El gobierno de Nueva Democracia (ND), el primer gobierno “postmemorándum”, completa su mandato sin tener ningún desastre que envidiar a los gobiernos de los memorándum. El crimen ferroviario de Tempe reveló cómo se acumulan en la última década las graves consecuencias de las políticas de rescate del capital de su crisis a costa de la clase trabajadora pero también del conjunto de la sociedad.
Continuación de los ataques
Implementando continuos ataques, como los anteriores gobiernos, el programa de emergencia a cuenta de la burguesía, consecuentemente atacó el nivel de vida, los derechos laborales y democráticos y las conquistas de l@s trabajador@s: austeridad, pesada carga fiscal al consumo popular, privatización de la Seguridad Social, flexibilización del trabajo (supresión de los 5 días laborables a 8 horas) y nuevas restricciones al derecho de huelga. Los servicios públicos y los sectores claves, sanidad y educación, los barre el viento del libre mercado.
El continuo rearme material e institucional de los mecanismos represivos va acompañado de una grave restricción de las libertades democráticas burguesas: el encubrimiento y liberación de corruptos va acompañado de la asfixiante vigilancia y represión de l@s oprimid@s: desalojos de ocupaciones, abolición del asilo universitario, toque de queda pandémico, restricción y prohibición de manifestaciones ̇ y policía universitaria.
Pero aún más mortífero es el ataque a refugiad@s y migrantes: negación de su condición humana, pisoteo cualquier concepto de derecho humano, más vallas y guardias fronterizos, patrullas marítimas, ejército, policía, deportadores «voluntarios», devoluciones en caliente, encarcelamiento en centros de acogida «cerrados» de «hospitalidad» ̇ remoción de estructuras de soporte.
Al mismo tiempo, en el otro extremo de la misma clase, empresarios, armadores, inversores y gozan del máximo cariño y cuidado del gobierno: «Libertad» para subastar inmuebles y saquear dinero público. «Libertad» para apropiarse de todo: Seguridad Social, astilleros, puertos, aeropuertos, hospitales, escuelas, museos, agua. Reducción de las cotizaciones patronales a la Seguridad Social, reducción de la imposición directa sobre el capital y los grandes patrimonios. Subsidios directos del gran capital con decenas de miles de millones de dinero público especulativo durante la pandemia.
Y juegos de guerra
Grandes sumas fueron dirigidas a la industria armamentista de las metrópolis imperialistas. Se renovó indefinidamente la estancia de bases americanas y se otorgaron nuevas bases y puertos. La retórica antiturca y el veneno nacionalista es la cara interior de la agresiva política exterior expansionista del capital griego.
Para mantener la ventaja y el favor del bloque imperialista occidental en su competencia con la burguesía turca, que reclama los mismos territorios por las mismas razones, el estado griego se alía con el estado racista de Israel bajo las alas del imperialismo occidental. Las reivindicaciones de los capitalistas griegos en el Egeo, el Mediterráneo Oriental y los Balcanes no tienen nada en común con los intereses de l@s trabajador@s y l@s oprimid@s; al contrario, ponen en peligro sus vidas y actúan como chantaje para la paz social interna en nombre de » intereses nacionales», es decir, los intereses de los poderosos. La implicación del Estado griego en la guerra de Ucrania ya es una amenaza mortal.
Una urna para señalar responsabilidades
Nueva Democracia, PASOK, SYRIZA tratan de engañarnos nuevamente en período electoral. Mitsotakis promete «salarios europeos». Tsipras afirma que implementará el programa de izquierda que no pudo implementar en su primer mandato. Androulakis (PASOK) se remite a los años 80 y promete un gobierno socialdemócrata. Estas son mentiras conscientes. Saben muy bien que los estragos de la pandemia, las sanciones, la guerra, los altos intereses conducen inevitablemente a nuevas y duras medidas de austeridad -y todos ellos están dispuestos a imponerlas para asegurar la estabilidad del sistema al que pertenecen.
Organizaciones populistas, de extrema derecha, nacionalistas, racistas o abiertamente fascistas que siembran el odio y la violencia contra @os más pobres y débiles, l@s más oprimidos (inmigrantes, mujeres, trabajadores, LGBTI, etc.) aparecen como fuerzas antisistémicas. En realidad no es más que la expresión de una versión aún más bárbara y misántropa del propio sistema. El voto nulo y la abstención no son una solución: sacar a l@s oprimid@s de la política es un objetivo consciente de los opresores. El abstencionismo electoral consciente se pierde en el abstencionismo por desencanto despolitizado y no muestra una salida política concreta.
En las luchas está la esperanza
Después del crimen en Tempe, cientos de miles salieron a las calles, convocaron huelga, ocuparon escuelas y colegios. Se manifestaron contra la destrucción de la red ferroviaria, contra la privatización, contra la desvalorización de la vida humana. Fue la continuación y culminación de las luchas que rompieron la prohibición de las manifestaciones e impidieron la instalación de la policía universitaria, del movimiento antifascista y la gran concentración frente al Tribunal de apelaciones, las batallas victoriosas de E-food y Cosco, la lucha contra el patriarcado y los feminicidios, etc.
Estas luchas son de vital importancia pero no bastan. Una vez que el movimiento cede, una vez que se restablece la estabilidad política y gubernamental, los ataques se reanudan con una ferocidad aún mayor. La burguesía no negocia. Está decidida a llevar su programa antisocial hasta el final. Para romper este círculo vicioso, debemos enfrentar el núcleo del programa del capital en la arena política central.
Como demostró «la izquierda por primera vez», las propuestas políticas de gestión y las acrobacias tecnócratas planteadas por MERA25 – LAE (Varoufakis-Unidad Popular) conducen a la derrota. La política del KKE tampoco es una salida: la oposición parlamentaria, el patrocinio burocrático de sindicatos y asociaciones, la negación de la autoorganización de las luchas, las tácticas disruptivas en el movimiento sindical, la limitación de las reivindicaciones dentro el marco de lo «viable» y de la legitimidad, la retórica patriótica que subordina los intereses de clase a los intereses «nacionales» de la burguesía, todo esto hace que la retórica grandilocuente de partido quede completamente hueca.
Una salida anticapitalista y revolucionaria
Solo el fortalecimiento de la escena política de la izquierda anticapitalista y revolucionaria puede conducir a un vuelco a la correlación de fuerzas en favor de nuestra clase. Sólo la unificación de las luchas en un programa anticapitalista basado en la clase trabajadora puede desafiar el dominio político del capital. Difundir un programa político que incluya:
-Un aumento valiente de los salarios al tiempo que se reducen las horas de trabajo.
-Restablecimiento total de la negociación colectiva y los convenios colectivos.
-Restablecimiento y ampliación de las libertades sindicales y los derechos democráticos
-Protección del trabajo, prohibición de despidos, control del mercado de trabajo
-Inversión pública masiva en salud, educación, Seguridad Social, infraestructuras, etc.
-Grandes inversiones públicas para proteger y restaurar el medio ambiente.
-Respeto a los derechos de todas las personas independientemente de su raza, género, religión, orientación sexual.
-Desarme de la policía y abolición de los cuerpos represivos MAT, YAT, DIAS, OPKE, DRASI.
-Fronteras abiertas, libertad de circulación, asilo, vivienda, educación y papeles para refugiad@s e inmigrantes.
-Política internacional de paz y cooperación de los pueblos, en Europa, en los Balcanes, en el Egeo, en el Mediterráneo.
Una condición para que esto suceda es la socialización bajo control obrero de la producción de bienes básicos, infraestructura, medios de comunicación, el sistema bancario, sin indemnización a los propietarios, el control de l@s trabajador@s en la economía y las instituciones de la administración, la expropiación de los negocios de las organizaciones imperialistas en conflicto, la ruptura revolucionaria y la salida de la UE, la OTAN y todos los organismo imperialistas.
Este programa sólo puede ser realizado por un poder obrero instalado, controlado y revocado por la propia clase obrera, autoorganizada en comités de base en los barrios y centros de trabajo. De fuerzas revolucionarias anticapitalistas que se apoyarán en la mayoría de la clase obrera. Luchamos por construir la expresión política de una fuerza anticapitalista, internacionalista y revolucionaria cuya perspectiva rebase los marcos de la izquierda empresarial, reformista, estalinista y patriótica y las burocracias sindicales, que luche por la autoorganización y unidad del movimiento obrero.
ANTARSYA está formada por organizaciones y activistas que participan de forma constante y tienen un papel decisivo en todas las luchas sociales contra el capital, la guerra, el nacionalismo, el racismo, el sexismo y todo tipo de opresión. A pesar de sus (muy pocos) problemas y vacilaciones, es el esfuerzo unificador de más larga duración de la izquierda anticapitalista, con una duración de casi 15 años.
Apoyar tal perspectiva en las elecciones es el único voto que no se pierde. Nada se va a ganar con la lógica del mal menor, al igual que nada se ha ganado hasta ahora. Nada va a cambiar con un parlamentario más o menos reformista interviniendo en el parlamento. Nada va a mejorar con la abstención. En las elecciones hay que dar el mensaje de que se fortalece la corriente más consciente y decidida del movimiento obrero: ̇ elevar la confianza en la militancia anticapitalista, porque ell@s serán la primera línea de las luchas del día siguiente.
Llamamaos a l@s trabajador@s, jóvenes, mujeres, refugiad@s e inmigrantes, colectivo LGBTI, a tod@s l@s oprimid@s a engrosar las filas de Antarsya, a participar juntos en las luchas y en las urnas.