Dos semanas después de las elecciones europeas podemos analizar con más perspectiva en qué ha quedado el “terremoto político” que se presagiaba en la UE y su traslación al E.Español. Si en la mayoría de los 27 estados, especialmente en quienes son timón económico, el avance de las fuerzas reaccionarias ha sido notable, con la victoria de Le Pen en Francia, el FPÖ en Austria, la 2ª posición de AfD (Alternativa por Alemania) y en Países Bajos y un mayor apoyo a Meloni en Italia, en general el 9J arroja un resultado de gobierno no tan diferente al de 2019.
El mapa dibuja un nítido reforzamiento de los partidos conservadores (el PPE) y liberales, que en la práctica hegemonizan la Comisión Europea y que permitirá a Ursula von der Leyen repetir el pacto tripartito neoliberal con Socialistas y Demócratas (S&D), un arrinconamiento de la Izquierda y los Verdes y con 1 de cada 4 eurodiputados de extrema derecha (podría ser el 2º grupo parlamentario) por el aumento de los grupos Conservadores y reformistas e Identidad y Democracia, además otras formaciones ultras no inscritas.
Los temas que han protagonizado la campaña en la mayoría de países de la UE son los propios de las opciones políticas fieles al status quo económico: las políticas migratorias, rubricadas con el Pacto de Asilo y Migraciones con el consenso de conservadores y socialdemócratas, y el consenso belicista y la economía de guerra (con von der Leyen visitando un búnker antiaéreo). Ambos temas son compartidos por la inmensa mayoría de las familias políticas, incluidos los Verdes, y congregan aquí la sintonía de PP, PSOE, Vox.
Frente a esto, la consultora Kapa Research realizó una encuesta preguntando a 10.000 posibles votantes de 10 estados de la UE cuáles eran sus preocupaciones: la primera respuesta era la incertidumbre económica (las subidas de tipos de interés, el alto coste de la energía y la inflación) y hasta un 80% consideraba que los ricos se estaban volviendo más ricos y los pobres cada vez más pobres. También el genocidio en Palestina estuvo fuera del foco, introducido por la izquierda, porque no era un disenso entre países.
Estado Español: empate entre bloques con un PSOE más dependiente
El reflejo de este giro a la derecha en el E.Español no se ha expresado de modo tan marcado, cuya explicación puede atribuirse a una ausencia de castigo a la gestión de los escasos 6 meses de legislatura, pareciendo una excepción. Podemos señalar que el aumento en votos de PP (34,18% y 22 escaños) a costa del hundimiento de Cs, y el mantenimiento sin apenas bajada en votos del PSOE (30,19% y 20 diputados) gracias a la pugna Sumar-Podemos apunta a una lenta consolidación del bipartidismo y no supone ninguna novedad en el equilibrio entre bloques.
La 2ª vuelta del 23J que pedía Feijoo ha quedado en un empate: su ofensiva obsesiva contra la Ley de amnistía y el uso de la judicatura como zancadilla, sumado a un Vox aupado por sus aliados y la visita de Milei, volvió a lograr que, con una muy baja participación (49,2%), los votantes progresistas hayan salvado por la mínima al gobierno Sánchez-Díaz: se produce prácticamente un empate técnico: 5.963.074 votos populares frente a 5.261.293 socialistas. Con la victoria pírrica popular, Feijoo gana tiempo pero consolida su dependencia de Abascal. En unas generales estaría, contando los votos del trumpista Alvise, más cerca de gobernar.
Con la dulce derrota socialista desde La Moncloa, Sánchez y el PSOE se sienten más reforzados frente a los de Yolanda Díaz, pero este espejismo resulta ser un arma de doble filo: el progresismo aglutinado en torno al PSOE debilita a todo su flanco izquierdo, lo que le obligará a depender del ideológicamente heterogéneo bloque de la investidura, teniendo ahora mucho más en cuenta la volatilidad del imprescindible apoyo de Junts y la fragilidad del siempre incierto escenario de gobernabilidad en Catalunya, en donde no se descarta a día de hoy una repetición electoral. El PSOE parece que no agota los cartuchos del falso antifascismo y la estratégica jugada de “los 5 días de reflexión” del presidente frente al fango político-judicial le ha acabado dando resultados.
La ultraderecha de Vox, en lenta caída las últimas semanas, aprovechó la ola reaccionaria de la UE aumentando hasta el 9,62% pero retrocediendo respecto al 12,38% del 23J, y le nace como apéndice la agrupación Se acabó la fiesta. La plataforma de Alvise, ultraderechista negacionista con un nutrido canal en Telegram, roba sin programa un número significativo de votantes a Abascal (casi el mismo que Sumar), pesca en la juventud (el 10% de los primeros votantes) y es 4ª fuerza en 9 comunidades autónomas. Sin desdeñar la alarma, habrá que ver si esta 3ª derecha queda en un voto de protesta temporal o logra sobrevivir.
La izquierda reformista se presentó a nivel estatal separada en Sumar, que no ha pasado de subrayar su influencia desde el consejo de ministros, y Podemos, jugando bien sus cartas con la exministra Irene Montero como si nunca hubiera estado en el gobierno. El espacio electoral de lo que en 2019 fue Unidas Podemos no ha llegado al 8% de los votos tras una lucha cainita, quedando muy por debajo del 12,33% de las generales de hace apenas un año, y quedando Sumar sin Podemos bajo el 5% y dejando por primera vez a IU sin eurodiputado.
Ambos son resultados mediocres y reflejo de la completa adaptación al papel subordinado al social-liberalismo del que son ya rehenes, por debajo cada uno por separado de la coalición de izquierda soberanista Ahora Repúblicas (4,92%), también a la baja por la caída de ERC y salvada gracias al crecimiento del BNG y EH Bildu, se leyeron de manera complaciente por ambas formaciones, que apuestan todo a la acción desde el gobierno y desde el marco institucional, respectivamente.
Se abre ahora un período en el que el llamado “espacio a la izquierda del PSOE”, cuya ausencia de transformación es más que palpable en 2 fórmulas de gobierno con Sánchez, se reformulará para asegurar su supervivencia política, dentro y fuera del gobierno. La primera señal desintegración de Sumar vino al día siguiente de la cita electoral con la dimisión “en diferido” de Yolanda Díaz: aunque abandona la dirección de la coalición, coordinará su acción en el consejo de ministros. El espacio aguantará sólo bajo el pegamento de la cogobernabilidad.
Las tareas de la izquierda anticapitalista y revolucionaria no cambian
A nadie le ha sorprendido que los resultados de las elecciones europeas no hayan sido ninguna buena noticia para la clase trabajadora y la juventud. La agenda austeritaria y de régimen de guerra de la próxima Comisión Europea será compartida en lo esencial por PP, PSOE y Vox y Sumar y Podemos no opondrán ninguna resistencia a ella si esto supone cuestionar el apoyo al gobierno de coalición usando una vez más el comodín del “lobo fascista” de PP-Vox. Lo hemos visto en la legislatura pasada de gobierno PSOE-UP y seguimos comprobándolo en la actual.
La situación económica y social en el E.Español con las escasa medidas aprobadas de carácter social (la mayoría revalidación de otras anteriores) de Sánchez-Díaz supone una merma de las condiciones de vida en nuestro campo social: la pobreza y desigualdad entre trabajador@s y juventud se acentúan porque la inflación no da tregua, la banca y las grandes empresas del IBE35 se embolsan beneficios cada vez mayores, el acceso a la vivienda se hace imposible y la represión golpea más que nunca amparada en la Ley mordaza contra sindicalistas y jóvenes antifascistas. A nivel internacional nuestro gobierno sigue siendo a pesar de la retórica aliado de Netanyahu y entusiasta contribuyente de la OTAN y su rearme en un escenario de guerra.
Desde nuestra organización IZAR consideramos que ante la nula alternativa que ofrece la izquierda reformista subalterna al PSOE, las tareas de l@s anticapitalistas y revolucionari@s y de quienes hacemos este análisis siguen siendo las mismas que antes del 9J. Es necesario seguir agrupando a sindicalistas y militantes anticapitalistas consecuentes que se movilizan por la clase trabajadora y la juventud y contra los discursos reaccionarios, enfrentándose a los intereses de los capitalistas, también a escala internacional, mediante huelgas y movilizaciones que pongan en cuestión las reglas del juego, única garantía para enfrentarse a un sistema de barbarie, guerra, explotación y desigualdad.