Este balance fue redactado el 26 de julio tras los primeros resultados de las elecciones generales del día 23J. La situación actual sobre la investidura se trata en este artículo y en próximas publicaciones.
El voto contra la extrema derecha impide a Feijóo acceder a la Moncloa
Hace unas semanas todo el mundo pensaba que VOX sería la llave para que el PP de Feijóo accediera a la Moncloa. Al final ha ocurrido todo lo contrario. VOX ha sido el revulsivo que ha fomentado la movilización del votante de izquierdas que el pasado 28M prefirió quedarse en casa y no votar. El miedo a la conformación de un Gobierno PP-VOX a nivel estatal al igual que estaba ocurriendo en las comunidades de Valencia y de Extremadura ha sido el elemento central que le ha dado la vuelta a todos los pronósticos que hacían de Feijóo el próximo presidente del Gobierno.
El PSOE de Pedro Sánchez lo tenía claro. Entre otras cosas, ese fue el motivo del adelanto electoral. Hacer coincidir la campaña electoral con las conformaciones de los Gobiernos autonómicos y por tanto con los pactos de Gobierno entre PP y VOX. A partir de ahí se trataba de señalar a Feijóo como el candidato que aceptaba blanquear a la extrema derecha nombrando a Abascal de Vicepresidente. Esto es en parte lo que explica el aumento de la participación en un 5,34% alcanzando la barra de los 70% (702 611 votos más que en las elecciones anteriores de 2019) y en un 6,5% (2 millones de votos más) con respecto a las elecciones municipales celebradas menos de dos meses antes (63,9% de participación).
Así pues y aunque el PP haya sido la primera fuerza tanto en votos como en escaños (33,05%, 8 091 840 votos y 136 diputados/as) aumentado en más de 3 044 806 sus votos (+ 47 diputados/as), éste no ha logrado alcanzar, junto a VOX, la mayoría de los 176 diputados/as. Un claro fracaso si nos atenemos a las previsiones demoscópicas que más recorrido mediático han tenido durante estas últimas semanas y que auguraban claramente lo contrario. Al final, Feijóo no podrá gobernar. Ni sólo, ni con VOX. Esto es ya un hecho. Es más que probable que la crisis interna que todos preveían en Ferraz a partir del 24 de julio se acabe trasladando, finalmente, a calle Génova bajo la mirada atenta de Ayuso.
Tanto va el cántaro a la fuente, que al final…se rompe
Pedro Sánchez resiste. Aumenta sus votos en cerca de 1 millón con respecto a 2019 alcanzando el 31,7% (7 760 970 de votos) y 122 diputados/as (2 más que en la anterior legislatura). En menos de dos meses, el PSOE ha aumentado, con respecto a las municipales, en cerca de 1 millón y medio de votos. El elemento central que explica ese cambio, que no había percibido ningún sondeo, es la centralidad del voto anti Vox y de la concreción de los Gobiernos PP-VOX que se han ido conformando en múltiples localidades y comunidades autónomas.
En cuanto a SUMAR. La sensación es, para Yolanda Díaz, de alivio. La posibilidad de reeditar el Gobierno de coalición junto al PSOE disimula unos resultados que siguen disminuyendo. Así pues, SUMAR pierde cerca de 700 000 votos y 7 diputados/as con respecto a 2019 y más de 2 035 728 con respecto a 2016 (- 40 diputados/as). En su caso, la nueva marca junto al voto anti extrema derecha ha permitido detener, momentáneamente, la hemorragia y conseguir 3 014 006 de votos (12,31%) y 31 diputados/as.
Aunque el bloque PSOE-SUMAR no haya ganado las elecciones, su candidato, Pedro Sánchez, es el único que puede optar a la presidencia del Gobierno. O Pedro Sánchez es investido Presidente con la abstención de Junts y el apoyo de ERC, EH Bildu, BNG y PNV o vamos directos hacia una repetición electoral en otoño. No hay más vías.
De confirmarse la investidura de Pedro Sánchez, PSOE y SUMAR habrán salvado una bola de partido frente a PP y VOX. Pero que nadie se llame a engaño. Estas elecciones no han acabado con la extrema derecha que sigue sacando 3 033 744 de votos (12,39% y 33 escaños; aunque pierda 623 235 votos con respecto a 2019) aumentando en casi 1 millón y medio sus votos de las municipales del 28M. Mientras sigan existiendo las condiciones materiales y objetivas que alimentan a la xenofobia, la homofobia, el machismo, la desigualdad social y el nacionalismo español, seguirá existiendo un caldo de cultivo para el reforzamiento de la extrema derecha dentro y fuera de las instituciones. En ese sentido, las políticas antisociales aplicadas durante la pasada legislatura por el Gobierno de coalición PSOE-UP tienen gran parte de responsabilidad en el desarrollo actual de las derechas. Que no puedan gobernar en esta ocasión no significa que no lo vayan a hacer en una repetición de elecciones o dentro de unos años. Ya lo están haciendo en ayuntamientos y comunidades autónomas. Hay que responder de una vez a los problemas de la vivienda (desahucios, subida de los alquileres y de los tipos de interés), del poder adquisitivo mediante subidas salariales a nivel del IPC y no por debajo, de los servicios públicos cuyos presupuestos están por debajo del gasto militar que no cesa de aumentar a causa de una escalada belicista que sólo sirve los intereses de los que nos gobiernan, de la edad de jubilación que sigue estando a los 67 años a la vez que la Ministra de Hacienda del PSOE no se sonroja al contemplar la posibilidad de subirla hasta los 70 años, del abaratamiento del despido o de una ley mordaza que sigue reprimiendo a aquellos/as que se movilizan a diario. Cuidado, porque la próxima vez quizá no baste con llamar al voto anti extrema derecha para evitar un gobierno PP-VOX. Tanto va el cántaro a la fuente que al final… se rompe.
El bipartidismo sigue reforzándose 10 años después de su peor crisis
Hace apenas dos meses, en la pasadas elecciones municipales, el bipartidismo sacaba su mejor resultado desde 2007 alcanzando el 59,65% de los votos. En las elecciones generales del 23J, el PSOE y PP han seguido aumentando (64,75% de los votos). Su mejor resultado desde 2011. Las movilizaciones del 15M y la crisis del régimen del 78 golpearon de lleno al sistema político institucional español que se basaba en una alternancia entre PSOE y PP. Si bien entre los años 2000 y 2008 éstos representaban una media del 80% de los votos, ese porcentaje cambiaría por completo entre los años 2015 y 2019 con una media que apenas llegaba al 50%.
La crisis económica iniciada en el 2008 y sus consecuencias dramáticas para los/as trabajadoras y la juventud conllevó un ciclo de movilizaciones masivo que se inició con la huelga general del 2010 contra la reforma laboral de Zapatero y que siguió con la ocupación de las plazas en 2011, las mareas blancas y verdes por la defensa de los servicios públicos y contra las privatizaciones, las dos huelgas generales contra la reforma laboral de Rajoy o la movilización multitudinaria de las Marchas de la Dignidad del 22 de marzo de 2014 exigiendo pan, trabajo, techo y dignidad.
La orientación de las organizaciones y sectores sociales de izquierdas con influencia en la clase trabajadora optaron en ese momento por acabar con las movilizaciones. Era el momento, decían, de trasladar el descontento de las calles al “asalto” a las instituciones argumentando que la vida de la gente se cambia a golpe de publicación de leyes en el BOE. El tiempo ha demostrado lo contrario. No es posible cambiar la vida de la mayoría sin enfrentarse a los intereses de los más ricos y eso no es posible hacerlo sin imponerlo mediante la movilización y las huelgas. Todas las conquistas sociales arrebatadas a la patronal y a los capitalistas siempre han sido fruto de la presión sostenida de los y las trabajadoras y la juventud. Nunca el resultado de un programa electoral o de un debate parlamentario. Por eso los aumentos salariales son por debajo del IPC, por eso la edad de jubilación sigue a los 67 años, por eso se siguen deteriorando los servicios públicos y fomentando las privatizaciones, por eso se dispara el gasto militar, por eso siguen ejecutándose desahucios a la vez que sube el precio de los alquileres y por eso sigue aumentando el precio del gas y de la luz mientras las eléctricas siguen al igual que las demás empresas del IBEX 35 haciendo miles de millones de beneficios al año (52 000 millones en 2022).
Sin embargo, lejos de hacer ese balance, las direcciones de la organizaciones sindicales y políticas de la izquierda subalterna al PSOE siguen empeñados en su política de concertación social que sólo favorece en la práctica la desmovilización de los/as trabajadoras y de la juventud. 10 años después aquellos/as que vinieron para acabar con el bipartidismo se han convertido, hoy, en su mejor valedor asumiendo plenamente la política del mal menor impuesta por las empresas del IBEX 35. 10 años después no sólo se refuerza el bipartidismo sino también sus políticas.
El voto independentista catalán en retroceso, la izquierda abertzale en aumento: Euskadi y Catalunya siguen siendo un dique de contención a la extrema derecha
Si bien es cierto que en las elecciones catalanas las organizaciones independentistas no han bajado del 47,5% de los votos en las tres últimas contiendas electorales (2015, 2017 y 2021) alcanzando incluso el 50,77% de los votos en 2021, los resultados del pasado 23J son sin embargo un retroceso importante de dichos partidos. En efecto, la suma de ERC, JUNTS y CUP supone el 27,12% (954 311 votos y 14 escaños quedándose la CUP sin representación ninguna) mientras en 2019 representaban entre los tres el 42,92% de los votos (1 652 055 y 23 escaños de los cuales 2 eran de la CUP).
Aunque para el independentismo no se puedan comparar unas elecciones catalanas con unas generales y aunque haya existido un debate interno en parte del independentismo sobre si presentarse o pedir la abstención, las razones que explican ese varapalo electoral combinan necesariamente otros elementos ya que la abstención “sólo” ha aumentado en 100 000 votos cuando el independentismo pierde cerca de 700 000.
Seguramente, haya pesado, al igual que en el resto del estado, el voto útil al PSC para frenar un posible gobierno PP-VOX a nivel estatal. Sin duda a una parte del electorado no independentista que en otras ocasiones se ha podido abstener, haya decidido votar en esta ocasión y viceversa. Sin embargo, el elemento central parece tener más que ver con la orientación política de la izquierda independentista representada por ERC. Se ha castigado electoralmente desde el voto independentista la vuelta a la vía de la negociación con el Estado que sólo pretende logar una mayor autonomía y más competencias aparcando de facto la cuestión del derecho de autodeterminación. Así pues, ERC ha pasado del 22,73% de los votos en Cataluña en 2019 al 13,16% en 2023. La CUP parece cosechar una política que ha sembrado estos últimos años y que no ha logrado desmarcarse de ERC y JUNTS en lo que se refiere a hoja de ruta por la lucha por el derecho a decidir. Pasa del 6,42% de los votos en 2019 al 2,8% en 2023. En cuanto a JUNTS, éste parece aguantar algo más que ERC aunque también pierdan votos (del 13,77% al 11,16%). La mayor vinculación de ERC con el Gobierno de España parece pasarle factura en Cataluña. En total, cerca de 700 000 votos menos para esas tres formaciones con respecto a las elecciones generales de 2019 y de 1 125 029 votos menos con respecto a las elecciones catalanas de 2017, unos meses después del referéndum del 1 de octubre.
En Euskadi, PNV y EH Bildu consiguen los mismos escaños (5) y unos resultados muy parejos (275 782 votos para el primero y 274 676 votos para el segundo) aunque el PNV pasa del 32,19% al 23,95% mientras que EH Bildu pasa del 18,78% al 23,95%. La formación de Otegi consigue un diputado más al presentarse también en Navarra. A diferencia de Cataluña, el votante abertzale no ha penalizado electoralmente a EH Bildu por su apoyo al Gobierno central. El hecho de que la lucha por el derecho de autodeterminación esté menos aguda en Euskadi que en Cataluña explica seguramente esa diferencia.
Los resultados del PSC y del PSE (ambos primera fuerza de Cataluña y de Euskadi respectivamente) muestran un cierto fortalecimiento de las posiciones autonomistas que se traducen por una política de negociación de más competencias con el Estado Español.
Por último, Euskadi y Cataluña siguen siendo unos territorios muy poco propicios para la extrema derecha. Vox se queda con 0 diputados/as en Euskadi pasando del 2,46% al 2,65% de los votos mientras que en Cataluña mantienen los mismos diputados/as (2) pasando del 6,33% al 7,76%. En cuanto al PP, aunque éste aumente, sigue estando muy por debajo de su media estatal (33,05%): 11,49% en Euskadi y 13,34% en Cataluña siendo respectivamente 4ª y 5ª fuerza. Sería conveniente cuando se ponga sobre la mesa la cuestión democrática del derecho a decidir de ambos pueblos y muchos digan que su lucha es reaccionaria no olvidar que son a día de hoy un dique de contención muy importante al nacionalismo español y a la extrema derecha. Que existan sectores de la burguesía de Euskadi y de Cataluña que defiendan el derecho de autodeterminación no significa que dicha lucha no pueda tener una hoja de ruta independiente de dichas burguesías y mucho menos que esa hoja de ruta no pueda combinar la cuestión democrática del derecho a decidir con la defensa de un programa de urgencia social que se enfrente a los intereses de los capitalistas también en Euskadi y Cataluña.
Sigue faltando una alternativa anticapitalista
Es una muy buena noticia que millones de votantes se hayan movilizado para hacer frente a la extrema derecha. Sin embargo, no hay que confundirse. La extrema derecha sigue ahí y lo que es más preocupante, parte de sus políticas van a seguir desarrollándose. Su influencia no va a desaparecer por mucho que se constituya un nuevo Gobierno de coalición Sánchez-Díaz. Aunque VOX pierda 19 diputados/as, éste sigue cosechando 3 millones de votos y atrae a gran parte del voto joven. A su vez, logra sus mejores resultados en la franja que se sitúa entre el 10 y el 20% más pobre de la población, muy por encima de SUMAR, organización que consigue su mejores resultados entre los sectores más acomodados de la clase trabajadora.
Por tanto, después de estas elecciones vamos a seguir necesitando movilizarnos en contra de la extrema derecha, de su influencia en los centros de trabajo, en los barrios y en los centros de estudio a la vez que vamos a tener que ser inflexibles contra las políticas antisociales que la alimentan vengan del gobierno que vengan. Hay que convertir el “no pasarán” de las urnas a un “no pasarán” cotidiano enfrentándonos a las políticas que acaban reforzando a la extrema derecha.
La Comisión Europea ya lo ha anunciado. El próximo Gobierno tendrá que recortar 20 000 millones de gasto público en 2 años. De nuevo las mismas recetas por parte de una UE hecha a medida de los más ricos que se reunirá en Granada los próximos días 5 y 6 de octubre en el marco de la presidencia española del semestre europeo. Frente a esas previsiones no vamos a tener otra alternativa que la de enfrentarnos a una nuevas políticas de ajuste vengan del gobierno que vengan. Tal y como decíamos en las manifestaciones del 15M: la crisis que la paguen los capitalistas, es decir, aquellos que han seguido enriqueciendose de manera indecente durante y después de la pandemia. Los Amancios Ortega, las Botines y demás empresas del IBEX 35 son las que deben pagar esta vez.
Sin embargo, es muy previsible, que una reedición del Gobierno de coalición de izquierdas no asuma llevar a cabo una política que se enfrente a los intereses del IBEX 35 y de la patronal. De conformarse finalmente, éste estará aún más cohesionado que el anterior y sus recetas económicas se toparán con el mismo límite que el anterior: el de no dañar los intereses de los que más tienen. Aunque se haya frenado momentáneamente a la extrema derecha, unas políticas antisociales aplicadas por un gobierno de izquierdas serían un nuevo reforzamiento de las ideas de la extrema derecha.
Urge por tanto preparar ya ese posible escenario. Y es muy probable que no contemos con las direcciones de las organizaciones políticas y sindicales que apuestan por la paz social y por la política del mal menor. Si otra enseñanza nos deja el 23J es la nula alternativa a la izquierda subalterna al PSOE. Sin embargo ésta existe aunque sea débil y esté atomizada a nivel estatal. La tarea por tanto de todos/as los que hacen este mismo diagnóstico debe ir en el sentido de reagrupar a toda esa izquierda anticapitalista consecuente. Son muchos/as las activistas, sindicalistas y militantes que se han seguido movilizando por la defensa de sus intereses durante la anterior legislatura. La tarea ahora es visibilizarla a nivel estatal y darle una coherencia para fortalecer la idea de que es posible dar los pasos para construir una izquierda que se enfrente a los intereses de los capitalistas mediante la organización, movilización y las huelgas de los y las trabajadoras y la juventud, única garantía para acabar con una sistema que sólo genera desigualdad, miseria, machismo, homofobia, guerras y destrucción del planeta.