LA BATALLA DEL USO DEL AGUA COMO BIEN DE MERCADO EN LA EXPLOTACIÓN DE DOÑANA

«El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano.» Karl Marx.

El pasado abril la aprobación por el presidente andaluz Juanma Moreno, con el apoyo de Vox, de la tramitación por vía de urgencia de la ampliación de la superficie agrícola regable en Doñana, congelada ante las elecciones municipales y autonómicas del 28M, supuso una noticia de verdadero escándalo en el plano político y ecológico. Esto permitiría la recalificación de terrenos y que el expolio de las aguas de los acuíferos para la agricultura fuera legal en medio de la peor sequía en décadas y con el 45% del territorio rural del E. Español en riesgo de aridez

La denuncia, desde Ecologistas en acción hasta todo el arco de la izquierda, ha puesto el foco en el crecimiento descontrolado de la agricultura intensiva en los últimos años y, sobre todo, las más de 3.000 hectáreas de cultivos ilegales y los más de 2.000 pozos ilegales que llevan al acuífero a una situación crítica. Si no se actúa ya, llevan años señalando reputadas voces científicas, el agotamiento del acuífero podría ser irreversible.

La situación de Doñana es un buen exponente de lo que el capitalismo llama modernización y progreso: un proceso acelerado de explotación de territorios y trabajador@s para extraer beneficios. Aquí se encuentra el llamado Acuífero 27, que para su gestión y control se ha dividido en 5 masas de agua subterráneas, de las que 3 se encuentran en un estado terminal. El parque nacional es una zona de sacrificio: se reseca y se exporta en forma de fresas, mientras las jornaleras denuncian, a su vez, sus inaceptables condiciones laborales y la forma salvaje en la que se esquilma el territorio.

Numerosas asociaciones ecologistas y organismos internacionales como la Unesco dieron ya hace 10 años la voz de alarma y la UE abrió un procedimiento de infracción contra el Estado y la Junta de Andalucía, gobernada entonces por PSOE-IU. En diciembre de 2014 se aprobó un Plan Especial de Ordenación de las Zonas de Regadío que trataba de ordenar la expansión de cultivos que, además de haberse extendido por Doñana, ocupaba ilegalmente terreno forestal. Fue ineficaz para revertir una insostenible ocupación del territorio que ya venía de años.

Incluso así puso en pie de guerra a los regantes ilegales, cuyo lobby interpuso más de 150 recursos pidiendo derechos de agua. En los tribunales, los regantes ilegales nunca obtuvieron una sentencia favorable, de modo que redoblaron la ofensiva y presionaron al gobierno de Susana Diaz para que se cambiase la ley, a lo que accedió y se dieron os primeros pasos. La proposición presentada por el PP en el parlamento andaluz responde a la oportunidad de arañar miles de votos de los “ocupantes agrarios”, por lo que lo prometió en 2018.

En este conflicto se evidencia que el capitalismo y la dependencia natural de la acumulación a toda costa han llevado a una crisis ecológica global de la que Doñana es el síntoma. La degradación del medio ambiente es una consecuencia directa de la lógica capitalista. El capitalismo no puede abordarla, pues las empresas capitalistas buscan ser rentables a toda costa, lo que significa extraer recursos naturales a una velocidad y cantidad insostenibles, sin tener en cuenta las consecuencias ecológicas y sociales. Todo por una ordenación económica de todos los recursos dirigida a producir ganancias.

El último humedal que sobrevivía a la tremenda sequía de Doñana desapareció en septiembre de 2022: ya no hay agua dulce natural pues se ha secado la laguna de Santa Olalla, la más grande de las permanentes, que colma la sed de miles de aves migratorias y mamíferos, y esto significa que el resto de humedales también están secos. Que los 109 campos de golf de Andalucía consuman el agua equivalente a más de un millón de personas en plena sequía no es un dato irrelevante. Como señalan Ecologistas en Acción, Juanma Moreno está mandando el mensaje de que el agua es sólo un bien productivo, de mercado, y hay que determinar qué queremos hacer con el agua. Esa es la batalla, inserta dentro de los conflictos por el agua que no han hecho más que empezar en todo el mundo.