LA INFLACIÓN: UN SÍNTOMA MÁS DE DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA CAPITALISTA ACTUAL

¿Qué es la inflación?

La inflación se define como la subida generalizada de los precios de bienes y servicios en una economía durante un periodo de tiempo sostenido. Es decir, que con la misma cantidad nominal de dinero se pueden adquirir menos bienes y servicios que antes. Existen diferentes tipos de inflación según las causas que la originen:

-Puede deberse un aumento generalizado de los precios a una política monetaria que devalúe la moneda (política usada en otras épocas en diferentes países para que el monto de la deuda externa supusiera un porcentaje menos de la riqueza).

-Puede darse por un aumento generalizado de la demanda (que a igual oferta provocaría un aumento de precios para equilibrar la distribución).

-Deberse a un aumento generalizado de los costes de producción o de los beneficios. Ésta suele ser la causa más habitual y la más difícil de contrarrestar. Si en una economía las materias primas u otros factores que implican al conjunto de la economía como pueden ser la energía y los combustibles suben de precio, es más que probable que se produzca un aumento generalizado de los precios de los diferentes bienes y servicios. También entra dentro de esta categoría la subida generalizada de salarios y de beneficios, es decir; el reparto entre capitalistas y trabajadores de la renta generada por la economía. Si las empresas quieren mantener el mismo margen de beneficios con costes de producción mayores, automáticamente dicho sobrecoste se trasladará a los precios.

Algunos de sus efectos más característicos es que, si se da en una situación de incertidumbre, dificulta los planes y las decisiones económicas de medio y largo plazo; perjudica a acreedores y beneficia a los deudores, así como acarrea problemas técnicos de actualización de precios constantemente y otros desórdenes de menor calado.

A pesar de la mala prensa que tiene dicho fenómeno económico, no tendría que ser un problema per sé para la clase trabajadora. De hecho en una situación de salarios y pensiones garantizadas al nivel del coste de la vida, la inflación no sería más que un problema técnico así como un quebradero de cabeza para grandes fortunas que verían como sus inmensas cantidades de dinero acumulado cada vez supone una menor riqueza relativa.

Es por ello que desde las organizaciones sociales, sindicales y políticas de clase siempre debemos analizar las causas de la inflación pero, sobretodo, sus consecuencias y sus efectos en el nivel de vida de los sectores más populares de una población.

¿En qué épocas históricas y zonas ha habido problemas con la inflación?

Los aumentos generales de precios son una constante a lo largo de la historia. Con la extensión del capitalismo y el sistema de mercado es cuando adquiere mayor relevancia ya que el aumento de los precios incide directamente en la capacidad o no de poder adquirir los bienes y servicios esenciales para la supervivencia. Es evidente que el aumento generalizado de precios en una sociedad donde la economía de subsistencia aún está muy desarrollada tiene un efecto menor que en una sociedad donde prácticamente el 100% de los bienes y servicios consumidos se adquieren en el mercado.

A lo largo de la historia reciente se han dado casos de hiperinflación (con tasas de más del 50% mensual) e inflación galopante fruto de profundas inestabilidades y crisis económicas. Algunas de las más importantes son las siguientes:

-Alemania en el periodo entreguerras: es uno de los casos más conocidos donde la inflación llegó a afectar a todos los ámbitos de la vida diaria. A causa de la enorme deuda adquirida tras el fin de la primera guerra mundial y el tratado de Versalles, entre 1921 y 1923 el Marco Alemán sufrió una devaluación pasando de cambiarse 60 marcos por un dólar a ser necesarios más de un millón de marcos para obtener un dólar. Con el objetivo de disminuir la deuda en relación a la riqueza que producía el país se emitió mucha más cantidad de moneda, reduciendo así su valor y provocando la devaluación y el consiguiente aumento del coste de la vida.

-Argentina en los años 1989 y 1990: En el país latinoamericano ha tenido y tiene profundos problemas con el aumento generalizado de los precios. Sin ir más lejos las tasas de estos años van desde el 24’8% en 2017 (la más baja) a un 50’9% este pasado año 2021. En los años 1989 y 1990 llegó al 3079’5 % y 2314% sucesivamente. Tras la caída de la dictadura, la política monetaria y de deuda produjo dicha inflación desmesurada que se atajaría con la ligazón del peso argentino al dólar estadounidense, política que por su lado; estuvo en la base de la crisis de 2001 y el famoso corralito.

-Venezuela desde 2017 hasta 2022: Con tasas que superaron el millón por cien (multiplicar por mil los precios en un año) la economía venezolana ha sufrido un proceso de aumento brutal de los precios en los últimos años a causa, entre otros factores, de las necesidades de importación, las sanciones y la correspondiente deuda que ello conlleva.

-El Estado Español en los años del desarrollismo y la Transición: En el Estado Español, con la crisis de los últimos años de la dictadura (la cual también apostaba por una política de devaluación para afrontar deudas y déficits externos) y la crisis del petróleo también hubo unas tasas preocupantes de inflación. Desde el año 73 al año 79 de hecho, las tasas se situaron desde el 15% al 30%.

En todos estos ejemplos la respuesta de la clase trabajadora (con las diferencias obvias de la situación económica, sindical y política de cada país en cada época) ha sido la movilización por indexar los salarios al coste de la vida, es decir; que salarios, pensiones y prestaciones sociales tengan el mismo aumento porcentual que la inflación.

¿A qué se deben los niveles de inflación actuales en el Estado Español?

En la actualidad vivimos un periodo inflacionista a nivel mundial. Tanto las economías desarrolladas como las que están en vías de desarrollo se están dando tasas más elevadas de aumento de los precios. Las razones que explican dicho fenómeno son variadas y en cada economía afectan de manera específica. Algunas de ellas son:

-El ahorro acumulado del covid: La situación de la pandemia, los confinamientos y las restricciones; unidas a las políticas de rescate del tejido empresarial ha provocado que una parte de la población tenga un ahorro acumulado que con el fin de las restricciones hace aumentar la demanda en mayor medida a la “natural” lo que provoca un alza en los precios de algunos sectores. El alza de los precios en los automóviles, la hostelería y/o el turismo son solo algunos ejemplos de este fenómeno.

-La crisis de suministros y materias primas: quizá uno de los factores más importantes que explican parte del colapso que el sistema capitalista está sufriendo en estos últimos años. Los conflictos imperialistas, las guerras, el agotamiento ecológico y la competencia entre grandes multinacionales son algunas de las razones que están provocando que algunas materias primas vitales para bienes como los smartphones, vehículos y las telecomunicaciones en general, escaseen. Como siempre en el sistema capitalista, ante la escasez de un bien la solución no pasa por la planificación sino por el aumento de precio que saque de la demanda a los sectores de la población con menos renta; favoreciendo nuevamente la inflación.

-El aumento del precio de la energía: junto con la crisis de suministros es el factor fundamental del aumento de los precios a nivel mundial, síntoma también del profundo agotamiento del sistema capitalista. El encarecimiento del petróleo y sus derivados causado por la competencia entre países y empresas imperialistas, así como las tasas por emisiones de CO2 y el sistema de fijación de precios de la electricidad en Europa son la base de un incremento global de precios en la economía. El petróleo y sus derivados están en la base del transporte (lo cual en una economía globalizada encarece todo) y de los fertilizantes y otros componentes esenciales para la agricultura intensiva de mercado. Por tanto, su encarecimiento hace que los costes de distribución y de los alimentos aumenten y atraigan también la especulación de múltiples empresas financieras que especulan con bienes de primera necesidad cada vez más. Por otra parte, la industria europea dependiente de la electricidad también sufre un gran aumento de costes provocado por la fijación de precios del mercado de la energía y la especulación de los oligopolios energéticos de cada país. Las cifras de beneficios de las mayores empresas energéticas de Reino Unido, Francia, España y otros países de la zona están batiendo records en los últimos años.

-Las políticas fiscales y monetarias de estímulo durante y después de la pandemia: el gasto público llevado a cabo durante y después de la pandemia, si bien ha ayudado a mantener empleo y cierto poder adquisitivo de la clase trabajadora, también ha financiado vía impuestos el mantenimiento de los beneficios de grandes empresas, asumiendo el pago de sus salarios en gran parte. Ello provoca un mayor nivel de endeudamiento y de dinero en circulación, lo cuál junto con los tipos de interés bajos también favorece el crecimiento de la inflación (si hay más dinero en circulación para comprar los mismos bienes y servicios, los precios suben).

De hecho, el aumento de los beneficios empresariales de las empresas del Ibex 35 rondó el 20% en 2021, cifra que se aleja de las tasas de inflación y no digamos ya de la de aumentos salariales. Esos 50.000 millones de euros de beneficio neto suponen también un aumento de los precios en los productos de dichas compañías (energía, sistema bancario, textil, alimentación, infraestructuras etc.)

Las consecuencias de la inflación con las actuales políticas económicas y la movilización sindical en horas bajas son bastante graves también para la clase trabajadora. La principal de ellas, aunque no la única, es la pérdida de poder adquisitivo. Una cifra del 9’8 % de inflación contrasta con las subidas salariales pactadas para asalariados y asalariadas con convenios colectivos y funcionariado del 1’47% al 2%. Además, el efecto es mucho mayor en rentas más bajas con un mayor porcentaje de gasto en bienes de primera necesidad ya que la subida de precios en la energía, el transporte y la alimentación ronda el 26%.

¿Qué podemos hacer para evitar la inflación o sus peores consecuencias?

Como ya decíamos a lo largo de este dossier, la inflación no es más que uno de los síntomas de un sistema económico que colapsa poco a poco. En la última situación de inflación a nivel mundial en la década de los 70 la “solución” por parte de la burguesía internacional en los países occidentales fue la implantación del neoliberalismo como punta de lanza para aumentar la explotación de la clase trabajadora (por no hablar de los acontecimientos que sucedieron a la hiperinflación alemanda del periodo entreguerras)

En la actualidad la inflación a nivel mundial es el síntoma del agotamiento de la reproducción del capital. La tasa de beneficio desploma sus expectativas ante la escasez de ciertas materias primas esenciales y la contradicción ecológica que supone la dependencia de los combustibles fósiles para sectores esenciales como la energía, el transporte y la agricultura. Junto con la pandemia, estamos asistiendo a los síntomas de un sistema que se resquebraja y cuya salida por parte de las clases dirigentes y sus administradores políticos de ultraderecha, de derechas o progresistas tienes clara: el aumento de precios para la expulsión de amplias capas de la clase trabajadora de un nivel de consumo de ciertos bienes y servicios que hasta ahora eran la bandera de los sistemas “desarrollados” y de mercado. En definitiva, una mayor explotación y menor calidad de vida para la mayoría es la única solución que este sistema nos ofrece para evitar un colapso mayor a nivel ecológico a la par que mantiene los privilegios de una minoría que seguirá viviendo en un desenfreno total de consumo.

Frente a esto la posición de la clase trabajadora y sus organizaciones ha de ser clara y urgente. Es necesario una movilización integral e internacional que ponga sobre la mesa una alternativa que solucione de raíz los problemas que hoy en día nos acechan. Se hace urgente la apuesta por una planificación económica que conjugue revertir los efectos cada vez más agudos del cambio climático con el aumento de la calidad de vida de amplios sectores de la clase trabajadora de todo el mundo. Ello no será posible sin atacar los privilegios de esa minoría que en la actualidad siendo menos del 1% de la población, acapara más de la mitad de la riqueza mundial.

Pero sabemos que eso no se hace de un día para otro. Es necesario construir movilizaciones en los centros de trabajo y en las calles que tengan en el largo plazo esta brújula pero que a su vez atiendan las reivindicaciones y problemas más inmediatos. Se hace más que urgente presionar a todos los sindicatos para que haya una movilización de conjunto por la subida salarial al nivel del coste de la vida en todas las empresas y trabajos, por la expropiación y nacionalización bajo control social de las empresas energéticas, por la expropiación y distribución planificada de las viviendas vacías del sistema bancario una y otra vez rescatado para paliar que la mayor parte de los salarios vayan a pagar un techo en el que dormir…

En definitiva, hay que decir alto y claro que no hay atajos ni vías intermedias, pero que también es urgente romper la dinámica de autodestrucción a la que nos lleva el sistema político, económico y social actual; el capitalismo. Si no, la barbarie en forma de guerras, desabastecimientos, carestía, pobreza, pandemias y demás serán la “nueva normalidad” para la clase trabajadora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *