QUE EL MAL MENOR NO SEA LA PRÓXIMA PAPELETA: ES NECESARIO UNA CANDIDATURA ANTICAPITALISTA EN LAS ELECCIONES EUROPEAS

El próximo 9 de junio se celebrarán unas nuevas elecciones europeas, que irán precedidas por una nueva campaña que, de seguro, durará más de lo normal. Es importnte que desde la izquierda que defiende la necesidad de la movilización para cambiar nuestras vidas y que piensa que esto no podrá hacerse sin enfrentarse a los intereses de los que más tienen y con independencia de ellos y sus organizaciones, levante un proyecto claro y sin atajos en la próxima cita electoral.

  1. La política del mal menor no es ninguna alternativa

Desde que las calles se ilusionaran con la posibilidad de que cambiasen las cosas con movimientos como el 15-M, las subsiguientes “mareas” y las Marchas de la Dignidad, muestras todas ellas de la rabia y las aspiraciones de la juventud y l@s trabajadores frente a una crisis que se cebaba con nosotr@s desde el 2008, la creencia en poder transformar nuestra realidad se ha ido reduciendo cada vez más.

Con el nacimiento de Podemos en 2014 la calle fue sustituida por las urnas y las instituciones: fue la ilusión de poder asaltar los cielos a través de los parlamentos, un camino que parecía más fácil de transitar. De esa ilusión se pasó al descrédito conforme las experiencias en ayuntamientos o gobiernos iban dejando de lado importantes reivindicaciones “para después” o en aras del “es lo mejor que podemos hacer”. Gobiernos que no se han enfrentado a los intereses de los que más tienen y que han acabado naturalizando el conformismo con las migajas de un sistema que no hace prisioneros, a la vez que han ido apuntalando un régimen como del 78 que en 2011 estaba en una crisis de legitimidad sin precedentes.

La creencia en el mal menor, naturalización de que no hay otra forma de mejorar nuestras vidas que aceptar las citadas migajas, se ha ido haciendo mayor conforme la extrema derecha ha subido y asomado en los medios de comunicación, en las instituciones y, más recientemente, en las calles. La alternativa que supuso Podemos ha sido sustituida por Sumar, un proyecto todavía más defensor del mal menor y del mantra de que no se puede hacer otra cosa. Y, en la misma medida, mucha gente, jóvenes y trabajadores/as, han votado más con miedo que con convencimiento. ¿Cuánto tardará el miedo en dar lugar al hartazgo si aquell@s que gobiernan en nombre de las y los trabajadores no se enfrentan a los intereses de los que más tienen y acaban siempre perdiendo y ganando los mismos?

  1. Es responsabilidad de la izquierda a la izquierda de este gobierno levantar un proyecto para las elecciones europeas

Durante este proceso en el que las instituciones han supuesto ilusión y desilusión, la izquierda crítica con los pactos con el PSOE, la entrada en el gobierno y los programas que prometían cambiar las cosas mediante las instituciones, no ha sido capaz de levantar ningún proyecto común, que se dirija a tod@s aquell@s que luchan, ni plantear que existe una alternativa que se debe basar en la independencia de clase, en la movilización y en la fuerza de las y los trabajadores. Y no ha sido por falta de propuestas e iniciativas las cuales, por distintas razones, no han terminado de fraguar.


Estas iniciativas se han hecho dentro y fuera de los momentos electorales, porque evidentemente van más allá de votar. Pero aun así no han tenido éxito. Es necesario enmendar este error. Y para ello es importante encarar la próxima cita electoral como un nuevo momento para explorar esta posibilidad: debe haber un proyecto claro y alternativo a aquellas propuestas que no han dejado de desilusionar a la misma gente que siente miedo a la extrema derecha pero que sabe o intuye que las instituciones no son el camino. Y las elecciones dan una oportunidad para ello, sin que una iniciativa de este tipo tenga por qué quedarse ahí.

Si no se hace, ese espacio político será ocupado por organizaciones que o bien ya han desilusionado (como un Podemos herido por no estar en el gobierno, y que ahora pretenderá presentarse como más radical) o que siguen su misma senda. O lo que es peor, por alternativas por la derecha. Ante esto, sería un error más que el mal menor fuera la única papeleta (o la abstención por descrédito y desilusión) a la que pudieran agarrarse trabajador@s y jóvenes en las siguientes elecciones. Por el contrario, es fundamental que se levante y se haga visible un programa que se base en las movilizaciones y que muestre los límites de las instituciones, con independencia de los partidos que gobiernan y que señale a los responsables de la crisis. Y más fundamental aún es que este programa se visibilice a partir de la unidad de todas y todos aquellos que lo comparten.