EL 28 DE MARZO Y DESPUÉS, ¡MANTENGAMOS LAS CALLES Y AMPLIEMOS LAS HUELGAS, VAYAMOS HASTA LA VICTORIA!

Después de una semana de concentraciones y manifestaciones espontáneas todas las noches, la movilización del jueves 23 de marzo fue uno de las jornadas más importantes del movimiento contra la reforma de las pensiones. Uno de los más eléctricos también: la irrupción de jóvenes en marchas cantando “huelga general”, focos de movilización que se agregan y fortalecen entre sí.

La rabia recorrió las calles contra una odiada reforma, pero también contra un gobierno al servicio de la ultra-ricos, contra su política que es la misma que la de todos los que le precedieron, contra el poder de toda una clase de explotadores. Un enfado colectivo que se ha sorprendido de sí mismo, como si todo no hiciera más que comenzar por fin. Un enfado colectivo que a partir de ahora es una fortaleza: ¡Sí, podemos derrotarlos! ¡Sí, todo puede cambiar!

Pánico en los palacios

Lo que hincha nuestros corazones hace descarrilar los de ellos. Macron había hablado el día anterior en la televisión, insistiendo una vez más en los «pilares republicanos», la policía y el ejército. ¿Con la conciencia tranquila? Más bien con gruñidos de miedo. Un miedo que también pasa por el cuello del rey Carlos, cuya visita a Francia ha sido cancelada por las manifestaciones. ¡Los banquetes bajo el oro de Versalles tendrán que esperar!

Tras la aprobación en vigor de la 49.3, al gobierno sólo le queda como último recurso el de la brutalidad policial, una confesión de la debilidad política de un poder cada vez más aislado. Insultos, tocamientos durante registros, palizas, gases lacrimógenos, mutilaciones, detenciones de militantes de la extrema izquierda e incluso de periodistas… Estas técnicas de violencia de Estado se supone que buscan impedir que nos movilicemos. Pero no hacen más que animar cada vez más nuestro deseo de luchar y nuestra rebelión. ¿No nos escuchan? ¡Pues que se vayan todos!

Angustia en las alturas

Monarcas y presidentes no son los únicos que se sienten incómodos con el desbordamiento de la rabia de l@s trabajador@s y las clases populares. Todos los amantes del orden comienzan a sentir pánico ante nuestra fuerza colectiva y la posibilidad de que se exprese fuera de los marcos preestablecidos. En un debate televisado el 23 de marzo, François Ruffin y Sandrine Rousseau de la NUPES llamaron más a la paz social que a la revuelta, mientras que Jordan Bardella de Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) eligió la carta del silencio cauteloso para poder jugar en todas las mesas.

Entre los líderes de la Intersindical, ¡el discurso a menudo varía! Es cierto que bajo el ímpetu del movimiento están llamando a una nueva jornada de huelga para el martes 28 de marzo. Pero por otro lado, para ellos, si Macron es culpable de algo, es de incitar a la revuelta. Philippe Martinez denuncia sus «provocaciones». Laurent Berger pide «calmar las cosas ante una tragedia y pausar» la reforma. ¿Reforma o movilización? ¡Es la retirada total lo que queremos!

La fuerza de l@s trabajador@s es la huelga

Sus soluciones: apostar por el Consejo Constitucional, o bien convocar a un referéndum que transformaría todas nuestras reivindicaciones en una cuestión cerrada, en la soledad de la cabina de votación, durante un proceso que duraría más de un año. Pero, ¿dónde está nuestra fuerza? ¡Ni en los salones de los abogados, ni en las urnas a lo Saint Glinglin! Son nuestras movilizaciones y huelgas ahora las que hacen temblar el poder. El gobierno lo admite con policías y detenciones.

Para desbaratar estos peligros necesitamos organizarnos, discutir el movimiento, nuestras reivindicaciones, perspectivas y métodos entre nosotr@s, reunirnos en asambleas generales y comités de huelga, por empresa, en organizaciones interprofesionales, en coordinaciones que las agrupen, en todos los marcos, formales e informales, que nos permitan discutir de política, de nuestra lucha y de cómo llevarla a cabo.

La próxima jornada de movilización convocada por la Intersindical, este martes 28 de marzo, debe ser una palanca para aislar aún más al gobierno, ampliar las huelgas reconductibles e imponer nuestro ritmo y nuestras decisiones a este movimiento que ya le ha dado una bofetada enorme a su mundo. ¡Vayamos hasta noquearlos!