El pasado mes de diciembre saltaba a la prensa la noticia de que Fernando Egea, delegado de Cultura de la Junta en Granada, destituía de forma inesperada al director del Museo Arqueológico de Granada “por falta de confianza en su gestión”. Esta destitución, a todas luces arbitraria, según pusieron de manifiesto los profesionales de la arqueología, volvió a abrir la brecha del malestar existente por las precarias condiciones del Museo y ha vuelto a poner sobre la mesa el maltrato y el abandono al que se ve sometido el patrimonio cultural de la ciudad de Granada en un contexto además en el que, paradójicamente, se quiere lanzar la candidatura de Granada como “Capitalidad Europea de la Cultura en 2031”. En ese contexto, el pasado sábado 13 de enero más de 100 personas nos concentramos en la puerta del museo para reivindicar un museo arqueológico digno.
El Museo Arqueológico de Granada tiene su sede en el palacio renacentista de la Casa de Castril situado en Carrera del Darro y siempre ha estado a cola de las planificaciones culturales del estado y, posteriormente, también de la Junta de Andalucía. El museo tuvo que cerrar en 2010 por las deficientes condiciones de conservación del edificio, y pasados 8 años y tras una importante presión ciudadana, se reabrió con las mismas deficiencias y una exposición aún menor que la que había antes de su cierre, con tan solo 120 piezas arqueológicas. Las deficiencias del Museo son a todas luces evidentes para cualquier persona que se acerque a visitarlo: con la riqueza patrimonial de Granada, el espacio expositivo es de 264 m2, 13 veces inferior a los 3.442 m2 del Museo de Málaga, 9 veces inferior a los 2.338 m2 del Museo de Sevilla o los 2429m2 del Museo de Cádiz y 8 veces inferior a los 2.278 m2 del Museo de Jaén, teniendo además importantes deficiencias de accesibilidad, pues no está acondicionado para el personal con movilidad reducida. El Museo de Granada tampoco cuenta con salas de exposiciones temporales, laboratorios de investigación, conservación y restauración de piezas, salones de actos o biblioteca. Por no contar no cuenta ni con personal. De la reducida plantilla contemplada por la Junta de Andalucía, sólo están cubiertas el 50% de las plazas, un personal claramente insuficiente para cubrir las necesidades de investigación, divulgación y difusión del Museo.
Pero las deficiencias no quedan ahí. La Junta de Andalucía, antes con el PSOE y ahora con el PP, lleva décadas cometiendo una importante dejadez de funciones con respecto a dos obligaciones claras: de un lado conservar y proteger el Patrimonio arqueológico y de otro darlo a conocer y divulgarlo. La ausencia de unos almacenes adecuados en el Museo provoca que cientos de miles de restos arqueológicos estén en manos de arqueólogos/as en lugar de en los almacenes de museo donde deberían de estar custodiados, protegidos y en condiciones ambientales y de seguridad adecuadas. El patrimonio arqueológico es un bien de carácter histórico que tiene que estar al servicio de la sociedad y debe ser accesible para el disfrute y aprendizaje de nuestro pasado histórico, artístico y cultural por parte de toda la ciudadanía. No puede estar ni oculto en almacenes inaccesibles ni desperdigado de forma incontrolada en almacenes o despachos por la dejadez de funciones de custodia y conservación por parte de la Administración.
La destitución del director del Museo, que pese a todas estas limitaciones había iniciado un proceso de revitalización del Museo que ahora sí parecía salir de su letargo ha vuelto a poner sobre la mesa la evidente necesidad de un nuevo Museo Arqueológico en la ciudad. El museo de Granada es el peor de todos los museos arqueológicos provinciales de Andalucía, incluso peor que muchos museos locales. No se puede aspirar a ser capital europea de la cultura en 2031 maltratando y abandonando a la cultura de esta manera.