9 JUNIO: ELECCIONES EUROPEAS

Un ascenso de la extrema derecha a nivel europeo

Que la UE es un proyecto político que no responde a las necesidades de los y las trabajadoras y de la juventud no es ninguna exclusiva. La gestión de la crisis económica de 2008 nos lo dejó ya terriblemente claro. Lejos quedó entonces la idea de una Europa social, comprometida con el bienestar y solidaria entre sí. Los países del norte saqueaban a los del sur mientras el conjunto de los gobiernos, fueran éstos de la derecha conservadora o de la social democracia, aplicaban las mismas políticas austericidas llevando a la clase trabajadora a una situación de pobreza y miseria extrema. Frente a la crisis sanitaria, la UE volvería a emprender la misma salida económica. Fondos europeos y miles de millones para salvar a las empresas y migajas para los y las de abajo que seguíamos sufriendo las consecuencias de una enésima crisis económica.

Mientras tanto, y por si todo esto fuese poco, la UE no ha dejado de ser la muleta de los intereses del imperialismo estadounidense y de la OTAN en materia de relaciones internacionales. La escalada bélica, los tambores de guerra y el aumento drástico de los presupuestos militares no dejan lugar a dudas. El seguidismo al sionismo y la complicidad de la UE en lo que se refiere al genocidio palestino tampoco, manteniéndose como primer socio comercial del Gobierno de Netanyahu y conservando con éste las relaciones económicas, diplomáticas y militares intactas.

En ese contexto, no es de extrañar que la extrema derecha vaya a salir reforzada de estas elecciones. En periodos de crisis económicas y cuando las políticas llevadas a cabo por la instituciones europeas, no sólo no responden a los problemas de la clase trabajadora y de la juventud, sino que además asumen parte del discurso xenófobo de la extrema derecha, el reforzamiento de esas alternativas es casi inevitable. Los últimos pactos racistas aprobados por la UE en materia de inmigración que militarizan aún más las fronteras, que endurecen las condiciones de los centros de detención a la vez que suministran fondos públicos a países como Marruecos o Turquía para que hagan de gendarmes contra los y las refugiadas son una buena muestra de ello.

La política de nuestro Gobierno: un abismo entre lo que dicen y lo que hacen

En el Estado Español y a pesar de las apariencias, el Gobierno PSOE-SUMAR sigue esa misma lógica. Las políticas llevadas a cabo estos últimos años no han respondido a las necesidades de la clase trabajadora y de la juventud. A pesar de un discurso triunfalista en materia económica y social, la realidad que vivimos es muy diferente. En materia de vivienda, los precios de los alquileres han aumentado en un 78% en 10 años. Mientras en 2014 la media de un alquiler para un piso de 80m2 rondaba los 553 euros, 10 años después el precio está en torno a los 984 euros. En algunas zonas más tensionadas, los alquileres han aumentado hasta en un 150%. En cuanto al mercado laboral, la reforma de Yolanda Díaz no puede esconder que la disminución del paro va estrechamente ligada al aumento de la precariedad en el empleo. Así pues, y según sus propias estadísticas, en el mes de marzo, el 80% de los nuevos contratos firmados fueron o bien temporales o a tiempo parcial o correspondieron a los polémicos trabajadores fijos discontinuos.

Frente a eso, los beneficios de las grandes empresas del IBEX 35 no dejan de aumentar bajo el “Gobierno más de izquierdas de la historia”, alcanzando cifras históricas para un primer trimestre del año, de hasta un 21% o lo que es lo mismo de hasta unos 13 581 millones de euros. Mientras tanto, los salarios de los y las trabajadoras suben por debajo del aumento del coste de la vida. En efecto, la subida salarial media pactada en los convenios registrados hasta abril fue del 2,92%, casi cuatro décimas menos que la inflación. Esto es fruto de una contradicción no resuelta por este Gobierno que tanto correamos en nuestras manifestaciones: “o con la patronal, o con la clase obrera”. No se puede pretender aumentar los salarios al mismo nivel que el coste de la vida o asegurar una vivienda social sin enfrentarse a los intereses de la CEOE o de los grandes tenedores de vivienda. La política del PSOE junto con SUMAR ahora, o con PODEMOS antes, ha optado en todo momento por no enfrentarse a los intereses de los más ricos.

En materia internacional, tenemos el mismo problema. Mientras no se hace nada para revertir las privatizaciones de los servicios públicos o el aumento de la edad de jubilación, se aumenta, sin embargo, de manera insultante el presupuesto militar: hasta un 62,4% desde la llegada de Pedro Sánchez y se abre una nueva base naval de la OTAN en Maó (Menorca). El reconocimiento del Estado palestino no puede esconder que nuestro Gobierno no asume dar pasos que vayan en el sentido de la ruptura total de relaciones con el Estado sionista. Un Estado colonial que está llevando a cabo un genocidio asesinando a más de 35 000 víctimas. Por mucho menos, se ha retirado a la embajada española de Argentina. La lucha consecuente por el alto al fuego permanente pasa por la ruptura total de todas las relaciones con el estado sionista así como por un embargo de armas con éste.

Sin embargo, esa no es la política de este Gobierno que sólo está dispuesto a dar pasos simbólicos a la vez que manda a la policía para identificar a los y las estudiantes acampadas en las universidades como fue el caso en la de Valencia. Pero eso no es un caso aislado de este Gobierno. El Estado ya nos tiene acostumbrados a reprimir con fuerza a los y las que se movilizan y denuncian esa política del mal menor. Recordamos las tanquetas mandadas por el ministro Marlaska para reprimir a los y las trabajadoras del Metal de Cádiz, el mismo que mintió sobre la masacre de Melilla, las recientes penas de cárcel impuestas a los 6 antifascistas de Zaragoza o los 5 años de pena de cárcel a los/as que se arriesgan los/as tres sindicalistas del SAT gracias a una ley mordaza que sigue muy viva y coleando y que nunca fue derogada por este Gobierno.

La movilización y las huelgas para cambiarlo todo

Si verdaderamente queremos cambiar nuestras vidas y enfrentarnos eficazmente a esta escalada belicista, a estos genocidios y a la posibilidad real de la propia destrucción de nuestro planeta, no hay atajos posibles. Es necesario que los y las trabajadoras que nos enfrentamos en nuestros centros de trabajo al poder de la patronal o que los y las jóvenes que se enfrentan en sus universidades a los rectores que siguen manteniendo relaciones y convenios con el Estado de Israel irrumpamos en el debate político visibilizando otra salida política alejada de la política del mal menor y de la gestión “amable” del sistema capitalista.

El sistema capitalista es el responsable de nuestras condiciones de vida. Es el responsable de las guerras entre diferentes burguesías que sólo velan por sus intereses. Es el responsable de la catástrofe ecológica en la que nos vemos sumergidos. Es el responsable de las opresiones que padecemos. La utopía es pensar que vamos a poder responder a todas estas cuestiones mediante la integración en las instituciones de este sistema y sin asumir una política de ruptura con la lógica del mismo. El problema es estructural, no coyuntural. Defender esa perspectiva no es ser realista, sino iluso. En cambio, ser realista significa entender que la única vía para cambiar nuestras vidas pasa por asumir una política de ruptura con el sistema y de enfrentamiento con los intereses de los capitalistas con la perspectiva de construcción de una sociedad en la que los y las trabajadoras y la juventud, es decir los y las que hacemos funcionar la sociedad, seamos los que decidamos sobre todo: qué se produce, cómo y para qué. La economía no puede regirse en torno a la búsqueda del máximo beneficio de una minoría sino del interés colectivo de la mayoría. La situación política inestable va a conducir a estallidos sociales. Los y las comunistas, los activistas anticapitalistas, los y las sindicalistas consecuentes, debemos reagruparnos para lograr que esos estallidos habrán salidas revolucionarias y de cambio radical de la sociedad.

Desde IZAR no tendremos papeletas el próximo 9 de junio. Sin embargo, estaremos inmersos en una campaña internacionalista junto con organizaciones hermanas como el NPA francés para visibilizar ese discurso y esa necesidad. Hacemos un llamamiento a que el voto no vaya para las organizaciones que defienden o han defendido la política del mal menor desde gobiernos con el PSOE. Animamos, al que quiera votar, a que deposite su papeleta a alguna de las candidaturas revolucionarias existentes que han mantenido durante estos años una política de independencia de clase con las políticas antisociales vengan éstas del gobierno que vengan.