¿EN QUÉ MEDIDA EL 5º CONGRESO DEL NPA Y SU ESCISIÓN HAN ABIERTO POSIBILIDADES PARA LOS Y LAS REVOLUCIONARIAS EN FRANCIA E INCLUSO MÁS ALLÁ?

Estamos a punto de contradecir a aquellos/as que afirmaban, quizás un poco a la ligera en la prensa, al día siguiente del 5º Congreso: «en la extrema izquierda, el NPA se ha autodestruido».

Casi 8 meses después, estamos aquí y muy presentes. Y no nos hemos limitado a «salvar los muebles», aunque eso también tendremos que hacerlo de manera literal. 

Más bien, hemos alcanzado el objetivo de «continuar el NPA» para avanzar – junto con otros/as compañeros/as, somos conscientes de ello – hacia la construcción de un partido revolucionario, comunista e internacionalista.

Pensamos, efectivamente, que la etapa actual de construcción del NPA es, a pesar de la escisión impuesta, una etapa emocionante ya que significa un impulso, un paso hacia delante para lograr dicho objetivo. Lo vivimos como un momento lleno de oportunidades para nuestro compromiso militante. La salida de los/as camaradas alrededor de Philippe Poutoui hacia otros derroteros es vivida, para una gran mayoría de nosotros/as, con alivio. Y, por contra, nadie podrá recriminar ni a l’Étincelle ni a A&R no haber tomado sus responsabilidades. Hasta el final tratamos de evitar una escisión totalmente antidemocrática. Nos dimos los medios para ser mayoritarios a sabiendas – y eso desde la Conferencia Nacional del NPA de junio de 2021 para debatir sobre las presidenciales – de que eso no podría realizarse sin tomar el tiempo de afrontar todos los debates políticos que existían en cada uno de nuestras corrientes respectivas. Nos opusimos a la separación del NPA sin dudarlo ni un instante, y tratando de reagrupar más allá de nuestras corrientes respectivas. Logramos, de hecho, un pequeño éxito al conseguir que 664 militantes del NPA votaran a favor de nuestra plataforma congresual (la Plataforma C). La diferencia fue sólo de 40 votos con respecto a la Plataforma B de Philippe Poutou y de Olivier Besancenot.

8 meses después de ese golpe de fuerza antidemocrático que habría podido acabar con el NPA, trataremos de analizar todo lo que ha supuesto luchar por mantener en un primer momento el NPA, para hoy alcanzar la posibilidad de construir un partido revolucionario, comunista e internacionalista.

Querían expulsarnos con tan sólo retirarse del Congreso

La manera en la que los/as camaradas alrededor de Philippe Poutou llevaron la escisión quedará en los anales de las prácticas antidemocráticas en el seno del movimiento troskista. Esos/as mismos/as camaradas que piensan poder dar lecciones en la materia a otras corrientes troskistas como Lutte Ouvrière o a las corrientes provenientes del Lambertimso. De hecho, es notable que Olivier Besancenot no haya confrontado con los debates contradictorios durante el Congreso Nacional, decidiendo incluso no asistir físicamente. Prefirió, al parecer, esperar a que sus camaradas eligieran abandonar el Congreso para reunirse con ellos, y sobre todo, para expresarse públicamente durante una rueda de prensa de los/as «escisioncitas a favor de la unidad», para insultarnos, calificándonos de sectarios a nosotros/as. Las razones de la salida fueron, sin embargo, muy claras para el entorno del NPA: se trataba efectivamente de poder llevar a cabo una política de acercamiento, inclusive a nivel electoral, con la Francia Insumisa (LFI) de Mélenchon. 

No obstante, los y las camaradas de la Plataforma B sabían que esa orientación era minoritaria en el seno del NPA (por cierto, como también lo era la escisión). Por ello, rechazaron someterse a las votaciones del Congreso. Sabían que sus principales propuestas acabarían siendo minoritarias en éste, y que, en base a los estatutos del NPA, se verían obligados/as a elegir una dirección nacional, un comité ejecutivo y unos/as liberados/as de manera proporcional basándose en el peso (porcentaje de votos) alcanzado por cada una de las Plataformas congresuales. Lo cual significaba perder la mayoría absoluta en la dirección que hasta entonces tenían en todos los órganos, y sobre todo, en el seno del aparato del NPA, es decir, con respecto al periódico, tesorería, sedes, portavoces. Se trataba, por tanto, de la imposibilidad de poner en práctica su orientación política – o al menos de verse frenados muy seriamente – en cuestiones trascendentales para ellos/as como el acercamiento electoral con la LFI. Es por todo esto que decidieron reventar el NPA.

Pero los y las camaradas alrededor de Philippe Poutou no se quedaron ahí. Tomaron la decisión de cruzar una línea roja democrática importante, ya que aun sabiéndose minoritarios/as, y a pesar de abandonar el Congreso de su propia organización, decidieron apropiarse todo lo que el partido había construido y acumulado desde hacía años. Y para ello se basaban sólo en un argumento:  aunque los mayoritarios de ayer habían dejado de serlo hoy, seguían siendo ellos los mayoritarios ya que lo habían sido históricamente.

Un argumento dudoso para justificar el hecho de «conservarlo todo»: sedes, nombre de la organización y dinero… y además pretendiendo impedir que aquellos/as camaradas que permanecieron hasta el final del Congreso puedan reivindicarse del NPA, aunque para ello tengan que tratar de despojarlos del aparato del partido privatizándolo a pesar de no tener ninguna legitimidad derivada del Congreso. Esos/as camaradas que dicen odiar los fenómenos de personalización pensaban que, por el simple hecho de contar con el apoyo de los portavoces del partido, podrían hacer tragar la píldora tanto a nivel interno como externo. Sin embargo, parece que la partida se le ha complicado, y mucho. Y todo ello por una razón muy sencilla: se puede uno inventar a posteriori todos los relatos posibles e imaginables para justificar una política concreta, sin embargo, lo que no se puede es hacer añicos la realidad política y militante que representamos. Y cuando nuestros/as antiguos/as camaradas han optado por llevar este debate en el seno de la Comisión Nacional de las Cuentas de Campaña y de Financiaciones Políticas (CNCCFP) para intentar arrebatarnos el uso de la asociación de financiación, este organismo tuvo que desestimar su petición al constatar que no podía afirmar que Phililppe Poutou fuese el representante legal del NPA.

Sabemos, sin embargo, que la batalla alrededor de la legitimidad del NPA no ha terminado, inclusive en el terreno de la reapropiación de lo que ha sido robado al NPA después de la salida de la antigua dirección. Pero estamos preparados/as, también en ese campo, a hacer frente a ese desafío, a la vez que propondremos un acuerdo que respete la realidad política e histórica de todos y todas sin imponer ningún ultimátum a nadie.

La organización y la política como timón

Todo el mundo se ha dado cuenta que nos podríamos haber encerrado en nuestras luchas interminables, tanto internas como públicas, para disputar la legitimidad del NPA. Quizás nos veamos, en algún momento, obligados/as a hacerlo, sobre todo públicamente. Sin embargo, esta orientación nunca fue la brújula de la dirección elegida en el seno del 5º Congreso del NPA. Al contrario, nos hemos ido apoyando en la realidad militante del partido para mantener la organización que vio cómo se le arrebataba todo su aparato, y todo eso bajo la presión política pública de los antiguos/as portavoces del NPA.

Esa base militante representaba ya a la mayoría del NPA en la juventud, en el conjunto del NPA joven que ha permanecido en el partido, pero también la mayoría de los sectores obreros tanto públicos como privados: automóvil, Correos, RENFE, transportes, servicios sociales, y como mínimo la mitad del sector de la salud y la educación, de la dirección del servicio de orden. La mayoría de las grandes ciudades (París y su región, Burdeos, Marsella, Rouen, Lille, Lyon, salvo Toulouse) han permanecido en el NPA. Y ha sido apoyándonos en esta realidad militante como hemos podido restablecer herramientas para permitir el buen funcionamiento del partido a pesar de que éste hubiese sido desposeído de su aparato. Esto ha significado en la práctica rehacer una página web, un periódico – mensual por ahora pero que pasará a ser semanal al inicio del curso que viene -, organizar unos primeros encuentros obreros del NPA (que han sido, por cierto, un verdadero éxito numérico y político) así como unos primeros encuentros de verano del NPA, que reagruparán a más de 500 inscritos/as.

Pero estos éxitos organizativos sólo pudieron darse porque las cuestiones políticas fueron entendidas como tareas indispensables para construir el partido. En primer lugar, para evitar la escisión, pero también para poder enfrentarse a lo que venía después, y en particular, a la construcción de un partido revolucionario. Imposible, por tanto, eludir entre nosotros/as los problemas políticos, los desacuerdos o los debates que tenían relación con esa perspectiva. Por ello, desde la Conferencia Nacional de junio de 2021 para encarar las elecciones presidenciales o desde el 5ª Congreso del NPA, el acento fue puesto en los debates en torno a los documentos comunes llamados de las Plataformas. Los y las camaradas de Democracia Revolucionaria (DR)iii analizaron mal, desde junio de 2021, la importancia del proceso de debates emprendidos en ese momento, prefiriendo mantener sus particularismos sin tratar de formular una política común relacionada con todas las cuestiones sobre el NPA, haciendo más difícil la lucha contra la escisión y sufriendo, por tanto, sus consecuencias desorganizadoras. Se trataba, seguramente, de una infravaloración de las posibilidades internas en el NPA que existía desde antes del Congreso.

Sea como fuera, pensamos que tuvimos razón, junto con la Étincelle, de llevar a cabo la campaña electoral de Poutou, a la par que defendíamos una orientación comunista y revolucionaria durante la Conferencia Nacional, inclusive poniendo en tela de juicio su candidatura como una cuestión indiscutible. Acertamos con ir a recoger las firmas, a la vez que tomábamos el tiempo para debatir con los y las camaradas, que con toda legitimidad no lo tenían claro al ver las declaraciones públicas del camarada candidato.

Actualmente sabemos que si no lo hibiésemos hecho, no habríamos respondido a la escisión de la misma manera. Al igual que la construcción del NPA Jóven que no habría sido la misma, al igual que tampoco lo hubiera sido la correlación de fuerzas a nivel interno. Y es que políticamente, más allá de las salidas mediáticas negativas por parte de Poutou, lo que la gente recordaba era la existencia de una candidatura de un obrero despedido, pero también de una candidatura independiente de la izquierda institucional. Podemos – creo – afirmar que llevamos a cabo, en lo que concierne a A&R, dicha política bajo la influencia positiva de nuestros/as camaradas de l’Étincelle.

Al igual que podemos decir que nuestros/as camaradas de l’Étincelle, y más allá incluso, nos deben la influencia positiva ejercida para no transigir en la idea de seguir celebrando hasta el final el Congreso del NPA. Ahora, el fruto de esa política es una organización que se ha desarrollado y que reagrupa a 800 militantes – con fecha del último Consejo político nacional (CPN) del mes de julio -, con la aportación de la ciudad de Blois, único municipio que votó mayoritariamente a favor de la plataforma A, y que ha anunciado que pagará sus cuotas al NPA proveniente del 5º Congreso.

Una posible fusión / recomposición política en la construcción del NPA

¿Cuáles son las bases políticas que hacen posible esa fusión / recomposición política en la construcción del NPA?

Existe una conquista común alcanzada en el método de dirección del NPA elegido en el 5º Congreso: poner directamente en relación el debate alrededor de las cuestiones políticas con la construcción del partido. Eso hace que los debates sean más directos, es decir, formulando los desacuerdos políticos sí éstos existen, pero también con una obligación de trabajar de inmediato para seguir construyendo el partido. Esto empezó por la elaboración conjunta de una editorial de la hoja de empresa semanal, por una expresión pública concertada en los mítines, por la elaboración común de un periódico, y pronto, por la formulación de una política común sobre muchas cuestiones durante los Encuentros de Verano Revolucionarios (RER) de finales de agosto. Es un método que ha tratado de reforzar la dirección diaria del partido (comité ejecutivo) sin olvidar de reforzar su CPN reuniéndolo casi todos los meses desde la escisión de diciembre de 2022. Hay que asegurar ahora que esa mezcla de debates en el seno de las direcciones nacionales se lleve también a cabo en los comités de base y en sus coordinaciones.

Pero lo que hace posible esa construcción del partido es la verificación por la práctica de un amplio acuerdo político. Amplio acuerdo político sobre la centralidad de la clase obrera, la imposibilidad de acabar con todas las opresiones sin la puesta en movimiento de la clase obrera, sobre la importancia de construir y de reforzar al sector joven en el seno del NPA joven, sobre nuestro análisis de la extrema derecha y de los medios para evitarla, una comprensión común de la ofensiva de la burguesía a nivel internacional, sin menospreciar, sin embargo, las explosiones políticas que ésta suscita y las potencialidades y responsabilidades que éstas representan para los y las revolucionarias; la importancia precisamente de construir un partido revolucionario capaz de intervenir en la situación para jugar un papel en ésta, la importancia para ello de mantener una independencia frente a la izquierda institucional, ya sea sindical o política, dentro y fuera de los sindicatos, la comprensión de que la construcción revolucionaria de un partido no puede hacerse por etapas y que la dimensión internacional debe formar parte de las tareas de hoy…

Aunque hayamos conseguido formular una política en relación con la guerra de Ucrania, sigue siendo necesario debatir y profundizar cuestiones como el papel de la burguesía de los EEUU en tanto que imperialismo dominante o nuestro análisis sobre las potencialidades para avanzar hacia el comunismo, y por tanto, sobre nuestra tareas en los procesos de liberación nacional. La cuestión de la religión en el seno del partido revolucionario, y de cómo resolverlo, también son cuestiones a tratar. 

Sin embargo, todas esas cuestiones han dejado ya de ser problemas. Se resolverán en la elaboración de un programa por la construcción de un partido revolucionario, es decir, con la voluntad compartida de tener una comprensión común de la situación y de las tareas. Esto es posible gracias al acuerdo amplio de base que existe a nivel programático, gracias a la voluntad central de construir un partido y gracias al respeto militante de las dos principales corrientes que conforman hoy el NPA. Las corrientes y fracciones en el seno del NPA jugaron en primer lugar un papel esencial para evitar una deriva a la derecha, caracterizada por una independencia cada vez menos estricta con respecto a la izquierda institucional, en particular durante las pasadas elecciones legislativas, así como por el rechazo de construir un partido revolucionario, comunista e internacionalista, bajo la excusa de la unidad y de las correlaciones de fuerzas globalmente desfavorables. El hecho de rechazar con esta política dirigirse de manera ofensiva a la juventud y a los y las trabajadoras es lo que explica su incapacidad para implantarse en dichos sectores. Las corrientes y fracciones como l’Étincelle y A&R han emprendido un proceso de fusión en la construcción del NPA. Dichas corrientes deberán determinar los ritmos y dinámicas para ello. 

En lo que se refiere a A&R, una reunión nacional tendrá lugar a finales de año para redefinir el papel de dicha corriente y sus relaciones actuales con el NPA: parece evidente, por ejemplo, que el «¿Quiénes somos?» que nos presenta en la actualidad ha dejado de corresponder a la realidad política del NPA, al no querer cambiar ya la dirección ni la orientación del partido. Las corrientes y fracciones deben desempeñar su papel hasta el final y permitir que se construya el NPA del 5º Congreso: un NPA revolucionario, comunista e internacionalista. En ese sentido podemos decir que el proceso de disolución de A&R se asimila a una extinción, que se inició a partir del 10 de diciembre de 2022, cuando el Congreso del NPA decidió proseguir con los debates a pesar de la salida de los y las delegadas de la plataforma B alrededor de sus portavoces.

El objetivo no es la disolución de la corriente sino el éxito de la fusión. Debemos para ello respetar los ritmos de construcción político del NPA, no sólo entre las corrientes y fracciones, sino con el conjunto de los y las militantes que no forman parte de ninguna corriente, aunque es evidente que la inmensa mayoría de esos/as camaradas confían en dichas corrientes las cuales son las que han permitido que se salga reforzado de esta escisión.

Problemas políticos importantes están frente a nosotros/as… y eso es buena señal

Un «pequeño» partido del proletariado, frente al autoritarismo del Estado capitalista; un partido que tendrá que estar a la altura para poder enfrentarse al Estado; un partido para la insurrección; ¿qué tipo de partido de cuadros ?; ¿cómo participar en la construcción de una internacional revolucionaria? Aquí hay una serie de buenos problemas políticos que están frente a nosotros/as.

De hecho, no partimos de la nada. Ni los unos ni los otros, ni incluso juntos/as. Deberemos de avanzar sobre todas esas cuestiones que no podrán permanecer sin respuestas mucho tiempo. Durante demasiado tiempo hemos debatido sobre posicionamientos generales como la afirmación del partido revolucionario, sin profundizar necesariamente sobre las consecuencias que se derivan de dicha afirmación sobre nuestro modo de vida; como la estrategia revolucionaria, sin ahondar sobre la realidad de la ofensiva autoritaria del Estado capitalista y lo que puede acabar conllevando los próximos años; o de la importancia de la clase obrera pero sin tener tan en mente las implicaciones organizativas que permiten poner en el centro a los y las trabajadoras de la organización y de su intervención política en las empresas.

Pero hoy, no nos podremos detener, ni tan siquiera permanecer en la intervención en un campo específico. Vamos a tener que pasar a una práctica que abarque mucho más. Eso es lo que significa actuar como partido. Un partido que quiere reflexionar e intervenir en la situación, y sobre todas las cuestiones políticas actuales.

No vamos a poder tratarlo todo en este artículo. Pero detengámonos para empezar sobre lo que escribimos juntos/as o por separado, y empecemos por tanto por la perspectiva de construir un «pequeño partido del proletariado» y de la lógica que conlleva esa perspectiva. Ya planteábamos ese problema en la Plataforma C del NPA en el 5º Congreso:

«No vamos a rehacerlo todo de golpe, desde los cimientos hasta el tejado, pero tenemos que decidir en este Congreso comprometernos todos y todas en repensar juntos/as el funcionamiento del NPA, en los meses y años que están por venir, planteando los debates políticos con el fin de hacer de éste un partido que a falta de ser «el» partido revolucionario que el proletariado necesita, sea una verdadera herramienta para nuestra clase. Para ello, se necesita voluntad, pero hace falta también y sobre todo un método organizativo y político, en primer lugar y antes de nada adaptado a nuestro objetivo de construcción de un partido de los y las explotadas, a favor de su emancipación. Necesitamos que los comités que son la base del partido en las ciudades, en los barrios, en las empresas, sean un lugar donde trabajadores y trabajadoras en mayor número, de todas las edades y de todo tipo de sector, encuentren su lugar. Grandes empresas y pequeñas, indefinidos/as o precarios/as, trabajadores y en la mayoría de los casos trabajadoras aisladas. Unos comités en los que puedan debatir de política, y sobre todo de las perspectivas revolucionarias que deberían defender como clase, a escala nacional como internacional. La clase obrera es multiforme, envuelve una infinidad de variedad de edades, de sexos/géneros, de países de origen, de oficios y formaciones, de estatus y grados de precariedad, de tipos de empresas y sectores, desde el público al privado, al que, por cierto, cuesta cada vez más distinguir… a los que hay que añadir a los y las trabajadoras definitivamente o de manera pasajera sin empleo, los y las jubiladas. Los comités podrían fijarse como tarea prioritaria explorar y agregar entre sus filas y alrededor de ellos el máximo de esa inmensa riqueza humana. Así podríamos convertirnos en un pequeño partido del proletariado en toda su diversidad: desde el sindicalista de Renault o de RENFE, hasta la dependienta con contrato temporal en Decathlon, pasando por la interina en el sector educativo, la conductora de autobús o la ayuda a domicilio… Tanto universos por descubrir, por ayudar para que se organicen y se defiendan, para formarse para cosechar éxitos en las luchas venideras con el fin de cambiar el mundo. ¿Con cuántos camaradas de este tipo sometidos/as a la explotación salarial contamos hoy entre nuestras filas? ¿Cuántos comités podemos conformar hoy alrededor de estos/as camaradas? ¿Con cuántos en un futuro próximo, debido a algunos esfuerzos comunes y voluntaristas? ¿Cómo podrían y deberían dichos comités hacer subir sus informaciones de manera regular sobre sus sectores? ¿Cómo debería la prensa semanal hacerse eco de esas cuestiones, por ejemplo, mediante una sección sistemática, de la que se podrían encargar algunos camaradas? Mediante una comisión de intervención en los lugares de trabajo (CILT), en relación directa con los órganos de dirección (CPN y Comité ejecutivo), impulsando unas CILT locales y comités en los centros de trabajo, se podrían de ese modo sintetizar las diferentes facetas de la explotación, debatiéndolas, para acabar alimentando a toda la organización y a su entorno mediante los órganos de prensa nacionales, locales o de empresa. Con, evidentemente, unos feedback sobre los debates políticos en esos diferentes frentes, tal y como se realizan por los y las «de abajo», en relación con los ataques del gobierno y de la patronal, de la izquierda institucional, de la derecha y de la extrema derecha, las repercusiones de la política internacional… Es a partir de ahí que el partido podrá decidir sobre intervenciones y campañas de agitación. Sería la primera tarea para un partido que pretende ser de los y las explotadas y oprimidas y que no ha renunciado a lo que suele llamar en su jerga «la centralidad de la clase obrera». A partir de esa base que se debe consolidar de manera prioritaria, el andamio del partido podría montarse. Los cimientos de clase, en primer lugar. La savia después, para irrigar los necesarios pisos superiores que hoy, y para muchos/as, son compartimentos estancos o estructuras que viven en el vacío. Fortalecidas por debates de una base más viva y proletaria, las actuales comisiones, fundadas en especificidades temáticas (ecología, economía, internacional) o sobre opresiones específicas (racismo, opresiones de sexo o de género) podrían tomar cuerpo y alimentar el partido en datos y análisis, en formaciones y debates – en relación con todas las cuestiones provenientes de los comités»

Es tarea nuestra avanzar en esa perspectiva en los próximos meses. De la misma forma, no tiene sentido constatar, por un lado, un aumento de la violencia del Estado – esa «banda de hombres armados» al servicio de los capitalistas– y pensar, por otro lado, que podremos salir adelante con menos cuadros, o incluso sin un partido revolucionario de vanguardia. De nuevo aquí es útil volver a leer lo que ya hemos escrito. Esta vez en el marco del último congreso mundial del SU de la Cuarta Internacional en 2018: 

«He aquí cómo Lenin en «La enfermedad infantil del comunismo: el izquierdismo» definía la disciplina de partido, cómo se forja un partido de cuadros para la revolución, lo opuesto a la visión de caricatura de los estalinistas.

«Primeramente, se plantea la cuestión: ¿Qué cimenta la disciplina del partido revolucionario del proletariado? ¿Qué la controla, qué la sustenta? Es, en primer lugar, la conciencia de la vanguardia proletaria y su dedicación a la revolución, su firmeza, su espíritu de sacrificio, su heroísmo. Es, además, su capacidad para unirse, acercarse, y si queréis, fundirse hasta un cierto punto con la masa más amplia de trabajadores, principalmente con la masa proletaria, pero también la masa de trabajadores no proletaria. En tercer lugar, es la precisión de la dirección política ejercida por esta vanguardia, la precisión de su estrategia y de su táctica políticas, a condición de que las amplias masas se convenzan de esta precisión por su propia experiencia. A falta de estas condiciones, en un partido revolucionario realmente capaz de ser el partido de la vanguardia de clase llamada a derrocar a la burguesía y a transformar la sociedad, la disciplina es irrealizable. Cualquier intento de crear esta disciplina se reduce inevitablemente a frases huecas. Pero por otra parte estas condiciones no pueden surgir enseguida. No se elaboran más que con un largo trabajo, con una dura experiencia; su elaboración es facilitada por una teoría revolucionaria correcta que no es un dogma, y que solo se forma definitivamente en estrecha relación con la práctica de un movimiento verdaderamente masivo y revolucionario».

«No hay revolución sin partido revolucionario» Esto significa que más allá de la diversidad de las tácticas que pueden adoptar los revolucionarios en la construcción de su partido en función de los países y las situaciones, construir partidos revolucionarios, partidos para la toma del poder y el comunismo sigue siendo el objetivo estratégico.

Para construir organizaciones revolucionarias que no se contentan con proclamar los principios, nos damos como objetivo construir un partido de cuadros capaz de dar vida a estos principios programáticos, lo que significa tratar de dar los medios a todos y todas nuestras militantes para adquirir el nivel de formación más alto posible para jugar un papel en la destrucción del capitalismo y la construcción de otra sociedad. Pero esta formación debe ser coherente con nuestra práctica militante. Con el fin de acabar con este sistema que genera explotación y opresiones, hay que reducir al máximo la separación entre la esfera privada y la esfera pública. Esta separación es el producto del sistema capitalista en el que vivimos. Contra esta lógica de la «separación», nos damos conscientemente la perspectiva de la revolución, y la ponemos en línea con nuestras opciones y modos de vida. Esto es lo contrario a la frustración de cada individuo, sino más bien la emancipación y la asociación libremente consentida y a contracorriente de la ideología dominante vehiculada por el Estado, la escuela y la familia, de reagruparse para alcanzar un objetivo común: la destrucción del sistema capitalista, hecho de explotación y de opresiones, para construir otra sociedad, la sociedad comunista».

La construcción de un partido revolucionario no va a implicar menos sino más tareas que asumir centralmente por parte de la dirección. Lo que no significa que vayamos a tener que ampliar aún más las tareas de dirección a todos los niveles. Pero eso implica una organización aún más centralizada y estructurada.

Otra conquista que debe ser reforzada en la construcción del NPA es el aspecto internacional y su papel en la construcción de las relaciones internacionales. La experiencia inédita alrededor del NPA actual que, aunque siga siendo modesto en número de militantes como en la duración, no es por eso menos original. Tradiciones provenientes del trotskismo francés que construyen una dirección común, y por tanto una organización común, y que hacen de una escisión / expulsión una oportunidad. Ese mismo proceso podría a una escala aún limitada permitir acercamientos de diferentes grupos políticos internacionales provenientes ellos también de esas tradiciones políticas. Los próximos encuentros de verano revolucionarios (RER) por su dimensión internacionalista, serán una oportunidad de verificar esas potencialidades. Decir esto no implica en ningún caso querer construir una enésima corriente en Francia o a nivel internacional, sino comprender que la unidad de los revolucionarios es también una cuestión de organización, de las correlaciones de fuerza y no simplemente de ideas suspendidas en el aire.

Reivindicamos siempre lo que escribimos en conclusión de nuestra plataforma para el 17º congreso mundial del SU de la Cuarta Internacional, y que merecería ser debatido en el seno del NPA:

«No podemos encarnar solos la Internacional comunista revolucionaria. Debemos tratar de reagrupar a los comunistas revolucionarios de diferentes tradiciones, a partir de un acuerdo sobre la situación y las tareas. Es mediante la práctica común que las discusiones políticas pueden conducir a los reagrupamientos. Reagrupar a los revolucionarios a escala internacional debería ser parte de los objetivos en discusión en la IVª Internacional. La construcción de una Internacional revolucionaria capaz de ejercer una influencia significativa no pasará únicamente por un reforzamiento de nuestra organización: la IVª Internacional podría proponer a otros grupos revolucionarios nacionales o internacionales de entablar discusiones acerca de las respuestas a aportar a la crisis del capitalismo, sobre campañas comunes a llevar a cabo y sobre qué tipo de organización construir.

Sabemos que esta política de búsqueda de discusiones con otras tradiciones no dará lugar a corto plazo a acercamientos rápidos teniendo en cuenta la creencia de las direcciones trotskistas de las diferentes internacionales de la precisión de sus posiciones programáticas y tácticas. Además, la creencia de que hay que construir alrededor de su propio grupo es la regla en el conjunto de las internacionales. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no construiremos una Internacional para la revolución y el comunismo a través de la lenta acumulación de fuerzas alrededor de nosotros. Siempre hay cosas que aprender de las diferentes tradiciones revolucionarias trotskistas e incluso más allá. Hay experiencias y militantes de mucho valor de numerosas corrientes y organizaciones. Es a través del debate teórico y programático en tensión con la intervención sobre el terreno de la lucha de clases como se producirán las explosiones, reagrupamientos y recomposición a nivel nacional e internacional».