Desde los días 13 y 14 de febrero hemos podido seguir la huelga llevada a cabo por l@s trabajador@s de los centros logísticos de LIDL en Narón (A Coruña) y en Alcalá de Henares. Esta lucha por sus derechos laborales se vio potenciada por la iniciada en Nanclares de la Oca, uno de los centros de la compañía alemana, donde se firmó un acuerdo de mejoras salariales y de condiciones laborales que la empresa se negaba a implantar en el resto del Estado y que suponían un cambio importante en las mismas.
Así pues, y reforzados por trabajador@s de esta última planta, las asambleas de trabajador@s de las filiales ya mencionadas, Narón y Alcalá de Henares, convocadas y apoyadas por el sindicato Co.Bas, decidieron sacar adelante una convocatoria de huelga y llamar a ambos centros a movilizarse para pelear por aquello que es justo: la equiparación salarial y de condiciones laborales con respecto a las firmadas en la planta de Nanclares de la Oca.
En este sentido, sus reivindicaciones eran simples y básicas: la firma de un nuevo convenio colectivo en las dos plantas implicadas en el conflicto; la equiparación salarial con l@s trabajador@s de LIDL en el resto del Estado que asegure la equiparación, también, al IPC; los contratos a jornada completa; el pago de los pluses correspondientes a las situaciones vividas en cada centro, sobre todo en referencia al plus de frío para el personal que trabaja en las cámaras frigoríficas; la no recuperación de los tiempos de descanso; el acceso a días de libre disposición a lo largo del año; y permisos retribuidos para las visitas médicas.
Como se puede ver, son condiciones mínimas que cualquier empresa debería asegurar al conjunto de sus trabajador@s en todos sus centros o filiales y que ponen de manifiesto la deplorable situación en la que se encuentra la clase obrera en el Estado Español en cuanto a condiciones de trabajo (y de vida). Cuando 2 centros logísticos de una multinacional deben llevar a cabo una huelga indefinida (que finalmente ha durado 16 días) para conseguir cuestiones tan básicas como permisos para visitas médicas o el pago de los pluses por situaciones de riesgo o condiciones extremas, estamos ante el resultado de muchos años de políticas de recortes y de ataque a las condiciones laborales y de vida de la clase trabajadora. Es, de hecho, la constatación de la ineficacia de las políticas institucionales llevadas a cabo por el gobierno del PSOE-UP que, de hecho, permite y potencia la persecución de l@s trabajador@s en lucha por sus derechos, velando siempre por los beneficios de la burguesía y de las grandes empresas.
Así se ha hecho patente durante esta huelga, que ha sido perseguida, tachada de ilegal por parte de la compañía pese a estar convocada bajo todas las condiciones necesarias para ello, además de respaldada por las asambleas de trabajador@s, y acompañada de grandes despliegues policiales y de antidisturbios en cada una de sus movilizaciones y actos de protesta. Además, la empresa ha recurrido al juego sucio de los empresarios en estos casos: contratación de trabajador@s de ETTs para cubrir a quienes estaban ejerciendo su derecho a huelga, servicios mínimos absolutamente abusivos, traslado de trabajador@s de otros departamentos de la empresa, o autobuses para proteger y dar cobertura a los esquiroles.
Es decir, LIDL se ha asegurado de intentar que la huelga no tuviese un impacto real en su producción y, por tanto, en sus beneficios, aunque finalmente l@s trabajador@s han demostrado que son quienes tienen la fuerza y el poder para pararlo todo, a pesar del papel de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, que no solo no han secundado la huelga ni acudido a las asambleas y movilizaciones, sino que han quedado impasibles ante los ataques recibidos por parte de l@s trabajador@s y la vulneración de sus derechos.
Sin embargo, y pese a todos los obstáculos que han enfrentado, l@s trabajador@s de ambas plantas han hecho una enorme demostración de fuerza y valentía, poniendo una vez más sobre la mesa la necesidad de la lucha obrera, el poder de l@s trabajador@s en huelga, parando la producción y reivindicando lo que es justo, y generando una enorme solidaridad por parte de organizaciones sindicales, políticas, sociales y barriales, que han dado todo el soporte posible a estas huelgas y que han demostrado que la unidad de las luchas es la única forma de acercarnos a nuestros objetivos. Así pues, la huelga ha terminado por ahora, pero ambos centros han dejado claro ya a la empresa que no se trata del final de la pelea, sino de un solo capítulo en una lucha que no acabará hasta que consigan absolutamente todas sus reivindicaciones.