Este mes Ferrovial, una empresa fundada en 1952 durante al Franquismo, por el padre del que ahora es su mayor accionista, Rafael del Pino, anunciaba su salida del Estado Español, para afincarse en los Países Bajos, argumentando las oportunidades de negocio que se le abrían tras realizar esta operación y la falta se “seguridad jurídica” a la que se enfrentaba en su país de origen. El patrimonio de Rafael Pino está valorado en más de 9.000 millones de euros, es la tercera fortuna del país. Su patrimonio está solo por detrás del de Amancio Ortega y de Juan Roig, en los cuales una gran aportación viene por parte del Estadio Español ya que este ha sido desde su fundación el mayor financiador de Ferrovial a costa de la concesión de obra pública desde los años 50 hasta nuestros días.
Del pino alegaba que la salida de la empresa hacia los países bajos, era principalmente por la falta «seguridad jurídica» sin embargo, nada más lejos de realidad, el principal motivo es fundamentalmente económico, ya que el atractivo de los Países Bajos, es la exención del 100% del impuesto por los dividendos de acciones, algo que a Ferrovial le sale bastante rentable ya que el grueso de sus negocios están fuera del Estado Español y lo que en la práctica supondrá para los accionistas con unos ingresos mayores a 20 millones, unos ahorros de hasta 40 millones de euros en impuestos, siendo esta la base y motivación de la operación de Del Pino y sus accionistas, entre los que se encuentra su propio hermano o algunas de las personas con mayores fortunas del planeta.
Para realizar la operación se va a realizar una fusión entre la matriz de Ferrovial y Ferrovial Internacional, una fusión que las leyes internacionales permiten realizar, demostrando como la burguesía juega con todo a su favor en un sistema donde las leyes están hechas a la medida de sus necesidades. Después de mas de 70 años aprovechándose de los diferentes contratos obtenidos a través de la administración pública, que son el definitiva los que han proporcionado a Ferrovial su proyección internacional y beneficios astronómicos, la decisión de Del Pino nos muestra claramente esa frase de que “las multinacionales no tienen patria.” Y es que el principal inversor de Ferrovial no solo fue la dictadura Franquista, sino que desde los 90 la empresa ha obtenido adjudicaciones publicas por mas de 8.500 millones de euros, sin contar las diferentes excepciones fiscales de las que se ha ido beneficiado desde la transición hasta nuestros días. Muchos de esos beneficios han sido durante estos años de Gobierno de PSOE-UP: Como las ayudas millonarias durante la pandemia, la reforma laboral pactada con la CEOE, el mantenimiento del techo salarial y lo bajos impuestos muy por debajo incluso de otros países de Europa a las grandes fortunas y empresas.
La salida de ferrovial no responde como nos quieren vender una parte importante de los medios a una falta de “patriotismo” o a un problema de “inseguridad jurídica” como argumenta el propio Del Pino y la derecha liberal; Ni tan siquiera es posible a través de la legislación regular la salida de las grandes multinacionales como plantea el reformismo de UP. La salida de ferrovial no es un gesto de egoísmo respecto a un país que le ha proporcionado toda su riqueza o un problema legislativo, sino que forma parte del funcionamiento del capitalismo, donde la acumulación de beneficios está por encima de cualquier otra lógica de tipo moral o política. No se puede esperar buenas prácticas o solidaridad de aquellos que fundamentan su riqueza en justamente lo contrario.
En este sistema las empresas y sus empresarios son libres de hacer lo que les sea más beneficioso a sus propios intereses, a cualquier precio, y la única fuerza que es capaz de frenar el expolio y la explotación, es la propia organización de nuestra clase frente a su avaricia. Las leyes económicas nacionales e internacionales son una red muy bien hilada para el correcto funcionamiento del capitalismo y en el Estado Español la “transición” sirvió para sentar las bases de eso mismo, donde aquellas empresas y empresarios como Ferrovial y el padre de Del Pino, que disfrutaron de la benevolencia del régimen dictatorial, hoy gozan de la misma benevolencia en “democracia”.
Solo la organización y pelea de nuestro bando social, será capaz de poner blanco sobre negro en estos casos, exigiendo a aquellos que se han beneficiado de la explotación de los y trabajadoras durante tantos años y han acumulado su riqueza sobre las bases de primero el Franquismo y después el régimen del 78, la responsabilidad y el reparto equitativo de los beneficios, haciendo caer el capitalismo y construyendo un mundo nuevo donde el verdadero motor del mundo, este en el centro del mismo: La clase obrera.