. ICCS hizo lo propio hace casi un año con 400 despidos, a los que se suman los más de 200 de Webhelp. Frente a esta ola de ataques de la patronal, se hace necesario organizar una respuesta y poner en marcha una movilización que permita solidarizarse con las/os trabajadoras/es afectadas/os. Es el caso de lo que ocurrió en el centro de trabajo de Konecta BTO en Málaga, donde la sección sindical de CGT convocó una jornada de paros parciales pese a que ninguna/o de sus trabajadoras/es estaba afectada/o por el ERE. Sin embargo, la plantilla entendió la necesidad de solidarizarse con sus compañeras/os, alegando además que si el despido colectivo quedaba impune, se establecía un peligroso precedente para que la empresa con mayores beneficios en el sector del contact center del estado español pusiera en marcha otra medida similar a corto plazo.
Son ejemplos aparentemente residuales, de esos que no abren informativos ni salen en las portadas de los periódicos, pero que nos enseñan el camino de la solidaridad y la lucha colectiva, una lucha más necesaria que nunca. Desde el apoyo que han mostrado en infinidad de ocasiones las/os vecinas/os de Cádiz durante la huelga de los astilleros, hasta la solidaridad que ha logrado la plantilla de Tubacex en Euskal Herría, pasando por otros muchos conflictos que no se ven, no se oyen, pero están ahí.