UN AÑO DE GUERRA DE UCRANIA Y RIESGO DE CONFLAGRACIÓN: LA SOLUCIÓN SOLO VENDRÁ DE LA INTERVENCIÓN INDEPENDIENTE DE NUESTRA CLASE

El 24 de febrero de 2022 se cumplían las amenazas del oligarca Vladimir Putin y los temores de la comunidad internacional ante la escalada de tensión de la OTAN y Rusia desplegaba sus tropas sobre Ucrania, en lo que se suponía que sería una “operación militar especial” relámpago de unas semanas. Un año después, Kiev sigue resistiendo, su presidente Zelenski se ha erigido como un “Moisés” armado por la UE y EEUU y el conflicto interimperialista alcanza una dimensión abrumadora y de difícil predicción. Señalamos los hitos más destacados de estos 365 días.

Resistencias a la movilización parcial

El 21 de septiembre una vuelta de tuerca al conflicto tuvo lugar con la “movilización parcial” de 300.000 reservistas en Rusia. Las búsquedas de vuelos a países extranjeros accesibles sin visa explotaron y las guardias fronterizas registraron una duplicación del número de rus@s que ingresaban a sus territorios en 48 horas. En varias regiones rusas, circularon videos de reclutas negándose a ir a las oficinas de reclutamiento.

En los chats y redes de mensajería instantánea, seguía apareciendo una palabra: “guerra”. Si bien todavía estaba oficialmente prohibido usar esta palabra y el Kremlin todavía hablaba de «operación militar especial», este anuncio de una movilización masiva sacudió la propaganda servida desde febrero. En determinadas redes, padres y madres de familia escribían, a riesgo de verse encarcelados: «No estoy dispuesto a morir por las ruinas del Donbass o por Putin», o incluso: «Sigo prefiriendo ir a la cárcel, al menos».

Vladimir Putin firmó el 24 de septiembre enmiendas que preveían hasta 10 años de prisión para los soldados que se rindieran o se negaran a luchar durante la movilización decretad y el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo entonces que la reacción rusa a la movilización es «histérica», incluso cuando una grabación de su hijo negándose a ser movilizado circuló en las redes sociales.

Las minorías fueron, desde el comienzo de la guerra, las más afectadas por esta movilización. El documento aprobado por la Duma prevé explícitamente la simplificación de la obtención de la ciudadanía para l@s extranjer@s que sirven bajo contrato en el ejército ruso. L@s inmigrantes de Asia Central constituyen la mayor comunidad de residentes extranjer@s en Rusia, con al menos dos millones de uzbekos, un millón de tayikos, otros tantos kirguisos y 200.000 kazajos.

Muchos analistas han señalado el desafío de esta movilización para el estado ruso, incluso cuando la guerra en Ucrania ha revelado las muchas dificultades logísticas del ejército. La noche del 21 de septiembre estallaron manifestaciones en al menos 37 ciudades contra la guerra y la movilización. Como en febrero, las autoridades desplegaron una brutal represión. Según OVD-Info, organización que registra los arrestos, al menos 1000 personas fueron detenidas en todo el país y casi 800 el 24 de septiembre, durante nuevas manifestaciones.

Los referéndums de anexión, la amenaza nuclear y las rivalidades interimperialistas

En el mismo discurso que anunció la movilización, Putin también advirtió a Occidente que estaba dispuesto a utilizar «todos los medios para defenderse», incluidas las armas nucleares». Enfrente, Joe Biden advirtió a Rusia al declarar que es “imposible ganar una guerra nuclear”. Aunque los analistas occidentales consideraron improbable este recurso, esta amenaza llegó en un momento en que Putin organizaba referéndums de anexión en las regiones de Ucrania ocupadas, que ganó de forma aplastante. Putin arroja deliberadamente ambigüedad sobre “la violación de la integridad territorial de Rusia”, en la que incluyó a los territorios anexados tras los pseudo-referéndums.

Esta amenaza, combinada con los «referéndums» de anexión, mostró a finales de 2022 que Putin había abandonado definitivamente la perspectiva de una anexión total de Ucrania y preferir asegurar sus posiciones frente a la ofensiva contraucraniana y el apoyo de la OTAN. La guerra ahora está destinada a estancarse y durar, con cada vez más crímenes y abusos contra la población civil. El descubrimiento de fosas comunes y los rastros de tortura levantan el velo sobre la realidad de una guerra que sufre la población civil.

Los estruendosos anuncios de Putin se produjeron cuando el ejército ruso sufría una gran decepción al enfrentarse a una contraofensiva ucraniana desde principios de septiembre, cuando más de 3000 kilómetros cuadrados volvieron al control ucraniano. Esta contraofensiva ucraniana solo fue posible gracias al apoyo omnipresente de EEUU. Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Washington ha gastado más de 57.000 millones de dólares para financiar el ejército ucraniano, sumados a las ya importantes entregas de armas entre 2014 y 2022.

Pero el apoyo no se limita a la entrega de armas: comparten con Ucrania su sistema de inteligencia. La Fuerza Aérea de EEUU envía aviones satelitales sobre el Mar Negro todos los días para absorber datos electrónicos y magnéticos y pone a disposición de Kiev imágenes de sus satélites de observación. Esto socava los argumentos de que el ejército ucraniano es un “ejército popular” en una «guerra de liberación nacional», sino que es desde 2014 un representante de la OTAN, a través del cual los estados imperialistas occidentales libran una guerra delegada contra las ambiciones expansionistas de Rusia.

Ante los riesgos de guerra generalizada, la necesidad de la independencia de clase

Los últimos meses de contraofensiva ucraniana y rearme de los estados de la OTAN confirman lo que se perfilaba mucho antes de la invasión de Ucrania y la creciente participación de las potencias imperialistas. Una victoria rusa cada vez menos probable significaría obviamente una precipitación de Europa en la guerra. Pero la perspectiva contraria llevaría también a una aceleración y agravamiento del riesgo de confrontación con China. Las manifestaciones en Rusia contra la movilización decretada por Putin deberían dar esperanza a los pueblos y a las clases trabajadoras del mundo entero y señalar el camino a seguir.

En el Estado Español, el gobierno PSOE-UP ha aprobado unos presupuestos de guerra con el gasto militar más elevado de la historia y es un fiel aliado atlantista con una participación cada vez más activa en este conflicto interimperialista, con el aumento del precio de los productos básicos y la crisis inflacionista desatada en este 2023. Esta crisis no es otra que la de los capitalistas, como se comprueba con los suculentos beneficios de la industria armamentística y las eléctricas, para explotar cada vez más y extender su dominación.

Es responsabilidad de l@s revolucionari@s trabajar contra esta escalada militar imperialista para construir un movimiento internacionalista contra la guerra y sus consecuencias materiales sobre nuestro bando social, quien pone las vidas y la explotación.